Cuenta
mi madre, porque yo no me acuerdo, que con tan sólo 2 añitos y medio ya me
inventaba las canciones en inglés que ella ponía en el coche cada vez que
viajábamos y que en la cuna no paraba de bailar y saltar como una loca cuando
oía cualquier ritmo que me moviera. Y es que en mi casa siempre había música
puesta.
Desde
chiquitita les hacía gracia verme bailando sin parar desenfrenadamente cada vez
que venía alguien. Ausente, en mi mundo, disfrutando con cada canción como si
fuera la última que iba a escuchar.
Un
poco más tarde empecé a atreverme con alguna ranchera de las muchas que conocía
mi madre y que juntas cantamos una y otra vez durante años.
En
el colegio hice mis primeros pinitos como compositora, escribiendo algunas canciones
con amigas que también cantaban y tocaban la guitarra (canciones de
campamentos, villancicos…) y esas
interminables y somnolientas canciones del coro a las que, a pesar de todo, aún
guardo cariño.
Años
más tarde conocí a un amigo con el que acabé presentándome en 2001 al Festival de Benidorm con tan sólo 18 añitos, resultando
ser los ganadores de aquel año al enterarnos de que el Primer Premio había sido
“tongo”. De ahí surgió la idea de grabar una primera maqueta de versiones
(tanto en inglés como español) para poder moverla y ver qué ocurría. Mientras
tanto, iba haciendo alguna colaboración con algunos artistas por los locales de
Madrid en los que tocaban.
Tras
esa maqueta vinieron otras, algunas de temas inéditos en los que yo sólo
interpretaba los temas elegidos y que quedaron siempre “en casa”. Recuerdo que
la primera carta que había escrito años atrás a mi padre, fue la primera en
convertirse en canción. ¡Cuánto le echaba de menos!
En
2004 viajé a Miami para pasar unos días de vacaciones y terminé dando un
concierto en uno de los lugares más conocidos de Miami Beach. El guitarrista que me acompañó aquella
noche me ofreció producir un disco con mis propias historias, escritas por mí y
compuestas por él y Rodrigo Bravo (gran compositor, productor y mejor amigo).
Sin
pensarlo un segundo, decidí que allí me iba ese mismo verano en cuanto
terminase mis exámenes de Arquitectura de Interiores. Y eso hice.
El
4 de julio, día de la Independencia allí, comenzó mi gran aventura. Sin conocer
a nadie más que a aquellos dos chicos, llegué con la maleta y mis historias
bajo el brazo, para empezar a escribir, aprender, cantar, sentir, vivir… por
primera vez lejos de “lo conocido”, la familia y los amigos. Allí estábamos mi
ilusión y yo para dejarnos llevar durante
1 año y ver qué ocurría.
Fue
una de las experiencias más increíbles que he tenido y que más me ha enseñado. Desde ese entonces
“soy otra persona”.
Regresé
con el disco bajo el brazo y con ganas
de sacarlo a la luz pero había algo que me paralizaba. Ahí estaban mis historias escritas sí, pero no mi música,
y yo lo sabía.
Necesitaba
dar un paso más, volver a coger la guitarra y mis pequeños conocimientos de
música, y empezar de nuevo. Tenía que ver si era capaz de hacerlo sola.
Así
llegó mi primer trabajo, “Billete para
no volver”, un disco lleno de canciones que hablan de evolución, de cambio,
de crecimiento, de esa capacidad de elección que todos tenemos para ser quienes
queramos ser.
Precisamente
en ese empeño por dejarme llevar por lo que siento, he decidido apostar por
temas divertidos y desenfadados, canciones que nos levanten una sonrisa y nos
provoquen ganas de salir de casa, de aprovechar las oportunidades y de
disfrutar de la gente que tenemos alrededor.
Esta
evolución musical vino acompañada de un cambio de idioma, en un paso que me
acerca a mis referencias y es que casi todas mis influencias provienen del pop americano y británico, del soul y
del funky. Me siento más cómoda cantando en inglés porque las melodías que
surgen al componer son muy diferentes y más fieles a lo que me gusta, aunque
ahora tengo que ser más exigente que antes y eso supone un riesgo y una
evolución que me divierte y hace que me supere cada día.
Superada
la incertidumbre del cambio de idioma, el éxito de “Play” -que alcanzó el Top5 en la categoría de música pop de iTunes
el día de su lanzamiento y cuyo
videoclip suma más de 129.000 reproducciones en Youtube- consolidó el reto
de construir un futuro EP a base de grandes singles.
Me
he analizado como consumidora y me he dado cuenta de que, cuando me gusta el
single de un artista, compro ese tema y no el CD completo, como hacía
anteriormente, porque de los once o doce temas de un disco realmente hay solo
cuatro o cinco grandes canciones. Por eso quiero apoyarme en una mayor exigencia
en la composición de las melodías y las letras para ofrecer al público, cada
dos o tres meses, una nueva canción (con su videoclip correspondiente) que
aspire a formar parte de la banda sonora de sus vidas.
Así
llega “An Other’s Life”, el segundo
single de un proyecto que en sí mismo está lleno de proyectos, ya que cada
nuevo tema adquiere su importancia como pieza única.
Como
ya hiciera con “Billete para no volver”, he confiado la producción de los
nuevos singles a Rubén Villanueva, el productor que me acompaña en mi objetivo
de cantar y componer lo que yo compraría, con independencia del riesgo que
suponga.
Estoy
nerviosa, sí, pero quiero seguir soñando.
Me gusta
este grupo, no sé si porque me inspira fiesta, andanzas nocturnas, estrellas. Me
gusta porque sus canciones son como himnos en los que no importa nada, sólo la
noche y el baile y la música. Me gusta porque tiene algo pegadizo. ¡Disfruta!
2 comentarios:
Me ha gustado descubrir a esta cantante, nunca antes la había escuchado y me parece que tiene una voz muy bonita, y además canta en inglés, puede tener un mercado más amplio.
Un beso Ana.
Me ha gustado descubrirla, sus canciones son pegadizas, a ver si tiene suerte.
Besos hermana-reflejo...
:D
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