sábado, 22 de febrero de 2014

Máscaras y prohibición


En los tiempos en los que la picaresca no estaba bien vista, pues suponía un síntoma de libertad despreciable para aquellos enemigos del libre albedrío, los carnavales fueron duramente maltratados y prohibidos a través del tiempo.
La aversión venía casi siempre de los gobiernos conservadores o las sociedades reaccionarias pero principalmente de las esferas religiosas.
Para los detractores, la fiesta constituía «la trasgresión de las normas establecidas, el protagonismo de la burla, la sátira, el desenfreno, la promiscuidad, el exceso también en lo culinario como preludio del hecho de desterrar la carne para cumplir con la exigida abstinencia cuaresmal, y, en definitiva, una rebeldía popular llevada en volandas a través del disfraz, de la máscara, de los cánticos alegres, de la algarabía y de la broma ». Algo que a estos adversarios de la libertad no le sonaba a guasa.

Quizás por todo ello hoy he querido asomarme a la historia del carnaval de mi tierra y a las muchas prohibiciones a lo largo de su historia:

Fueron los conquistadores de las islas, a mediados del siglo XV, quienes trajeron tradiciones ligadas con las fiestas del carnaval. Pero también sus restricciones.
Durante el reinado de Carlos I se dictaron a petición de las cortes, leyes prohibiendo las fiestas de carnaval y las mascaras. Igual ocurrió con su hijo Felipe II, que tampoco tenia sentido del humor, aunque no pudo evitar el uso de antifaces en su propia corte. Felipe IV por el contrario, restauró la costumbre de las mascaras y no sólo en tiempos de carnaval, famosa es la anécdota cuando hizo vestir al Almirante de Castilla de mujer y a la reina de “obrero mayor”. Felipe V y Felipe VI prohibieron estas expansiones de una manera toral, aplicando duras penas y multas tanto a nobles como a los plebeyos. «Cuatro años de presidio para un noble que se disfrazara y el mismo tiempo de galeras para los plebeyos además de multa de mil ducados a ambos».

En Tenerife las primeras referencias escritas que se conservan sobre la fiesta datan de finales del siglo 18. Hablamos de manuscritos, algunas disposiciones oficiales, pero especialmente prohibiciones o regulaciones que pretendían canalizar el desenfreno de esos días en evidente salvaguarda del “orden social y moral” por parte de la autoridad civil y eclesiástica.

En 1778, la clase más selecta de la sociedad santacrucera, (autoridades militares, viajeros de importancia, personas de renombre) disfrutaban de unas veladas donde reinaba, a parte del juego, la música y los bailes, las representaciones teatrales y las actuaciones de las primeras agrupaciones citadas en distintos documentos como “comparsas”, que asaltaban -de ahí la palabra “asaltos” para referirse a bailes de Carnaval-  en las casas particulares de la llamada alta sociedad, donde, tras ofrecer su actuación o repertorio, se les invitaba a un refrigerio.
Evidentemente, las capas más populares de la población, vivían unos carnavales más bulliciosos y participativos, con más ambiente festivo y despojado de toda etiqueta y del encorsetamiento que se exigía en la alta sociedad, en sus celebraciones en calles, plazas y tabernas. Sus divertimientos motivaron, por parte de la autoridad pertinente, las disposiciones restrictivas y ciertas prohibiciones que afectaban al uso de algunos artículos durante la fiesta, así como la regulación de ciertas actitudes y hasta el uso de la máscara.
Artículo 31.- En los Carnavales se observarán las siguientes reglas:
3ª.- Se prohíbe a las máscaras hacer parodias que puedan ofender a la Religión, a la decencia y a las buenas costumbres, dirigir insultos o bromas de mal género y usar de palabras o ejecutar acciones o gestos que sean contrarios a la moral y al decoro.
Queda terminantemente prohibido que los hombres se disfracen con traje de mujer.
4ª.- Se prohíbe a los enmascarados llevar armas o espadas, aunque lo requiera el traje que vistan.

El uso de la máscara en tiempos de Carnaval fue motivo, durante siglos, de las más fervientes prohibiciones y enconadas persecuciones, pues no en pocos casos proporcionaron en más de una ocasión la impunidad indebida, el encubrimiento, el secreto oculto o el misterio enigmático en actos de venganza, romances, conspiraciones, amoríos, burlas o ajustes de cuentas que la autoridad debía atajar. En Santa Cruz, aunque también se implantaron las mismas medidas restrictivas o prohibiciones que en el resto del reino, y otras emanadas de la autoridad local, el uso de la máscara, careta o antifaz no pudo ser abolido, llegando a su punto más álgido con las llamadas “tapadas”, a finales del siglo XVIII y principios del XIX, protagonizadas por damas pertenecientes a la “sociedad selecta” que, cubriéndose el rostro con una máscara, se mezclaban con la gente en festejos populares y en las horas de paseo en los días de fiesta para espiar y criticar. Hay quien sostiene que, entre las citadas “tapadas”, podría esconderse, “debajo de un refajo dieciochesco de blondas”, algún representante del sexo contrario.” Estas tapadas vienen a ser las antepasadas de las mascaritas.

«La máscara era un extraño paquete, envuelto en sábanas, viejos trajes o en un disfraz. La máscara no enseñaba ni un pelo de su cabeza. La máscara va por la calle con su voz de falsete rompiendo, con la estridencia de sus gritos, la armonía del ruido generalizado. En otros tiempos dicen, arrojaban polvos de talco que un día fueron prohibidos.»

Una serie de acontecimientos acondicionaron (y truncaron) de algún modo la celebración del Carnaval en Santa Cruz: el desastre colonial del 98, la dictadura de Primo de Rivera, el inicio de la guerra civil, el estallido de la primera guerra mundial, los años de la posguerra…
*En 1929, cuando el régimen de Primo de Rivera daba sus bandazos finales, se publicó una Real Orden según la cual, en adelante, o sea, a partir de 1930, se consideraba un periodo de días festivos reducido, exclusivamente, al domingo de Carnaval y domingo de piñata, quedando prohibida por tanto cualquier manifestación carnavalera fuera de dichos días. Tras la caída de la dictadura parecía que tal disposición iba a ser derogada por el nuevo gobierno presidido por Berenguer pero no fue así, y, a propuesta del mismo, el Rey dispuso que se mantuviese su vigencia y por ello el pueblo de Santa Cruz, resignado, dio por acabada la fiesta al término del domingo de Carnaval.
*Durante el transcurso de la guerra civil española fue suspendida, como puede suponerse, cualquier manifestación o actividad de diversión colectiva, y, por supuesto, las fiestas de Carnaval. El pueblo, precisamente, no estaba entonces para fiestas.
En febrero de 1937 se publicó en la prensa una Orden del Ministerio de la Gobernación comunicando la absoluta prohibición de la celebración de los carnavales.
Todo hizo pensar que se trataba de una medida coyuntural, o sea, mientras duraba la contienda bélica, pero no fue así.
*En el periodo comprendido entre 1940 y 1960, la veda y persecución de la fiesta persisten, aunque prima la tolerancia en sus expresiones callejeras, populares y clandestinas.  Existen bailes de disfraces en sociedades, y en la calle los más pícaros, -las mascaritas y las murgas-, retan la suerte y a la autoridad para salir corriendo en cuanto ven aparecer a la autoridad competente evitando así el tener que pernoctar en comisaría. La complicidad de la mayoría de la población se daba por contado para dar el chivatazo a los callejeros carnavaleros si aparecían los grises, aunque la represión y contundencia de la acción policial ejercida en la fiesta no fue realmente excesiva, e, incluso, se hacía "la vista gorda" en la mayoría de las ocasiones,


Los carnavales del año 1954 fueron los más restrictivos.
El gobernador civil Carlos Arias Navarro dispuso (entre otras cosas) lo siguiente:
 -Primero: Queda prohibido rigurosamente el uso de caretas, antifaces, dominós y disfraces, tanto en las calles y lugares públicos, como en los bailes y festejos que se celebren en locales cerrados.
 -Segundo: Queda igualmente prohibida la celebración de los llamados “bailes de carnaval”. Sólo serán autorizadas las sociedades que así lo soliciten (…) siendo responsables los directivos de las mismas, de los actos que se cometan al infringir, por el uso de caretas y disfraces la prohibición establecida.

Las distintas autoridades civiles y religiosas autorizan en la década de los 60 -hecho sin precedente e insólito en España-, las fiestas de Carnaval en Santa Cruz de Tenerife aunque disfrazando su nombre con el eufemismo gracioso, pero necesario en aquella época, de "Fiestas de Invierno”. Si en esta época, ya de por sí, había que omitir la palabra "carnaval" (de ahí el invento de “Fiestas de Invierno”) pues sonaba a lujuria, así como cualquier otra palabra que "incitara al pecado y a los malos pensamientos", más justificada era la omisión de cualquier noticia sobre la actividad de los que retaban en cada momento la prohibición establecida, por lo que, en estos años, los medios de comunicación, haciendo una labor contraria a sus principios profesionales, callaron la noticia, pues "el temor estaba en que, desde Madrid, descubrieran la trampa y ordenaran la temida marcha atrás". No convenía en absoluto "que Madrid se enterase", así que, "los periódicos se guardaban mucho de publicar cualquier cosa que oliera a Carnaval por si llegaba a Madrid la noticia. Era un pacto tácito admirable".
El Carnaval de esta época, como queda dicho, se desarrollaba, en mayor o menor grado, según el parámetro de tolerancia de los distintos gobernadores. Pero ya hay mayor tolerancia y apertura por parte de los mandatarios.
Y cambiaron de nuevo las cosas y se volvió a celebrar la fiesta con cierta normalidad a pesar de continuar en vigencia la prohibición, y el carnaval santacrucero va tomando, poco a poco, una línea ascendente en participación ciudadana y regocijo popular.
La autoridad gubernativa se vuelve más indulgente con el transcurso de los años, sin duda alguna por el buen comportamiento y actitud cívica y sana que los chicharreros demostraban año tras año en el disfrute de la fiesta.
El entusiasmo y comportamiento fue la pieza fundamental para que años más tarde, otras poblaciones tinerfeñas y de otras islas del archipiélago iniciaran sus esfuerzos en resurgir el Carnaval en sus municipios.
Aquellos primeros pasos fueron la base para poder dar despegue definitivo al Carnaval de Santa Cruz de Tenerife -tras el paréntesis de la guerra civil y el Carnaval clandestino vivido en la posguerra -, aunque, y como excusa para la permisión de su celebración, encorsetado en un marcado carácter turístico, consiguiéndose logros de extraordinaria relevancia como el que fueran declaradas en 1967 "Fiestas de Interés Turístico Nacional", para que, en la actualidad y desde el día 15 de enero de 1980, ostenten el rango de "Fiestas de Interés Turístico Internacional".

A día de hoy pocos recuerdan aquella época donde la celebración se disfrutaba con el riesgo de multas y prisiones, donde la fiesta supo disfrazarse a si misma con el eufemismo de “Fiestas de Invierno”, donde todo se hacía de tapadillo. Ahora la cita con el ritmo y el color se grita a los cuatro vientos. Como dicen por mi tierra el carnaval da puntapiés a la vida convencional, y la gente sale a la calle devorada por la alegría, en el remedo del jolgorio para gastar madrugadas antes de que salga el sol. La música, el arte, la cultura, la risa y el disparate están permitidos.


Fuentes:
 Rincones & Recuerdos de Tenerife, Gilberto Alemán.
Imágenes:

lunes, 17 de febrero de 2014

El envío turco

En Tenerife y Las Palmas tienen lugar sucesos misteriosos. En ellos se ven afectadas personas que sólo tienen en común haber coincidido en un reciente viaje a Turquía.
El capitán Perdoma, hábil investigador de la Guardia Civil de Tenerife, tratará de resolver el enigma que conecta Turquía con robos y asesinatos producidos en Canarias y con la presencia en las islas de un extraño y escurridizo delincuente brasileño.
«Una novela policiaca con sabor canario, que te hará viajar a otras geografías, siendo testigo de un suceso enigmático»

Sobre la autora:

Pilar Escalona nació en Logroño en 1960. En esta ciudad cursó estudios de Magisterio. Es diplomada en Lengua Alemana y Licenciada en Geografía e Historia por la Universidad de Zaragoza. Ha trabajado como técnico de seguimiento de medidas judiciales para jóvenes y como traductora, intérprete y profesora del idioma alemán. Igualmente ha desarrollado trabajos de colaboración en museos y en excavaciones arqueológicas. Desde 1997 reside en la isla de Tenerife, a la que se halla íntimamente ligada y sobre la que ha realizado estudios de investigación en relación con su historia y tradiciones. Es autora, de varias novelas de temática policiaca, ambientadas en la isla de Tenerife.



-La ciudad de Estambul es el fascinante escenario de un robo-

“EL ENVÍO TURCO”
Pilar Escalona

A que sabe: A mojo dulce y a tenderete. A bistec de venado brasileño y a tragos de whisky en el despacho de un mafioso. A pstlican salarasi y a especia turca.
A que huele: Sin duda a la vaporosa atmosfera del Bósforo –puente entre occidente y oriente- y a tormenta isleña.
A que suena: A la letanía del almuecín llamando a la oración, al motor de un avión, de un ferry, de un crucero, pero sobre todo a los veloces pasos de un delincuente en apuros sobre una isla que se ha quedado incomunicada por el paso de un temporal.
Por donde nos lleva: Por Tenerife, por las zonas residenciales de Río de Janeiro en Brasil, por las mezquitas y los palacios de Estambul, por las chimeneas de las hadas en Capadocia, por Maspalomas en Gran Canaria, por Santa Cruz, por nuestra querida La Laguna.
A quien conoceremos: Al capitán Perdoma y sus amigos Pedro y Pilita, una pareja simpática que más tarde tendrán su importancia en la trama. A Don Fabio mafioso brasileño jefe del ladrón Juscelino y de Charly (otro esbirro que se ocupa de la tapadera de Juscelino al incluirlo en una excursión turística por Turquía). A Ismet antiguo guarda en el palacio Topkapi, en apuros económicos y con un pasado delictivo. A Galip, maestro de las alfombras, quien también conoce a Don Fabio y se ocupará de deshacerse del objeto robado de una peculiar manera. Y a otros secundarios como María la novia de Juscelino acostumbrada a gastar y despilfarrar. Y Mercedes, española que conocerá a Juan la nueva identidad de Juscelino y que en su momento aportara pruebas importantes para el destino de intrépido delincuente. Todo un grupo de personas encadenadas entre si en un conjunto de acentos portugueses, turcos, españoles y hasta alemanes.

Este libro llegó a mí en forma de regalo. Tuve la suerte de recibirlo ya dedicado por la escritora, quien es la madre de una buena amiga mía, así que lo empecé con muchas ganas. Nada mas pasar la primera página ya se notaba que la autora es una enamorada de nuestras costumbres canarias, de nuestros tenderetes, de nuestra idiosincrasia, pero también de los viajes.
A medida que avancé advertí eso que nos gusta a todos los que escribimos un poco: que Pilar ama la literatura, que su recompensa es crear. Por eso fue fácil conectar con ella y con sus personajes.

“El envío turco” es la primera novela de Pilar Escalona, una reciente escritora que tiene una máxima: entretener, distraer e instruir. ¡Objetivos cumplidos!
Estructurado en múltiples capítulos “El envío turco” no es un libro largo, sólo tiene 355 páginas. Su lectura no pesa porque el relato no peca de ominoso, ya que llanamente va al grano, sin recargamientos ni pasajes de más, algo que considero muy de agradecer. Por eso su estilo es fresco y fácil de leer.
Además de bien documentado el libro nos traslada con acierto por varios escenarios. En esos escenarios se mueven los principales personajes del libro. Personajes de toda índole, desde el diestro ladrón Juscelino, al importante don Fabio promotor del robo, hasta el sagaz capitán Perdoma. Todos con personalidades marcadas y diferenciadas.
Las letras de “El envío turco” nos conducen de la mano a varios rincones del mundo. La historia que nos cuenta tiene todos los elementos del género policiaco con buenas dosis de intrigas, persecuciones, robos, secuencias detectivescas (el viejo truco de emborronar el papel con lápiz para saber que se escribió en la hoja que falta), fugas, tormentas, alfombras…
Me gustó su desarrollo. El único pero es que quizás el final nos lleva sin sobresaltos hacía un desenlace que queda un poco abierto, como dando pie para una futura continuación, que por lo que tengo entendido es la intención de la autora.
Aún así nos rondan algunas preguntas que se quedan en el aire, y la más importante es: ¿por qué robar precisamente ese objeto del Museo Arqueológico de Topkapi? ¿Y para qué? ¿Qué pretende hacer Don Fabio con él? y ¿por qué es tan importante?
Sin duda un libro totalmente recomendable que te hará pasar un buen rato. Y como dice Pilar, « ¡Cuidado con los viajes a Turquía y, en especial, con lo que compras

"(…) La aguja del minutero indicaba que pasaban unos minutos de la una. «¡Ya queda poco para entrar en acción!».
De inmediato experimentó como su corazón  iniciaba un latido frenético y sus pulsaciones se aceleraban. Su cuerpo se cubrió con un sudor frío, sus manos ardían. Eran los instantes previos a actuar. Siempre le sucedía así. Su tensión encontraba vías de escape, su adrenalina fluía como la corriente incontrolada de un río en un tramo de rápidos. Pasados unos minutos, su organismo retornaba a la normalidad y su mente se halaba clara y despejada. La sangre fría se apoderaba de su cuerpo y sus delicadas manos, provistas de ágiles dedos, estaban frías como el cristal.”
Fuentes:
Ediciones Aguere/Idea.

sábado, 15 de febrero de 2014

Mapamundi: Georgias del Sur


Las islas Georgias del Sur constituyen un archipiélago del conjunto denominado Antillas del Sur en el océano Atlántico Sur, que las integra en el Territorio Británico de Ultramar de las islas Georgias del Sur y Sandwich del Sur. Son reclamadas por la República Argentina como parte integral de su territorio, agrupándolas en el departamento Islas del Atlántico Sur de la provincia de Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur.
Están situadas entre los paralelos 54° y 55° Sur y los meridianos 35°45' y 38°23' Oeste, a unos 1300 km al sudeste de las islas Malvinas y a 1700 km al este de la isla de Los Estados. Poseen una extensión de 3850 km².
El archipiélago principal está formado por la isla Georgia del Sur, también denominada San Pedro, de 160 km de largo y 30 km de ancho promedio, y por un grupo de islas e islotes mucho más pequeños.
Su geografía presenta paisajes magníficos por sus contrastes: colinas y montañas abruptas y elevadas, cumbres emergidas, nieve y fiordos.
Esta remota isla cuenta con tan solo una población de 25 habitantes. Alguna vez utilizada como puerto para la cacería de ballenas, hoy es un santuario de la vida silvestre que permanece lejos de toda "civilización" 

isla

Un iceberg moteado de pingüinos flota majestuoso junto a las costas de Georgia del Sur. Este remoto territorio situado en el lejano Atlántico Sur es un refugio para millones de aves y mamíferos marinos. 

fauna

Sumamente ágil para su tamaño (llega hasta los 4,50 metros de largo y puede pesar más de 450 kilos de peso), la foca leopardo es un depredador formidable, cuya boca a menudo está manchada de sangre de pingüinos y de otras focas. 

Imágenes

Unos petreles gigantes patrullan la playa, abarrotada de pingüinos reales y elefantes marinos, de la bahía Saint Andrews. Durante la época de cría, Georgia del Sur alberga la población más densa de mamíferos marinos del planeta. 

Atlántico

El viejo Petrel sigue anclado en la abandonada estación ballenera de Grytviken. Barcos pesqueros como éste llevaron al borde de la extinción a algunas especies de ballena y casi exterminaron a la azul. En la década de 1960 ya casi no había nada que cazar. 

vida  marina

Un albatros tiznado contempla la bahía Gold Harbour. Los individuos de esta especie pueden vivir más de 40 años, por lo que esta ave ha podido ser testigo de un cambio en el paisaje. 

georgia del sur

Planeando con sus dos metros de envergadura alar, una pareja de albatros tiznados sobrevuela los acantilados de Gold Harbour, donde anidan estas aves. Casi un tercio de la población mundial de esta especie nidifica en Georgia del Sur. 

Las Maravillas de las Islas Georgias del Sur

El krill, alimento principal del pingüino y base de toda la cadena alimentaria antártica, depende del fitoplancton que prolifera en la cara inferior del hielo marino. En los últimos años la banquisa ha retrocedido en las aguas del oeste de la península Antártica, lugar de procedencia del krill de Georgia del Sur. 

isla

Un escuadrón de pingüinos juanito surca las aguas del fiordo Drygalski. A diferencia de los pingüinos verdaderamente antárticos, el juanito prefiere climas más templados. A medida que los océanos se calientan, esta especie prospera y extiende hacia el sur su área de distribución. 

fauna

Imágenes

Pingüinos juanito y pingüinos barbijos contemplan una flotilla de pequeños icebergs en la bahía Cooper, en la parte meridional de Georgia del Sur. En 2004 un brote de cólera aviar diezmó la población de barbijos. 

Atlántico

Los pingüinos rey atestan las orillas de un río alimentado por agua de glaciar, en la bahía de San Andrés. Con 450.000 parejas en la isla, Georgia del Sur es un bastión de esta especie. 

vida  marina

El lobo marino antártico pasa el invierno en el mar y sube a la costa en verano para aparearse. La caza había reducido peligrosamente su número, pero actualmente la especie suma millones de ejemplares, el 95 % de los cuales recala en las playas de Georgia del Sur para reproducirse. 

georgia del sur

Con alas que pueden alcanzar más de tres metros y medio de envergadura, el albatros viajero pasa la mayor parte de su vida en el mar y sólo vuelve a tierra para el cortejo y la reproducción. 

Las Maravillas de las Islas Georgias del Sur

Ágiles y ligeros, los lobos marinos antárticos se impulsan en el agua con las potentes aletas frontales, y utilizan las caudales, más pequeñas, como timones. 

isla

Un macho de elefante marino emerge de las olas en la bahía Fortuna. Durante la temporada de cría los machos se enzarzan en sangrientas luchas por el predominio y convierten las playas de Georgia del Sur en campos de batalla.


Fuentes:
Wikipedia

Hace unos cuantos días asistí a una charla en el espacio cultural Aguere, el invitado era Sebastián Álvaro, el que fue director del programa Al filo de lo imposible, periodista y aventurero. Oyéndole fue como me enteré de que existían unas islitas llamadas Georgias del Sur. Las fotos de la presentación me gustaron mucho y mi curiosidad me empujó mas tarde a indagar en internet. Y de ahí a esta entrada. Me pareció un lugar muy bonito con una gran vida silvestre y pensé que merecía aparecer en mi mapamundi.
En cuanto a la presentación fue larga pero estuvo muy bien, fue muy didáctica porque no trató sólo de alpinismo o de programas de televisión, sino de vida, de filosofías, de fortalezas. Recomiendo al que no conozca a este inquieto trotamundos que se pase por su blog y lea sus artículos. Hay poesía en lo que hace y en como piensa. Me gustó ese hombre que se pone al límite, al que le gusta subir montañas e ir más allá, y vivir al margen del mundo en lugares donde el tiempo se detiene, donde los sueños se cumplen y las metas se alcanzan, pero donde también se sufre, se pasa penalidades y se pierde. Me gustó que hablara de sus más de 200 expediciones pero también de otros exploradores como Mallory o Shackelton. “Ninguna ascensión es obra de un solo hombre. Detrás de ellos se apiñan las sombras de otros que antes lo han intentado y fracasado. Su fracaso les ha enriquecido y miran con orgullo y respeto a los que han vencido”, parafraseó él a Charles Houston, un alpinista, aunque también pronunció frases de Shakespeare y letras de canciones euskeras y de Serrat, hasta las cantó. De fracasos también habló, y de perdidas humanas, los mas de 27 amigos muertos por seguir un sueño delirante del hombre que pretende ir adonde nadie ha ido, subir donde no se puede, y comerse el mundo porque les apetece. Pero la montaña es cruel y los fuertes también caen. Imagino que ese riesgo, ese vivir al filo debe tener algo que engancha, algo que se te mete en la sangre, que aunque te hace medir los peligros, te contagia la pasión por la aventura.

martes, 11 de febrero de 2014

Costumbres que ponen en peligro nuestra salud y que solemos pasar por alto

Fue Luis Pasteur, estudioso de las enfermedades infecciosas, quien descubrió que gran parte de las enfermedades podían evitarse con el sencillo hábito de lavarse las manos. Eso ocurrió en la segunda mitad del siglo XIX y algo tan sencillo revolucionó la higiene personal. Desde entonces el concepto de aseo y cuidado del cuerpo humano ha promocionado en prácticas saludables de limpieza. Pero aún lo hacemos mal. Aunque cumplimos a rajatabla una serie de reglas de higiene personal, rutinas que aprendemos desde pequeños tales como cepillarnos los dientes antes de acostarnos, tener como (buena) costumbre tirar de la cadena o lavarnos las manos antes de cocinar y después de ir al baño, hay cosas que, por mucho que pequemos de obsesivos, todavía seguimos pasando por alto por ejemplo nos lavamos las manos diez veces al día pero nos importa poco lo que se esconde en nuestro oído o nuestro ombligo.
Y eso no es lo único que hacemos mal…



Lavar la ropa en frío y tender en el interior

No hace tanto tiempo era costumbre generalizada hacer coladas distintas con la ropa blanca y de color para que, al lavar con agua caliente, no se mezclaran los colores. De un tiempo a esta parte, en cada vez más casas (por falta de tiempo o porque descuidamos más el cuidado del hogar), es habitual mezclar todo tipo de prendas: algo que solo puede hacerse sin miedo a arruinar nuestra ropa utilizando agua fría.

Cada vez menos gente utiliza programas de lavadora de más de 60 grados centígrados, la única temperatura a partir de la cual la ropa quede libre de gérmenes. En cada calzoncillo o cada braga hay, como poco, una décima de gramo de heces. Según explicó Charles Gerba, profesor de microbiología de la universidad de Arizona, a ABC News, “si pones una lavadora sólo de ropa interior se liberarán 100 millones de E.coli en el agua, y estas pueden trasmitirse a la próxima colada”. Da igual el detergente que utilicemos: este tipo de bacterias sólo se eliminan si se utiliza agua caliente y tendemos la ropa al sol, algo en lo que, de nuevo, solemos fallar.

Pero lo peor de lo peor, el error definitivo que puede acabar con toda nuestra ropa, es dejar la colada en la lavadora sin tender durante todo un día: la humedad hace que las bacterias se multipliquen, la ropa se pudra y su olor (tan característico de los pisos de estudiantes) se extienda toda la casa. El horror.


Acumular cacharros en la pila de la cocina

Todos sabemos que no es muy limpio dejar los platos sin lavar en la pila, pero es un descuido que solemos tolerar cuando nos puede la pereza. Lo que no sabemos es que la pila de la cocina puede llegar a acumular 500.000 bacterias por metro cuadrado y, si somos de acumular vajilla, convertiremos el fregadero en el lugar más sucio de nuestra casa, por encima del váter. Aunque la mayoría de la gente toma medidas para desinfectar sus inodoros, pocos tienen las mismas preocupaciones por su fregadero, en el que suelen acumularse todo tipo de bacterias como la E.Coli o la Salmonella.



Abusar del jabón

Los dermatólogos coinciden al señalar que no debemos abusar del uso del jabón sobre nuestra piel. En España, sobre todo en verano, hay muchas personas que se duchan, incluso, más de una vez al día, algo que puede acabar siendo dañino. El jabón es, por definición, un disolvente de la grasa y, si lo utilizamos con demasiada frecuencia, nuestra piel perderá el manto graso que la protege.

Mención aparte merece la utilización del jabón antibacteriano, que se popularizó enormemente tras la propagación mundial de la gripe aviar entre 2004 y 2006. Este tipo de jabones, muy habituales en forma de gel para manos, suelen incluir triclosán, un potente agente antibacteriano y fungicida sobre el que pesan serias dudas sanitarias desde que se demostrara su carácter de disruptor endocrino en animales.



No bajar la tapa del inodoro cuando tiras de la cadena

Dejar abierta la tapa del váter es otro descuido habitual (y enormemente tolerado) en hogares y aseos públicos. Y el asunto es preocupante teniendo en cuenta que, cuando tiramos de la cadena, los gérmenes fecales se reparten por la estancia como si rociáramos un aerosol de heces por el baño. Y sí, las bacterías llegan hasta nuestros cepillos de dientes, tal como comprobaron los populares Cazadores de Mitos, Jamie Hyneman y Adam Savage, en uno de sus programas de televisión.

Según explicó a The Atlantic Charles Gerba, uno de los mayores expertos del mundo en lo que a brechas higiénicas se refiere, si la tapa del inodoro está abierta cuando tiramos de la cadena los gérmenes fecales se desplazan casi dos metros a todas las direcciones, así que es mejor que coloquemos nuestros cepillos algo más lejos.



Confiar en los secadores de manos

Por suerte la popularización de los secadores de manos se ha limitado a gasolineras, restaurantes y bares de copas. Sus ventajas son claras: evitan la acumulación de toallitas de papel en las papeleras. Pero sus inconvenientes ganan por goleada: gastan electricidad, secan peor y, lo que es más importante, son menos higiénicas. Según un estudio de la Universidad de Westminter, las tradicionales toallas de papel son mucho más eficaces, ya que secan nuestras manos mucho más rápido y evitan la acumulación de bacterias: los secamanos de aire de alta velocidad incrementan su presencia en un 42% y los de aire caliente en un 254%. Además, el chorro de aire puede llevar las bacterias hasta a 2 metros del lugar donde se encuentra el aparato esparciéndolas por todo el cuarto de baño. Al margen de esto, son pocos los que secan sus manos eficazmente con estos aparatos. No nos engañemos: hasta el santo Job se aburriría secando sus manos en los dichosos aparatos, que abandonamos siempre con las manos húmedas hartos de su calamitosa ineficiencia.



“Rescatar” la comida que se cae al suelo

Cuando se nos cae algo de comida al suelo, a no ser que la vianda en cuestión sea muy pringosa, muchos tenemos la tentación de soplar un poco y llevárnoslo de nuevo a la boca. Parece que si rescatamos la comida del suelo a toda velocidad los gérmenes no harán mella pero, según un estudio de la Universidad Clemson, el 99% de las bacterias se trasmiten a la comida inmediatamente en cuanto esta toca el suelo. Patógenos como la salmonella tienen capacidad de sobrevivir en superficies secas hasta cuatro semanas y de transferirse a los alimentos con el contacto inmediato.


No tratar debidamente las lentillas

El uso prolongado de las lentes de contacto requiere unas pautas de limpieza que muchos descuidan. Si las lentillas no se desinfectan se puede llegar a sufrir una queratitis bacteriana, infección de la córnea que suele incrementarse en los meses de verano, cuando nos bañamos con las lentes puestas en piscinas tratadas con cloro y productos químicos.

Si se quiere evitar la formación de hongos y bacterias en la superficie de las lentillas estas deben limpiarse, aclararse y desinfectarse debidamente. Para ello debemos lavarnos las manos antes de manipularlas, usar líquido limpiador (nunca agua corriente) y renovar este en cada uso, un paso que muchos se saltan y que puede acabar haciendo que el estuche donde se guarden las lentillas se contamine.

Fuentes:

Google imágenes.

sábado, 8 de febrero de 2014

La suave luz renacentista de Xue Mo

Evocadoras, cautivadoras, las pinturas de Xue Mo están cargadas de una belleza tan encantadora que atrapa. Su pincel tiene luz, por eso los semblantes que dibuja son serenos y están llenos de misticismo y tradición.

Xue Mo (1966) nació en la Mongolia Interior y en la actualidad reside y trabaja en Pekín. Se graduó en 1991 con una licenciatura de Bellas Artes y durante siete años se dedicó a dar clases de Bellas Artes en Beijing. Mas tarde se consagró a tiempo completo a su pintura como artista profesional. Tras haber expuesto en Beijing, Singapur y Hong Kong, su obra cruzó la frontera y Mo ya ha expuesto en Los Ángeles (MB Fine Art Inc.) y Vancouver (Diane Farris Gallery) con gran éxito. No obstante algunos críticos le han puesto el nada desdeñable apelativo de "la Vermeer china" y hablan de su trabajo "a la manera Medici". Su obra es representativa de una nueva corriente china que aúna hiperrealismo con una idealización muy acorde con la tradición del arte asiático. Todo un homenaje a la delicadeza oriental.



























Música: Purple Bamboo Melody – Traditional Chinese Music
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