domingo, 22 de octubre de 2017

El Necronomicón, el libro de los muertos

El escritor estadounidense Howard Lovecraft escribió varias docenas de libros, en varios de ellos había una constante referencia al “Necronomicón”. Según se relata, esta obra contenía formulas mágicas y rituales para invocar tanto a monstruos como a demonios, haciendo de éste un material poderoso y quizá el más peligroso conocido por la humanidad.
Durante años muchos lectores han buscado una copia del misterioso libro del que el autor  se aseguró de motivar brindando diferentes pistas… que sólo conducían a un callejón sin salida porque el libro siempre fue una invención.



De todos los libros mágicos del mundo, pocos son tan famosos (o infames) como el Necronomicón, el libro de los muertos.

Se trata de una recopilación de conjuros y rituales antiguos que según el mito traen la locura o la muerte a la persona que trata de ponerlos en práctica. Sin embargo el Necronomicón no es un libro real. Se lo inventó de cabo a rabo (título, autor y origen incluidos) el escritor de novelas de terror H. P. Lovecraft. La primera mención que existe del libro data de 1922, en el cuento corto “El sabueso”. Un año antes, Lovecraft había colado el nombre del supuesto autor del libro, un árabe llamado Abdul Alhazred en el cuento “La ciudad sin nombre”. La idea de un tomo mágico capaz de invocar a dioses oscuros resultó tan atractiva que hasta el propio Lovecraft recibió muchas cartas en vida interesándose por el libro. El escritor siempre negó que el volumen fuera real y explicó en varias cartas que hasta el título también es una invención suya. Sus palabras:
››En relación a los libros terribles y prohibidos, me fuerzan a decir que la mayoría de ellos son puramente imaginarios. Nunca existió ningún Abdul Alhazred ni el propio Necronomicón, porque inventé esos nombres yo mismo. Luwdig Prinn y su grimorio De Vermis Mysteriis fue ideado por Robert Bloch, mientras que el Libro de Eibon es una invención de Clark Ashton Smith. Robert E. Howard debe responder del personaje de Friedrich von Junzt y su Unaussprechlichen Kulten.... ‹‹


El problema del Necronomicón es que Lovecraft se tomó muy en serio el trabajo de crear una historia verosímil alrededor del libro. Para empeorar las cosas, mezcló esa historia con algunos detalles reales hasta el punto de que muchos siguen convencidos de que es un libro real. Entre los datos inventados por Lovecraft encontramos los siguientes:
·         El Necronomicón fue escrito en el año 730 por un poeta y demonólogo árabe nacido en Yemen llamado Adbul Alhazred. Se trata de un personaje ficticio cuyo nombre procede de un pseudónimo que el propio Lovecraft usó en su juventud tras leer “Las Mil y una Noches” (Se trata de una contracción de Abdul All Has Read, el que lo ha leído todo).
·         Alhazred tituló el libro en árabe Kitab Al-Azif (en árabe: El rumor de los insectos por la noche, sonido que el folclore árabe atribuye a demonios como los djins y gules que ya se mencionan en “Las Mil y una Noches”).
·         Alhazred murió en el año 738, despedazado y devorado a pleno día por una entidad invisible en un mercado de Damasco. Parte del libro lo compiló otro erudito iraní llamado Ibn Khallikan. Este último sí es un personaje real.
·         El necronomicón lo tradujo al griego bizantino un monje llamado Theodorus Philetas (ficticio), que fue el que le dio su título actual. Las versiones en árabe y griego se han perdido. Las actuales proceden de una traducción al latín realizada en el siglo XIII por un padre dominico llamado Olaius Wormius. El problema es que sí hay un personaje real con este nombre. Se trata de un médico y anticuario danés del siglo XVI.
·         Pese a que la iglesia católica prohibió el libro, editores españoles y alemanes realizaron un puñado de copias en el siglo XVII. En la actualidad se conservan cuatro copias: una en la biblioteca Widener de la Universidad de Harvard, dentro de una caja fuerte; una copia del siglo XV, en la Biblioteca Nacional de París; otra en la Universidad de Miskatonic en Arkham (Esa universidad no existe) y otra en la Universidad de Buenos Aires.

Todos los datos expuestos hasta ahora, aunque contienen referencias a algunos personajes o instituciones reales, son completamente ficticios e inventados por Lovecraft. El problema es que el Necronomicón y la propia obra de Lovecraft son tan fascinantes que desde entonces muchas otras personas se han dedicado a engordar la bola de mentiras alrededor del supuesto libro. Se dice, por ejemplo, que está encuadernado en piel humana, aunque Lovecraft nunca llegó a describir su apariencia. Hasta se han llegado a subastar copias supuestamente confeccionadas en el Siglo XVII que no eran más que estafas para incautos.
En las universidades donde Lovecraft escribió que se conservan copias del libro han aparecido fichas muy detalladas del mismo (que figura como no disponible). Son obra de bromistas, pero legitiman la ficción de Lovecraft hasta hacerla difícilmente distinguible de la realidad. Se dice que hasta el mismísimo Jorge Luis Borges creó una ficha del Necronomicón en la Biblioteca Nacional de Buenos Aires. No es el único caso. Hay muchas otras universidades y bibliotecas del mundo en las que pueden leerse fichas del libro, aunque el volumen en sí nunca está disponible.
En 1973, la editorial Owlswick Press publicó una supuesta edición limitada del Necronoimicón basada en unos manuscritos supuestamente encontrados en oriente medio por el escritor de ciencia ficción L. Sprague de Camp. La obra está escrita en un dialecto inventado del árabe llamado Duriac.
En esa misma década apareció una versión del Necronomicón escrita por alguien que se hacía llamar simplemente Simon. Se basa muy libremente en las descripciones de Lovecraft unidas a la mitología Sumeria. Detrás del libro está el escritor sobre ocultismo Peter Levenda.
En 1978 se publicó otra versión supuestamente obtenida tras descifrar mediante un superordenador un texto oculto en una obra de John Dee, un científico y ocultista real que sirvió como consejero a la reina Isabel I de Inglaterra y que frecuentemente se le asocia como uno de los traductores del Necronomicón. Hasta se ha llegado a decir que el Códice Voynich es, en realidad, un Necronomicón disfrazado.


A día de hoy, encontrar una copia del Necronomicón es fácil. Solo tienes que acercarte a tu librería favorita o buscar en Internet. Lo que ya no te podemos garantizar es que sea el auténtico, ni que los rituales que describe vayan a ayudarte a algo más que a pasar un rato escalofriante jugando a la magia negra con tus amigos.


Fuentes:

jueves, 12 de octubre de 2017

Las mejores bandas sonoras de terror

El género de terror cuenta con varios elementos para provocar el susto: las luces, las sombras, el escenario tétrico, los espantos repentinos, el maquillaje terrorífico, los efectos sonoros, una puerta que chirria, un suelo que cruje, un trueno que deja sordo, una silueta extraña parada en la oscuridad… ¡pero sobre todo la música!
Más que el personaje, más que la careta, más que la forma de matar, el sello, la marca característica de muchos films de terror son sus increíbles y aterradoras bandas sonoras. Instrumentos que ponen la piel de gallina, notas que paralizan, acordes que aceleran la pulsación cardiaca y el ritmo de la respiración.


- LA SEMILLA DEL DIABLO (Roman Polanski, 1968)
Una pacífica canción de cuna cantada por la protagonista Mia Farrow es el ejemplo perfecto para mostrar como una dulce canción puede tornarse tétrica y angustiosa con el contexto adecuado.  Aunque el compositor polaco Krzysztof Komeda no puede evitar incluir acordes siniestros para recordarnos que esto no va a ser un paseo por el parque. Inolvidable.



 - VIERNES 13 (Sean S. Cunningham, 1980)
Al compositor Harry Manfredini le pidieron una música escandalosamente terrorífica para hacer saltar a los espectadores de sus asientos, algo que evocara cuchilladas  y griterío. Pero él fue más allá y agregó un par de sonidos a su banda sonora. Un susurro con eco, que terminó transformándose en sinónimo de la presencia del asesino.


- LA NOCHE DE HALLOWEEN (John Carpenter, 1978)
Estamos, a mi juicio, ante la mejor banda sonora de su generación y una de las mejores de la historia del cine. Curiosamente, estuvo a punto de solo ser una sucesión de diálogos y silencios. Sin embargo, Las críticas que recibió en los pases previos por no incluir una banda sonora  llevaron a John Carpenter a añadir una partitura a última hora. La compuso, grabó y montó en cuatro días, improvisando directamente sobre el montaje final. El resto, como suele decirse, ya es historia.



- EL EXORCISTA – William Friedkin, 1973
William Friedkin encargó dos bandas sonoras a sendos compositores para este clásico del terror, entre ellos Lalo Schifrin. Pero eran tantas sus exigencias que terminó desechando las dos. Finalmente, compuso la banda sonora con temas preexistentes de distintas fuentes. La más característica, sin duda, Tubular Bells del inglés Mike Oldfield. Aunque originalmente era parte de un álbum de estudio de rock progresivo, su asociación con la película “más aterradora de todos los tiempos” transformaron al tema en un icono siempre ligado a la posesión diabólica, las niñas insolentes y los sacerdotes heroicos. No creo que pueda escucharse su tema principal sin sentir un gélido escalofrío.



- PSICOSIS (Alfred Hitchcock, 1960)
Es muy probable que la mítica escena de la ducha deba gran parte de su grandeza a las afiladas cuerdas del compositor Bernard Hermann, que acompañan a cada puñalada con una fuerza descomunal. Para este emblemático momento, Hermann solo usó violines puesto que, en su opinión, se trata del instrumento que más se asemeja a la voz humana. Esa parte en concreto de esta fantástica banda sonora siempre la relacionaremos con la locura, la demencia y el asesinato. La corona del cine de terror.



- POLTERGEIST (Tobe Hooper, 1982)
Es muy probable que si alguien escucha este tema sin saber su relación con la película no pueda imaginar que se trate de un clásico del cine de terror. Posiblemente piense que se trata de una película infantil o un anuncio navideño. Sin embargo, precisamente es eso lo que hace terroríficamente inolvidable esta composición. Esa “inocencia” con la que Jerry Goldsmith quiso impregnar la canción para después llevarnos a la oscuridad absoluta mezclando los peores horrores inimaginables con la ternura infantil de la protagonista.



- PESADILLA EN ELM STREET (Wes Craven, 1984)
Charles Bernstein fue el primer compositor de toda la saga. Fue escogido por el propio director del film, Wes Craven, y compuso una banda sonora con un sonido típico de la época, utilizando sintetizadores en lugar de una orquesta convencional, y añadiendo efectos sonoros dentro de los temas para lograr transmitir algo del horror de las pesadillas que los protagonistas sufrían en pantalla. El tema principal es uno de los más reconocibles de toda la banda sonora y ya ha quedado asociado al personaje principal.
También merece una mención en especial la inquietante canción de las niñas saltando a la cuerda. Unas estrofas que han conseguido convertirse en un elemento  significativo de la saga.



  -LA PROFECÍA – Richard Donner, 1976
Jerry Goldsmith volvió a hacer de las suyas con la composición de este legendario tema. Richard Donner sabía perfectamente que necesitaba una banda sonora que no pasara desapercibida y acertó de pleno con la elección de Goldsmith. De hecho, este éxito fue refrendado con un Oscar.
Es una banda sonora de terror pleno con coros en latín que cantan al mismísimo Satanás. Esta canción consiguió que una película que no daba especial miedo ascendiera al status de clásico absoluto del cine de terror.



- EL RESPLANDOR (Stanley Kubrick, 1980)
Con esta banda sonora, Stanley Kubrick consigue que, con sólo escuchar los créditos que abren El Resplandor, se te anude el estómago. Con un “temazo” que logra mezclar en siniestra armonía el oscuro poder sobrenatural con la demencia del personaje de Jack Nicholson. Sin duda, se trata de uno de los grandes hitos del terror cinematográfico de la historia.


Fuentes:

viernes, 6 de octubre de 2017

Posters terror


Creo que estamos de acuerdo en que las películas slasher y de serie B tienen algo que las hace especiales, puede que se deba a su inconfundible estilo cutre, a sus planos de baja calidad, a su estética improvisada, sucia y grunge. Hoy te traigo un montón de posters de películas modernas que han sido diseñados con inspiración de estas películas de terror vintage. Todos capturan perfectamente el carácter de los originales usando las herramientas digitales para imitar viejas impresiones del cartel, de aquella vieja tipografía cepillada a mano y con un montón de salpicaduras de sangre.















Fuentes:

domingo, 1 de octubre de 2017

El distrito de la Madeleine


Cortometraje de la película Paris Je t'aime (2006) dirigido por el canadiense Vincenzo Natali en el que un joven turista (Elija Wood) se encuentra con una extraña vampiresa (Olga Kurylenko) en un barrio de París.
Este fragmento pertenece al film “Paris, je t'aime” dirigida por varios directores de distintas nacionalidades, entre los que se encuentran los hermanos Cohen, Isabel Coixet, Wes Craven, Alfonso Cuarón, Christopher Doyle, Walter Salles, Gus van Sant. Está compuesta de dieciocho cortometrajes, cada uno de los cuales sucede en un barrio distinto de la ciudad de París. Además cuenta con la participación de reconocidos actores como Natalie Portman, Elijah Wood, Nick Nolte, Juliette Binoche, Willem Dafoe, Bob Hoskins, Gérard Depardieu y Steve Buscemi, entre otros.
El amor se respira en cada uno de los rincones de París. Diferentes historias sobre la alegría, los encuentros inesperados, las separaciones, etc.
Cuenta con una versión estadounidense, New York, I Love You, estrenada en 2009.
Paris es la ciudad del amor también para los vampiros…


Fuentes:

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