martes, 22 de septiembre de 2020

Un repaso a las mascarillas



En medio de esta crisis sanitaria que no has tocado vivir, las mascarillas se han convertido en un aliado imprescindible (y obligatorio) para la prevención del contagio del virus del COVID-19, aunque en realidad hace mucho tiempo que existen y se usan, pero es ahora cuando más se ha popularizado y extendido su uso.
¿Cuál es su origen? ¿Desde cuándo se usan? Hoy vamos a repasar un poco de su historia y evolución.
 

El origen de las mascarillas se sitúa entre los años 1346-1353 cuando tuvo lugar la peste, una pandemia que dejó casi 25 millones de fallecidos en todo el mundo. En medio de esta crisis surgió el uso de la mascarilla y otros elementos de protección para los médicos que trataban a los infectados por la plaga para evitar el contagio de la enfermedad ya que se creía que ésta se contagiaba por los olores pestilentes que emanaban los cuerpos.
 



La máscara “pico de pájaro”:
Esta llamativa máscara con forma de pico de pájaro es una de las más antiguas que se conservan. Estaba hecha de terciopelo, cuero y ojos de cristal.
Con el objetivo de evitar el contagio y aumentar su nivel de protección, los médicos utilizaban guantes de cuero, gafas, sombrero de ala ancha y un enorme abrigo de cuero encerado que llegaba hasta los tobillos. La peculiaridad de su forma de pico de ave tenía varios propósitos, por un lado el largo pico impedía que el doctor se acercase al aliento del infectado y por otro lado, esta zona larga y hueca se podía rellenar con plantas aromáticas para aminorar el mal olor. La máscara también incluía ojos de cristal para proteger los ojos. Sin embargo, ahora sabemos que solo podría haber sido útil en los casos de peste neumónica, que se contagia como hace en la actualidad el coronavirus. No así en el caso de la bubónica, que se transmitía  por la picadura de pulgas infectadas procedentes de roedores.
El aspecto de esta máscara ha sido tan emblemático y extravagante que, por ejemplo, en Italia, su uso se popularizó para disfraces como el ‘médico de la peste’.
 


El uso de las mascarillas a lo largo de la historia no sólo ha sido para combatir enfermedades  como la peste, sino también como medida de protección frente a la inhalación de gases nocivos. Así, en 1854 se descubrió que el ​carbón activado ​podía ser utilizado como un medio de filtración para diversos vapores y se incorporó a las máscaras y filtros de muchos mineros, como la máscara de ​​John Stenhouse.


Respirador de Gibbs:
A finales del siglo XIX se creó esta mascarilla como defensa ante la inhalación de polvos venenosos, destinada fundamentalmente a los trabajadores de las industrias. Aunque no parece un modelo demasiado complejo, sería la base empleada en las décadas posteriores para desarrollar un respirador mucho más eficaz.


 

La gran plaga de Manchurria:
Entre el otoño de 1910 y la primavera del año siguiente, una devastadora peste neumónica provocó más de 60.000 muertes en esta zona del noreste de China. El doctor Wu Lien-teh, tras descubrir que la enfermedad se propagaba por el aire, desarrolló máscaras quirúrgicas con capas de gasa y algodón.
Fue una plaga sin precedentes, pues por primera vez en la historia de la Humanidad, estuvo activa durante más de un siglo, del año 1855 a 1959. La peste bubónica se extendió por los cinco continentes y llegó a ser conocida como la tercera pandemia de la peste. Según la OMS, la pandemia se consideró activa hasta 1960, cuando los fallecimientos a nivel bajas mundial bajaron hasta 200 al año.

La mascarilla durante la I Guerra Mundial:
Anteriormente habíamos hablado del uso de mascarillas filtrantes para protegerse de gases nocivos en industrias mineras, sin embargo es durante la I Guerra Mundial cuando el uso y la cantidad de máscaras antigás aumentó considerablemente, debido a que fue la primera contienda de la historia en la que se emplearon gases químicos como arma de ataque, en esta guerra se usaron de manera experimental las armas químicas más letales de la historia.
Se calcula que estos vapores provocaron la muerte de unas 90.000 personas. Ambos bandos tuvieron que ingeniar máscaras antigás para evitar el exterminio de sus ejércitos.
 

La mascarilla durante la Gripe Española:
El uso generalizado de la mascarilla se dio por primera vez a principios del siglo XX, con la llegada de la gripe española en 1918. La elegida era la mascarilla tipo quirúrgico, pero inferior en protección a la actual, pues la mayoría eran de fabricación casera, con gasas, esparadrapos y otros materiales.
Tanto trabajadores como familias usaban mascarillas para protegerse de la gripe.
 

La mascarilla durante la II Guerra Mundial:
El Zyklon B, el gas utilizado por los nazis en los campos de exterminio para ejecutar la Solución Final, fue el arma más letal de la II Guerra Mundial. Aunque durante la guerra no se utilizó armamento químico era un objeto que el soldado del ejército alemán llevaba a todos los sitios.
 

El uso de máscaras durante la gran niebla de Londres:
El “Gran Smog” fue un periodo de contaminación ambiental ocurrido en diciembre de 1952, que cubrió la ciudad de Londres. El fenómeno fue considerado uno de los peores impactos ambientales hasta entonces, fue causado por el uso de combustibles fósiles en la industria y en los transportes. La población quedó sumida bajo una densa mezcla de niebla y humo que obligó a los británicos al uso de mascarillas de tela para evitar inhalar estos gases.
 

Las máscaras en la Guerra Fría y guerras químicas:
La amenaza de una guerra nuclear entre Occidente y la URSS fue constante durante la segunda mitad del siglo XX. Este es un prototipo de máscara antigás GP-5 de fabricación soviética que se empezó a repartir a la población en 1962 y estaba destinada a proteger de las partículas de la radioactividad. Tenían un efecto protector de 24 horas.
 




Las mascarillas en la “nueva normalidad”, la era del coronavirus
Las máscaras y mascarillas  y diversos elementos de protección facial como pantallas o viseras vuelven ahora a formar parte de nuestra vida, convertidas en un mecanismo de protección frente a la propagación del COVID-19. Usadas tanto por profesionales sanitarios, como personal de establecimientos, hostelería y comercios así como la población de manera cotidiana.


 
Fuentes:

https://www.pinterest.es/pin/144326363046215572/

miércoles, 9 de septiembre de 2020

¡Doce ya!



Hace doce años ocurrió un suceso estelar, un acontecimiento a nivel planetario, fue un Big Bang en mi cabeza que reunió la fuerza necesaria para crear Bohemio Mundi. Esa explosión de letras y sueños consolidaron el suelo rocoso y la atmósfera rosa, porque aquí el aire siempre huele a chuche y los cielos son siempre de atardecer, con esos colores morados y malvas tiñendo el horizonte.

Ya he hablado de sus peculiaridades, y de cómo fue creciendo. Ha resistido a tormentas solares y a lluvias de meteoritos. Ha resistido a acabar en el agujero negro del olvido. Es distinto a cómo fue, ha evolucionado y se ha adaptado, y existe, en esta enorme galaxia olvidada ahí sigue, rotando, pretendiendo que sus días sean siempre de primavera cuando el otoño empieza ya a colorear su paisaje.

 Doce años desde aquella tarde...

¡Doce! Yo también era otra persona distinta a la que soy ahora, me ilusioné con crear ese espacio personal dónde reflejar una parte de mis gustos, curiosidades y anécdotas, dónde escribir mis relatos y hablar de todo un poco. Durante un tiempo lo mimé y cuidé como a un brote que nace, necesitado de sol y de lluvia. Con el tiempo dejé de regarlo con la misma frecuencia que antes, habían otras cosas que robaban mi tiempo y distraían mi atención, pero siempre hubo un poco de agua, un hilillo para mantenerlo vivo. Y aquí está, haciéndome recordar a aquella Ana de hace doce años que llegó al universo Blogger con otro sentido del humor y otra ilusión. Esa llama sigue viva, este lugar es algo mío que no puedo abandonar porque forma parte de mis recuerdos y de mi crecimiento. Me ha hecho conocer a gente maravillosa y me conecta con personas cómo yo, bohemias y comprometidas con las letras. Por eso hoy os invito a celebrar este aniversario, la fecha que lo puso todo a rodar y que nos conectó a tí y a mí, a tí que me lees, me visitas, que contribuyes a hacer de Bohemio Mundi el lugar que es.

 Gracias por seguir, por resistir.


Música: Bob Seger-Old tm rock and roll.

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