viernes, 20 de noviembre de 2015

El tesoro de la isla encubierta


El famoso mapa de Piri Reis que, en la anterior novela de la autora, El envío turco, había sido robado de un museo de Estambul y ocultado posteriormente en la isla de Tenerife, es ahora recuperado por un mafioso brasileño. Con el mapa en su poder, el capo Don Fabio organizará una expedición con el fin de encontrar un fabuloso tesoro que se encontraría en una mítica isla canaria, posiblemente sumergida en la actualidad. El capitán Perdoma, hábil investigador de la Guardia civil de Santa Cruz de Tenerife, que se encuentra de vacaciones en la isla de El Hierro, observará ciertas actividades sospechosas, que una vez confirmadas le harán ponerse en acción para desbaratar los planes de Don Fabio.

- La isla de San Borondón es una leyenda popular de las Islas Canarias (España) sobre una isla que aparece y desaparece desde hace varios siglos, con origen en el periplo legendario de San Brandán de Clonfert («San Borondón»)-

“EL MISTERIO DE LA ISLA ENCUBIERTA”
Pilar Escalona

Hace unos años hablé de “El envío turco” la primera parte de este libro. Ahora tengo el gusto de continuar con “El tesoro de la isla encubierta”, el desenlace, un libro que nuevamente llegó a mí en forma de regalo a través de su autora.
Lo abrí con impaciencia, sabía que me haría viajar y me preguntaba hacía dónde me conduciría esta vez su lectura.
La primera parte me llevó por muchos y exóticos lugares como Capadocia, Estambul o Brasil. En esta ocasión el viaje fue algo más lejos, en el tiempo, al pasado, dónde partí con Brandan y otros monjes evangelizadores en un barco lleno de tesoros en la aventura que les llevaría a toparse de casualidad con la isla encubierta. Es el siglo VI d.C. y van a cruzar mares y océanos que escapan a sus conocimientos. Lamentablemente otros saben de la existencia del botín y van tras ellos. Varios navíos bárbaros quieren apoderarse del tesoro de los monjes. Los asediados evangelizadores pronto divisan tierra. Se trata de un montículo incierto que surge del mar envuelto por la bruma…  La tierra se mueve como si tuviera vida propia y no parece seguro desembarcar en dicho lugar, pero hay que poner a salvo el tesoro, así que bajan a tierra para esconderlo rápidamente mientras el mar a su alrededor burbujea y levanta espirales de espuma.
Algo pasa en la isla encantada, que explota y se hunde en el mar, tragándose el tesoro.
A salvo en su barco los que han sobrevivido ven como la isla desaparece. Testigo de aquel mágico cataclismo es un hombre sabio llamado Catâl Katçar que va a bordo del barco vándalo, un hombre de ciencia, cuyos hechos sobrenaturales escapan a su razón. Transcurren unos pocos años y la leyenda crece en torno a la isla misteriosa, a veces pez, a veces ballena, real, imaginada, siempre misteriosa.
Sabio y monje se reencontrarán para hacer un juramento sagrado que durará nueve siglos. Como una especie de profecía auguran que la isla sumergida se elevará del lecho oceánico, y que otros, con mentes más avanzadas y medios más evolucionados, encontraran sus tesoros. Será este hombre, Catâl Katçar, quien custodie el mapa que Brandan elaboró durante su viaje, un documento que pasará de generación en generación hasta que sea oportuno dar a conocer su contenido.
El pergamino acabará en otras manos, exactamente en las de Piri Reis, el cartógrafo más famoso coetáneo de un extraño navegante de nombre Cristóbal Colón. El mapa del monje inspirará a Piri a dibujar el mundo igual que le inspiraría la llegada de Colón a las Américas. Tiempo después el célebre mapa de Piri Reis sirve como obsequio al sultán de Estambul, en donde permanecerá hasta el 2012, año en el que será robado y llevado a Tenerife por un esbirro de Don Fabio, un mafioso brasileño, obsesionado con la localización de la isla encubierta y el destino de sus fabulosos tesoros.

Me gustó comprobar que de alguna manera la escritura de Pilar Escalona sigue sabiendo a mojo dulce. Prosa limpia, bien estructurada, dividida en múltiples capítulos en la novela aparecen los personajes que más nos gustaron de la primera parte, como Pilita y Pedro, y el decidido capitán Perdoma. Condensado en 402 páginas hay algo de historia, ficción, destinos y gastronomía canaria, aparte de una buena dosis de acción.
Los flecos sueltos de “El envío turco” son segados en esta entrega, los interrogantes resueltos. La historia se enriquece con esos viajes al pasado y al futuro. Y al final la autora sólo deja una pequeña puerta abierta a la especulación, un toque que me pareció muy acertado pero que obviamente no te voy a desvelar.
Me gustó esa mezcla entre personajes reales y ficticios. Me gustaron las localizaciones, en especial que Pilar aprovechara la erupción submarina de El Hierro cerca de La Restinga y la usara en su novela. Me gustó ese sabor canario, con Santa Cruz en Carnaval. Me gustó que en esta ocasión la acción se hace más intrépida, pero sobre todo agradecí la chispita de humor que aporta la entrañable pareja de Pilita y Pedro, y sobre todo la perspicacia de Pilita, con su intervención clave para la resolución del caso. Otra cosa que disfruté y mucho fue el juego que da la leyenda de la isla errante, la octava isla canaria, que algunos dicen que existe y otros que no, pero que siempre formará parte del imaginario popular de los canarios.
Dicho queda, si quieres disfrutar de una novela entretenida, y quieres enterarte del destino del tesoro de la isla encubierta tendrás que leer este libro, seguro que no lo lamentarás.

“En esto, el islote emergió en medio de una atronadora explosión, lanzó intensas y ardientes nubes de vapor, formó humaredas monstruosas que nublaron la vista y quemaron los ojos de quienes las contemplaron. Ascendió en la cresta de olas descomunales coronadas por cientos de metros de espuma entre vapores y nubes, entre el fuego y el aire, en una mar embravecida. El islote saltó en pedazos por la presión del vapor; una inmensa avalancha de agua se precipitó al centro volcánico de la isla.”  


¡Feliz lectura!

miércoles, 18 de noviembre de 2015

Sam Cooke, puro soul


De las voces más acariciadoras que han existido, y es que Cooke mas que cantar enamoraba. No creo que nadie, ni ahora ni en el futuro, iguale el romanticismo y la delicadeza de su voz, una voz que a mí me sigue embargando.

Nacido en Clarksdale, Mississippi (1931), a Sam Cook le bastó con añadir la letra “e” a su nombre para pergeñar su nombre artístico.
Hijo de un reverendo baptista que se llevó a su familia a Chicago, acudió al mismo colegio que Nat King Cole. Allí, pronto despuntó por su capacidad vocal e ingresó en formaciones juveniles de música religiosa.
Con 19 años, pasó de rebote a cantar con The Soul Stirrers, una banda de gospel con relativo éxito que de un día para otro tuvo que sustituir a su vocalista principal Robert H. Harris. Ya como voz principal, grabaciones como Peace in the valley y Jesus gave me water triplicaron las ventas que lo anteriormente registrado con Harris.  Con una forma de cantar muy sencilla y hermosa, extraordinariamente directa, Cooke consiguió que los Soul Stirrers viviesen una nueva época. Gozaron de un mayor éxito comercial, aunque sus ingresos principales provenían de sus numerosos conciertos, lo que le forjó como intérprete en directo. Con su buena presencia y su sonrisa blanca como la seda, no tardó en conquistar a las audiencias, un verdadero rompecorazones para el público femenino.
En sus años con los Stirrers, mejoró su educación musical de la mano de Julius June Cheeks, un vocalista con el que compartió micrófono y escenario en 1954. Artista muy crítico con el sistema de segregación racial de EE UU, Cheeks también influyó en su concepción política y social de la realidad afroamericana. Ambos grabaron All right now a poco de producirse el histórico fallo de la Corte Suprema de EE UU Brown v. Board of Education of Topeka, que declaró anticonstitucional la separación de los estudiantes negros y blancos en las escuelas por negar la igualdad de oportunidades educativas. La sentencia abrió el camino para la integración racial.
El cantante se deshizo de clichés y se recreó en su propio talento para no limitarse a un repertorio religioso y racial. Con canciones como You send me, Sad Mood, Another saturday night o Twistin the nigh away, Cooke llegó a esa cota como casi ningún otro músico afroamericano había conseguido hasta entonces.
Sam murió muy joven, con sólo 33 años en 1964. Fue acribillado a balazos por una recepcionista de un hotel de Los Ángeles. Existen todo tipo de teorías conspiratorias al respecto, como la que asegura que una mano negra quería acabar con él porque era una amenaza.
Dueño de su propio sello discográfico, inmerso de lleno en la industria, liderando la transición del gospel al soul con su obra y la ayuda que ofrecía a otros músicos como Bobby Womack, Lou Rawls o Billy Preston, Cooke era la viva imagen del éxito afroamericano. No era un activista al uso, pero desde que publicó en 1962 Bring it on home to me, demostró a todo el mundo que tenía la virtud de llegar a la conciencia y al espíritu de su comunidad.
Como escribe Charlie Gillet en su Historia del rock: “Bring it on home to me fue la primera canción que Cooke compuso sobre una frase hecha de la cultura negra, al darle un contexto específico y, además, una implicación de todos los significados con los que la frase se podía identificar”.
Algo que también sucedió un año después de su muerte con el éxito rotundo de A change is gonna come, inspirada en Blowin' in the wind de Bob Dylan. Pieza interpretada desde entonces por todos los grandes del soul, A change is gonna come se convirtió en el himno del movimiento de los derechos civiles. Lejos de quedar como un vestigio del pasado, esta canción como tantas del cancionero de Sam Cooke perduran con el mismo hechizo por la plenitud de su voz. Tal y como decía Art Garfunkel: “Era capaz de lanzar una catarata de notas. Sam es el primer cantante que recuerdo dando varias notas en una misma sílaba, cantando como si dijera: ‘Ya he dicho la palabra, pero voy a decirla otra vez porque tengo el corazón repleto de sentimientos intentando salir”. Sentimientos a raudales, nacidos para perdurar por siempre jamás.

Fuentes:

Google imágenes

miércoles, 11 de noviembre de 2015

I Shot The Sheriff VS I Shot The Sheriff


«I Shot the Sheriff» es una canción escrita por el cantautor jamaicano Bob Marley. Fue lanzada por primera vez en el álbum de The Wailers Burnin' en 1973. La canción narra la historia de un hombre que reconoce haber disparado al sheriff del pueblo, pero niega haber matado a su ayudante.
Eric Clapton realizó una versión de la canción y fue incluida en su álbum de 1974 461 Ocean Boulevard. Posteriormente fue lanzada como el primer sencillo del álbum y alcanzó la primera posición de la Billboard Hot 100.1
Además de Eric Clapton, numerosos artistas han realizado versiones de la canción, incluyendo a Voodoo Glow Skulls, Jaco Pastorius, Knorkator, We Butter the Bread with Butter, Screamin' Jay Hawkins y Warren G.
La versión de Bob Marley es más caribeña, con ese toque reggae, un poco ska, mucho más rítmica, e infinitamente más cálida.
La de Eric Clapton parece más eléctrico y urbano.
¿Cuál te gusta más? ¿Con cuál te quedas?

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