martes, 16 de junio de 2020

Las vidas de los negros importan


Un hombre justo dijo un día que "nadie nace odiando a otra persona por el color de su piel, o su origen, o su religión". Ese hombre justo se llamaba Nelson Mandela, un activista sudafricano que dedicó gran esfuerzo a desmontar la estructura social y política heredada del apartheid a través del combate del racismo institucionalizado. No fue la única figura que peleó por cumplir un sueño: "Tengo un sueño, un solo sueño, seguir soñando. Soñar con la libertad, soñar con la justicia, soñar con la igualdad y ojalá ya no tuviera necesidad de soñarlas". Lo dijo Martín Luther King Jr. hace más de medio siglo. Sus palabras no se han perdido, están más vigentes que nunca, su idealismo pacifista tan onírico en su formato ha dejado una profunda huella, y sin embargo aún hay muchos que sienten la necesidad de soñar, de reivindicar, ya que el día en el que la gente no sea juzgada por el color de su piel sino por el contenido de su carácter no ha llegado, seguimos esperándolo.

Desgraciadamente somos testigos de que el racismo no es una palabra enterrada ni erradicada. En pleno siglo XXI el racismo no es el mal recuerdo de una sociedad intolerante y despiadada, ese veneno está fresco y escuece, las nuevas y las viejas generaciones han crecido con esa ponzoña dentro, algo que pone en relieve el terrible peso de la discriminación, del racismo interiorizado. Una vieja herida que nunca llega a cerrarse.

"El racismo es la mayor amenaza para el hombre, lo máximo del odio por el mínimo de razón" (Abraham J. Heschel).”

El pasado 25 de mayo de 2020, George Floyd, un hombre de raza negra, moría a manos de un agente tras ser detenido por la policía de Minneapolis, en Estados Unidos. El suceso fue grabado en vídeo y dio la vuelta al mundo, provocando una oleada de disturbios y protestas. El descontento social dio paso a movimientos como el Black Lives Matter (las vidas de los negros importan), un movimiento que condena la violencia contra las personas negras. La muerte de Floyd es una de la más reciente en una larga lista de abusos y brutalidad policial, especialmente contra la etnia afroamericana, aunque los latinos y asiáticos suelen ser igualmente protagonistas de esta historia de xenofobia, algo que nos cuesta entender al ser la americana una sociedad multicultural, establecida por inmigrantes de todo el planeta.

Pero no nos engañemos, el racismo es global, no exclusivo de los norteamericanos. Casi todas las sociedades y países del mundo tienen un historial de odio y colonialismo. América latina sufrió el abuso de las potencias europeas, especialmente de la española. El auge de la esclavitud de los africanos y árabes fortaleció el comercio naval entre los siglos XVI Y XIX. Muchos pueblos nativos americanos fueron esclavizados por parte de los colonos quienes robaron sus territorios, limitaron sus fronteras y redujeron su población. En Japón y otras regiones de Asia trataron de mantener la pureza de la raza señalando y denigrando a los extranjeros. La Alemania de Hitler y sus ideas supremacistas llevaron a miles de judíos a campos de exterminio. Muchas guerras entre pueblos vecinos y hermanos han sido generadas para defender el derecho natural de las razas «superiores» a imponerse sobre las «inferiores».

Para combatir el racismo, la Organización de Naciones Unidas adoptó en 1965 la Convención internacional sobre la eliminación de todas las formas de discriminación racial y estableció el día 21 de marzo como Día Internacional de la Eliminación de la Discriminación Racial. Pero el espíritu racista ha resistido.

Hoy repasaremos de dónde viene el profundo racismo hacía los negros en EEUU y por qué existe.

El problema de la segregación en Estados Unidos data desde los tiempos de la colonia. El país alcanzó la independencia en 1776, pero la esclavitud continuó siendo parte de la vida cotidiana, sobre todo en las plantaciones de los estados del sur. La esclavitud fue un fenómeno extendido en Estados Unidos desde sus primeros pasos como país, incluso entre "los padres fundadores". Un ejemplo es Thomas Jefferson, quien fue propietario de alrededor de 200 esclavos. La compra y venta de esclavos no era una práctica clandestina sino todo lo contrario, contaba con sus propios mercados.

Las personas de raza negra estuvieron entre las principales víctimas de la práctica del linchamiento (ejecuciones sumarias). Las víctimas eran exhibidas para causar miedo y servir de ejemplo. Los esclavos se dedicaban principalmente a labores de servidumbre, especialmente en los cultivos de algodón, una fibra textil que hizo que el país creciera económicamente debido a su exportación a lo largo del siglo XIX. Para maximizar sus beneficios, secuestraron a millones de esclavos negros en África. Tras la Guerra de Secesión, la esclavitud se abolió, pero el sentimiento supremacista siguió presente en muchos estados. La rama más intolerante la encarnó el Ku Klux Klan, una organización de extrema derecha que con frecuencia recurrió al terrorismo para oprimir a sus víctimas.

Durante los siguientes años la segregación era evidente en los guetos en los que se tenían que hacinar, donde los cines eran 'para gente de color' y no podían pisar las escuelas de los blancos.


-En el sur, la discriminación no era sutil sino que estaba claramente marcada. En algunas estaciones de ferrocarril se mostraban carteles que indicaban que sólo los blancos podían hacer uso de los cuartos de espera-

Pero la segregación comenzó a generar actos de resistencia. Una de las primeras rebeliones fue la de Rosa Parks, quien en 1955 se negó a ceder a un blanco su asiento en un autobús. Por ello, fue detenida y multada. En 1957, el gobierno federal ordenó escoltar a varios estudiantes negros para que pudiesen entrar en una escuela secundaria en Little Rock. En 1962, James Meredith, quiso matricularse en una carrera universitaria, pero el gobernador de Alabama intentó evitarlo presentándose personalmente. En plena escalada de tensión, tuvo que intervenir el presidente Kennedy para defender que tenían los mismos "derechos y oportunidades". Meredith se convirtió en el primer afroamericano que entraba en la Universidad de Misisipi. Este paso le costó que le intentaran asesinar en una manifestación por los derechos de los negros. La resistencia se fue organizando y así surgieron los Panteras Negras, un grupo que nació en el estado de California inspirado en el pensamiento de líderes como Malcolm X. Pero fue Martin Luther King quien asumió el liderazgo de los movimientos pacifistas en defensa de los derechos civiles de los afroamericanos. El activista fue asesinado en 1968.

Miles de personas se manifestaban cada día por sus derechos. La policía miraba cómo los blancos les enseñaban sus banderas supremacistas con el lema 'quién necesita negrata' sobre una esvástica. Si los agentes de la ley actuaban, era para tirar gas lacrimógeno a los negros, rociarlos con mangueras o arrestarlos por centenas.

La victoria de Obama y su ascenso a la presidencia de Estados Unidos en 2009 fue un hito esperanzador para la población de color, pero el entusiasmo duró poco. Freddie Gray, Michael Brown, Eric Garner o Trayvon Martin, todos ellos murieron a manos de la Policía bajo el mandato de Obama, ni siquiera el máximo mandatario de la nación, el primer presidente negro, supo como erradicar el racismo policial.

Apenas hace unos días, otro joven negro, Rayshard Brooks, de 27 años de edad, fue asesinado en el aparcamiento de un restaurante de comida rápida por los disparos de un agente en Atlanta (Georgia, EEUU) después de resistirse a ser detenido y pelearse con dos agentes blancos. El suceso, provocó la dimisión de la jefa de policía de la ciudad. 

Las vidas de los negros importan, no debería recordarse, no debería ser una advertencia, pero ya estamos viendo que aún se necesita recordarlo, sus vidas importan, su color de piel no es un delito.

Video:
Angela Davis-Violencia
Fuentes:


martes, 9 de junio de 2020

Pólvora mojada


Una lágrima acarició su mejilla y se precipitó al suelo al acabar en la punta de su nariz, una niebla húmeda le empañó los ojos, un picor extraño invadió su garganta, y boqueó para toser y espantar un suspiro al mismo tiempo, pero no resultó.
No quería hipar de llanto, su madre decía que los sollozos eran susurros al desamor, y que al desamor no hay que hablarle bajito ni al oído, sino a los ojos y en tono determinante, el hipo era una traición a su entereza, esa entereza que no era suya y que por eso se le estaba escapando, amontonándose en una montaña de añicos que iba creciendo… ¡De todas formas, ¿por qué tenía que ser ella la fuerte si se estaba hundiendo en el barro?!
Todo había empezado con un beso robado, con un beso había subido cual meteoro hasta un planeta rosa que con el tiempo se fue destiñendo. Y allí, al borde de la llanura gris ya sentía que nada era como tenía que ser: ojos, frases, gestos contradictorios, delatores del hastío y la mentira. Podía ver en sus ojos esa chispa del que tiene que enfrentar algo por sorpresa, “¿qué me dejas?”, y arrugaba la frente para darle a entender que no entendía nada y que se merecía una explicación. Y ella, que tenía tantas palabras que decir, tantos reproches que expresar, tanta basura que sacar, se quedó en blanco, ese blanco del vestido de aquella chica con la que le había visto la tarde anterior, no era solo que le hubiera visto, lo había sentido, esa complicidad, esa unión, ese bienestar que con ella había perdido. ¿Cuánto hacía que no reían, que no hablaban mirándose a los ojos? Ella lo sabía incluso antes de confirmarlo, él ya no estaba por ella, y se habían perdido, él la había dejado ir sin más pero fingiendo que nada pasaba, tratándola como a una tonta que no ve, que no sabe que algo ha cambiado en el paisaje. Esa rabia al verlo con otra, esa impotencia incendiaria se había quedado en nada, en un explosivo mojado, un llanto inoportuno que la hacía parecer desgraciada y deprimida. Él la había traicionado ¿por qué no podía echárselo en cara? ¿Por qué quería salvar su autoestima haciéndole creer que la traidora era ella? Le quería, pero sabía que no era suyo, nunca lo fue, y si todo había sido una mentira tampoco estaba mal acabar con una…
-Ya no te quiero, por eso te dejo.
Él no podía discutir algo tan contundente, y hundiendo los hombros la vio dar media vuelta  para cruzar la calle.
Ella hizo un esfuerzo para no mirar atrás, y en cuanto salió de su vista rompió a llorar como una niña pequeña, con el corazón alborotado, hipando como nunca en su vida. No iba a seguirla, ni a detenerla, sólo la odiaría por un tiempo, quizás ni siquiera eso, la olvidaría pronto, ya lo había hecho.


Música: Alice Wonder-Bajo la piel
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