jueves, 14 de marzo de 2019

Podrías hacer que lloviera



Podrías hacer que lloviera sobre mi cuerpo, podrías hacer que nevara en mi corazón, y provocar un incendio en mis pulmones, podrías hacer de mis manos un desierto con pozos profundos de arena, y de mi estomago dunas polvorientas, y de mi pecho un oasis con palmeras, podrías construir un paisaje lunar en mi cabeza y rellenar los cráteres con tu savia buena. Porque tú eres la lluvia, y el viento que me moldea y el sol que me da calor. Haz que llueva frío, y luego amaina la brisa con tus manos lisas. Dame el fuego del desierto y la inmortalidad de la Luna. Espero todo eso, aquí como una flor silvestre plantada entre las rosas, pobre rosa que se lamenta de sus espinas y de sus pétalos oxidados. Haz de mí pradera y olivo, haz de mí una playa infinita blanca y cáustica por la sal, enciéndeme como un volcán y luego apágame como una catarata que llega al mar. Compláceme, deléitame, sóplame, reúne mis pétalos, sé mi tallo y mi tierra, arráigame, arráigate, llueve, aliméntame, aliméntate. Te invoco, podrías hacer que lloviera.


Música: Foy Vance-Make it rain

viernes, 8 de marzo de 2019

Nüshu, el lenguaje secreto de las mujeres de Hunan



En el siglo III las mujeres chinas sufrían una enérgica represión, no tenían potestad  ni de su cuerpo ni de su voz, ni acceso a una educación. Ya desde el nacimiento eran consideradas una carga, la mayoría de las veces se las contemplaba como un elemento de trabajo o un objeto decorativo,  cuyo valor dependía de la fortuna de un buen matrimonio o de su diligencia en las labores domesticas, todo ello bajo un halo de quietud, mansedumbre y conformidad ante la dominación masculina imperante. Fue bajo ese marco en el que se germinó y extendió un lenguaje secreto, una forma acaparada de comunicarse reservada sólo para el universo femenino y su esfera del hogar, y con el que podían desahogarse, consolarse, evocar, crear y culturizarse: el nüshu.


En Hunan, una selva húmeda con grandes yacimientos mineros y praderas para el cultivo de arroz, las mujeres parecían condenadas a perecer tal y como lo hacen las bestias: no tenían derecho a recibir educación escolarizada, ni siquiera aprender a leer y escribir. No sólo eso; ninguna persona del sexo femenino solía caminar por la calle. Los usos y costumbres decretaban una reclusión aún mayor a la que en la misma época se experimentaba en occidente. Incapaces de comunicarse a través del lenguaje escrito, se dedicaban a bordar y preparar los alimentos durante el resto de sus vidas.
Nada más contraer matrimonio, todos los nexos familiares se quebraban definitivamente. El pequeño nexo que las unía a sus madres o hermanas desaparecía, pues la tradición estipulaba la mudanza con la familia de su esposo. Algunas mujeres decidían correr el riesgo y miraban por horas a los hombres escribiendo, para intentar imitar esta práctica en solitario y así salir de su encierro, para romper con la soledad y crear una segunda voz que se comunicara al menos consigo misma, fruto de sus propios pensamientos.
Se creía que las mujeres de aquellos tiempos habían perecido bajo el silencio más violento y sepulcral, hasta el siglo XX, cuando se dio a conocer el dialecto secreto que a pesar de todo sobrevivió al peso de los siglos, y que por lo menos se mantuvo vivo hasta 2004, cuando Yang Huanyi, una viuda octogenaria pereció, llevándose consigo a la última voz que dominaba esa lengua.

El nüshu, que literalmente significa "escritura femenina", está reconocido como la única escritura del mundo inventada y utilizada solo por mujeres. Apareció en el seno de la población rural del valle del río Xiao que atraviesa el distrito de Jiangyong en la provincia de Hunan y cuya cultura se caracteriza por la mezcla de elementos yao y han. La escritura nüshu deriva de los caracteres chinos, pero en lugar de tomar una forma cuadrada, adopta trazos filiformes y oblicuos en forma de losanges. Adaptado al dialecto local (chengguan tuhua), esta escritura consta de cuatro elementos principales: el punto y las líneas verticales, inclinadas y arqueadas.
El primer objeto aseverando la existencia del nüshu es una moneda de bronce, descubierta en Nankín, capital de la provincia de Jiangsu. Se remonta a la época del Reino celestial de la gran paz (1851 a 1864), un reino rebelde, conocido por haber introducido importantes reformas sociales, y adoptado, en cierta medida, políticas sobre la igualdad de género. La pieza contiene una inscripción de ocho caracteres nüshu que significa: "Todas las mujeres bajo el cielo pertenecen a la misma familia".

El idioma se convirtió en un acto de rebeldía y desahogo, con la única regla implícita de nunca enseñarlo a los hombres. La historia cuenta que el nüshu tomaba una dimensión inesperada cuando la futura esposa contraía matrimonio y se marchaba a casa de su esposo. Entonces, las mujeres cercanas le regalaban un cuaderno, conocido como "El libro del tercer día", que en el principio contenía los pensamientos y algunas vivencias de sus más allegadas sobre el momento que estaba experimentando. Las demás hojas estaban en blanco, libres para que su voz y escritura rompiera la infranqueable barrera del tiempo y el machismo de entonces y así, proyectar todo lo que sentían a través de los siglos, en un acto de rebeldía e inmortalidad por igual.

En 2002, el nüshu fue inscrito en el Registro nacional del patrimonio documental de China. A partir de 2003, se realizaron talleres en el distrito de Jiangyong para capacitar a nuevas practicantes de nüshu. En 2006, el Consejo de Estado incluyó al nüshu como Patrimonio cultural inmaterial nacional de China. En mayo de 2007 se construyó un Museo del nüshu en la isla Puwei, en el distrito de Jiangyong. Rodeada por el río Xiao, en medio de un paisaje encantador, la isla alberga Puwei Jinmei, aldea natal de muchas renombradas autoras en nüshu desde la cual la escritura nüshu fue propagándose en la región.
Según Yang Cheng, director del departamento de información del distrito, “la cultura tan particular del nüshu es la quintaesencia de la sabiduría colectiva de las mujeres de Jiangyong. Refleja su inteligencia, autoestima, coraje y espíritu creativo. Es una hermosa flor que florece en el jardín de mil flores de la humanidad. La protección de esta cultura local requiere una toma de conciencia por parte de académicos, artistas y autoridades, pero sobre todo de los habitantes de la región”.


Fuentes:

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