miércoles, 29 de septiembre de 2010

Drácula

Argumento: Jonathan Harker viaja a Transilvania para cerrar un negocio inmobiliario con un misterioso conde que acaba de comprar varias propiedades en Londres. Después de un viaje lleno de ominosas señales, Harker es recogido en el Paso de Borgo por un siniestro carruaje que le lleva, acunado por el canto de los lobos, a un castillo en ruinas. Tal es el inquietante principio de una novela magistral que alumbró uno de los mitos más populares y poderosos de todos los tiempos: Drácula. La fuerza del personaje –del que el cine se adueñó hasta la saciedad- ha eclipsado a lo largo de los años la calidad, la originalidad y la rareza de la obra de Bram Stoker, sin duda una de las últimas y más estremecedoras aportaciones a la literatura gótica anglosajona.


Fuentes de Stoker:
Drácula (Vlad Draculea) es el protagonista de la novela homónima del irlandés Bram Stoker, de 1897, que dio lugar a una larga lista de versiones de cine, cómics y teatro. Se dice que Stoker fue asesorado por un erudito en temas orientales, el húngaro Hermann (Arminius) Vámbéry, que se reunió algunas veces con el escritor para comentarle las peripecias del verdadero Drácula.

Bram Stoker encontró una breve referencia al voivoda Drácula en un libro sobre Valaquia y Moldavia, en el que su autor decía en un pie de página: «Drácula, en la lengua nativa de Valaquia, significa 'diablo'». La sonoridad de este nombre le gustó a Stoker, que había llamado originalmente a su vampiro «conde Wampyr». Decidió entonces llamarlo «conde Drácula». Sin embargo, Stoker no conocía nada sobre la vida del verdadero Tepes (de hecho incluso hoy en día se desconocen muchos aspectos de su vida y de su muerte). En realidad, la novela Drácula no tiene relación con la vida de Vlad Tepes. Tampoco se sabe nada sobre la personalidad y la visión y filosofía de Vlad, por lo que haríamos mal en pensar que el personaje de Stoker está basado en la personalidad de esta figura histórica.

Para describir los paisajes de Rumania, Stoker se sirvió de dos obras: una, de Emily Gerard, es “La tierra más allá de los bosques” (1888); y la otra, un “Informe sobre los principados de Valaquia”. Para hallar al verdadero Drácula histórico, debemos remitirnos a los antecedentes literarios de la novela de Stoker: en Varney el vampiro, y en los textos de Polidori, Charles Nodier, Hoffmann, Samuel Coleridge, Sheridan Le Fanu, Teophile Gautier y otros, veremos cómo el personaje del vampiro clásico se va desarrollando poco a poco hasta convertirse en el que todos conocemos con el nombre de Drácula.

En las primeras páginas de su novela, Stoker insinúa la seducción horrorosa del vampiro. En un castillo decadente, rodeado de un paisaje invernal y solitario, un hombre cultivado, aristocrático y atemorizante acaba de franquear la entrada a un joven inglés con la frase clave: «Entre usted libremente y por su propia voluntad». Se dice que para recrear el personaje del conde Stoker se inspiró en Henry Irving, jefe y amigo, por quien Bram sentía una extraña fascinación que marcaría su vida.

Desarrollo de la novela:
Mediante los diarios que escriben los personajes principales (excepto el propio Drácula), cartas que se intercambian, telegramas, noticias de prensa, albaranes y facturas, Stoker desarrolla una historia, con pequeños saltos en el tiempo bien administrados, en la que se revela la desmesurada ambición de poder de Drácula, quien se traslada a Londres y mueve ejércitos de ratas, niebla, lobos, murciélagos y tormentas para lograr su objetivo.

Stoker conocía los detalles de la superstición y atribuye a Drácula los rasgos peculiares del vampiro, tales como:
La capacidad de hacer que cambie el tiempo.
Lograr obediencia de seres repulsivos, como las ratas, moscas, arañas y los murciélagos, pero también de los lobos y los zorros.
Una fuerza sobrehumana.
Convertirse en animal o en niebla.
Perder facultades durante el día. El vampiro huye de la luz diurna, que lo debilita pero no lo destruye: puede moverse a medio día durante un escaso período de tiempo (el conde Drácula, en la novela, aparece a plena luz del día buscando a Mina Harker).
Dormir sobre tierra, traída de su lugar natal, en el interior de un ataúd.
Beber sangre humana (su único alimento) y convertir en vampiros a quienes aseste su mordedura fatídica y bautice con su propia sangre haciéndoles beberla. Si únicamente son mordidos, no se transforman en vampiros.
Se le puede mantener a raya con crucifijos, ristras o flores de ajo, la Sagrada Forma consagrada y agua bendita; pero para que muera realmente, se le ha de clavar una estaca en el corazón o se lo ha de decapitar.
El Drácula de Stoker tiene todos los elementos de los vampiros que lo precedieron, más algunas características tomadas del hombre lobo, cuya historia había sido publicada poco antes.



“DRÁCULA”
Bram Stoker


Todo comienza cuando Jonathan Harker, un joven abogado procurador inglés, debe realizar un viaje a Transilvania para concluir la compra de unas propiedades en Londres y sus alrededores por parte del Conde Drácula, el cual también le pide que le explique cosas acerca de esa ciudad. En un principio, la estancia de Jonathan en la morada del Conde Drácula es normal, pero a medida que pasan los días comienza a darse cuenta de la extraña naturaleza de su anfitrión: no se refleja en un espejo, vive de noche y no parece que coma. En el transcurso de los días, el anciano agradable que Jonathan había conocido en un principio se convierte en un ser despreciable, ruin y despiadado, hasta el punto de llegar a hacer prisionero al joven agente. En el castillo viven también tres hermosas mujeres vampiresas novias de Drácula, quienes seducen a Jonathan, con la intención de chuparle la sangre, pero la repentina llegada del conde lo impide. En compensación el conde les da un bebe que había robado esa tarde para que se alimenten de su sangre, algo de lo que, horrorizado, es testigo el joven Harker.
Mientras, en Londres, Wilhemina Murray, Mina, una joven institutriz, prometida de Jonathan Harker, comienza a impacientarse por la tardanza de éste.

Teniendo al joven Harker prisionero en su castillo, el Conde decide viajar a Londres, pero ha de hacerlo metido en una caja con tierra de Transilvania, ya que debe descansar en tierra sagrada de su patria. Para alcanzar su destino, debe viajar en carruaje hasta un puerto cercano “al Bósforo”, y desde allí en barco hasta Whitby, en la costa de Inglaterra. Al mismo tiempo, la joven Mina decide pasar una temporada con su amiga Lucy Westenra, para encontrar un poco de descanso. Lucy es una joven, de clase acomodada, que vive en una lujosa mansión. Pasa el tiempo, y Jonathan sigue recluido en el castillo de Drácula. Mientras, en Whitby, Lucy sufre unos extraños síntomas: palidez extrema, debilidad y dos pequeños orificios en el cuello, producidos por una supuesta enfermedad; pero lo que en realidad le pasa a la joven es que está convirtiéndose en vampiresa o en No-muerta debido a que Drácula le absorbe la sangre, que necesita para sobrevivir y rejuvenecer. Los síntomas de Lucy se irán agravando tras su regreso a Londres. Al no mejorar la salud de Lucy, su prometido Lord Arthur Holmwood (Lord Godalming) y su amigo Quincey Morris, piden consejo al Doctor Seward (Los tres se le habían declarado a Miss Westenra). Este médico es el director del manicomio en el que se encuentra el loco (o no tan loco) Renfield, un interno bajo la influencia de Drácula. Este interno, entre otras cosas, practica la zoofagia. Al observar que la salud de Lucy empeora, Seward decide pedir consejo al doctor Abraham Van Helsing, un atípico médico holandés, experto en enfermedades misteriosas, que fue su profesor en sus años de carrera. Tras realizar numerosos tratamientos y transfusiones, Lucy muere y es sepultada.

Días más tarde, algunas noticias publicadas en el periódico de la ciudad hablan de una "hermosa señora" que muerde a niños pequeños. El doctor Van Helsing sospecha que Lucy se ha convertido en No-muerta, así que montan guardia a la tumba familiar en la que ha sido sepultada la joven. A medianoche los hombres, armados de estacas y linternas, descienden a la tumba en que reposa el cuerpo de Lucy; al retirar la tapa del sarcófago se percatan que el cuerpo no está dentro del ataúd; entretanto Lucy llega convertida en una no-muerta, llevando un niño en brazos al que le está bebiendo la sangre. El doctor Van Helsing sella el sepulcro de Lucy con hostia consagrada, de manera que ésta no puede huir y se coloca detrás de la vampiresa con un crucifijo de oro. El doctor Van Helsing pide autorización a Arthur para "matar" al monstruo. El joven, devastado por la transformación de su amada, acepta. El doctor Van Helsing y sus ayudantes completan el rito para que la joven pueda descansar en paz: le clavan una estaca en el corazón, la decapitan y le llenan la boca de ajo. De esta manera Lucy Westenra deja de ser una vampiresa.

Mientras tanto, el cautiverio de Jonathan Harker ya ha finalizado, pues ha logrado huir del castillo descendiendo por sus muros, pero cae al río que bordea el castillo y es arrastrado por la corriente. Por fortuna es encontrado por unas monjas en una abadía cercana y posteriormente alojado en un hospital de Budapest, donde se recupera de una fiebre cerebral sufrida a raíz de los terribles hechos vividos en la morada de Drácula. Una monja del hospital se pone en contacto por carta con Mina, detallándole la situación de su prometido, y le pide que se desplazase hasta ese lugar para cuidar de Harker, y allí, según resuelve Mina, contraerán matrimonio.
Tras regresar de su boda, Mina comparte su experiencia con el doctor Van Helsing, contándole todo lo que sospecha. Éste averigua finalmente que el conde Drácula es un vampiro, por lo que deciden darle muerte. Primero intentan acabar con él en Londres, buscando y purificando todos sus refugios, sin conseguir darle muerte. El conde, al encontrarse acorralado, los desafía chupando la sangre a Mina. Tras esto Renfield, siervo de Drácula, quien hasta entonces lo consideraba como su maestro y señor, decide luchar en su contra, pero Drácula lo mata acusándolo de traición. Seguidamente vuelve a morder a Mina y hace que ella beba de su sangre para que quede ligada a él, hecho que Van Helsing nombra como
"el bautismo de sangre del vampiro". Poco más tarde Drácula se enfrenta a Jonathan y Van Helsing, pero al no poder derrotarlos pese a su gran poder, huye de ellos y parte hacia su castillo en Transilvania.

Todos los que querían acabar con Drácula -Jonathan, John Seward, Van Helsing, Quincey Morris, Lord Godalming (prometido de la fallecida Lucy) y Mina Harker-, marchan tras él, pues gracias a las sesiones de hipnosis que le practica Van Helsing a Mina, quien ha caído bajo el influjo de Drácula, aunque no del todo, saben que el Conde ha huido. Tras días de viaje, algunos de ellos llegan al castillo (se habían separado en tres grupos), y allí Van Helsing mata a las tres vampiresas atravesándolas con sendas estacas. Drácula llega poco después metido en una caja de tierra, llevado y flanqueado por zíngaros (gitanos) leales que también lo habían llevado hasta el puerto en su viaje a Londres.
Es entonces cuando se libra un combate que termina cuando el puñal de Jonathan corta el cuello del Conde al tiempo que Morris atraviesa el corazón del vampiro antes de morir víctima de la puñalada mortal propinada momentos antes por un zíngaro. Se termina así para siempre con el sangriento vampiro de Transilvania.


Hace tiempo que deseaba volver a releer “Drácula” Es curioso como cambian las percepciones al hacer una segunda lectura. La primera vez me resultó un libro pasable, aunque recuerdo que en ocasiones la lectura me pareció pesada y monótona, quizás porque la historia se desarrolla a través de cartas y diarios, y puede que también por algunas expresiones un tanto rebuscadas o forzadas, en incluso cursis. Además el desenlace me resultó demasiado precipitado.
Esta vez me sumergí más en la historia, y en los personajes, podría decirse que lo disfruté mas. Su inicio es fascinante, tanto por la trama como por las descripciones. La cruzada contra el conde te anima a seguir leyendo. Y también la trasformación de Lucy en vampiresa es apasionante, la parte de la muerte de Lucy es realmente aterradora, por que si, reconozco que pasé miedo leyéndolo, supongo que fue porque me involucré tanto en la lectura, y que me sugestioné de tal modo que hasta tuve episodios sonámbulos, e incluso sueños en los que algo arañaba la ventana como si fueran las alas del murciélago, un vampiro que venía a por mi. (O es que soy muy sensible, yo que sé) Quizás uno de los efectos secundarios de su lectura sean las pesadillas. Y eso que el libro tiene más de un siglo y estamos más que hartos de las historietas de vampiros, pero hay en el libro una descripción que me marcó, una idea que me llenó de terror… "Porque los muertos viajan deprisa", fragmento citado por Bram Stoker del poema Lenore, escrito por Gottfried August Bürger. Si, porque los muertos viajan rápidos, y algunos pueden entrar por las rendijitas de las puertas como si nada.
No soy la única a la que le dio miedo, pues se cuenta que el propio autor de la novela, Bram Stoker, consumido por su obsesión por el vampiro, murió enloquecido y mirando aterrorizado, señalando con el dedo a las esquinas en sombra o bajo la cama y gritando ¡strigoiu! (vampiro, en rumano). Aterrador, ¿verdad?


¡Feliz Lectura!

Fuentes: culturalianet.com. Wikipedia. Google imágenes.

jueves, 23 de septiembre de 2010

Locos Bohemios IV

A veces la locura se une a la bohemia y aunque parezca increíble engendra frutos de genialidad.


Bohemio en la vida:
Christopher Johnson McCandless (12 de febrero de 1968 -18 de agosto de 1992) fue un estadounidense que murió cerca del Parque Nacional Denali después de caminar en solitario en medio de la tundra de Alaska con escasa comida y equipo. Jon Krakauer escribió un libro sobre su vida, ‘Into the Wild’, en 1996, que inspiró en 2007 un película dirigida por Sean Penn, protagonizada por Emile Hirsch.



McCandless creció en Annandale, Virginia, localizada en el Condado de Fairfax. Su padre, Walt McCandless, trabajó para NASA como un especialista en antenas. Su madre, Wilhelmina "Billie" Johnson, era la secretaria de su padre y más tarde ayudó a Walt a instalar una exitosa compañía consultora.
De su temprana niñez, sus maestros notaron que Chris tenía voluntad inusualmente férrea. Cuando creció, le agregó un intenso idealismo y gran resistencia física. En la escuela secundaria, sirvió como capitán en el equipo de carreras, donde instó a sus compañeros de equipo a correr como si de un ejercicio espiritual se tratara, en el que ellos estaban corriendo “contra las fuerzas de oscuridad (...) contra todo el mal en el mundo, todo el odio”.
Se graduó en la escuela secundaria W.T. Woodson en 1986 y en la Universidad de Emory en 1990, especializándose en historia y antropología. Su rendimiento superior a la media y su éxito académico enmascararon un desprecio creciente por lo que él percibió como el materialismo vacío de la sociedad norteamericana. “En su primer año se le ofreció pertenecer a la fraternidad Phi Beta Kappa, pero lo rechazó argumentando que los honores y los títulos son irrelevantes” (citado de ‘Into the Wild’). Las obras de Jack London, León Tolstói y Henry David Thoreau tuvieron una fuerte influencia en McCandless, y soñó con abandonar la sociedad, al estilo de Thoreau, por un período de solitaria contemplación. Buscándose a sí mismo.

En el camino
Después de graduarse de Emory en 1990, donó sus ahorros de $24,000 a la caridad y empezó a viajar por el país, usando el nombre de "Alexander Supertramp"(Súper vagabundo). McCandless hizo su viaje a través de Arizona, California, y Dakota del Sur, donde trabajó en labores agrícolas. Alternó entre períodos de trabajo relativamente fijos y con gran contacto con gente, con periodos en que estuvo sin dinero y sin ningún contacto humano, al punto que a veces tuvo que luchar por la comida. Sobrevivió a varios peligros durante estos periodos de vida salvaje, un ejemplo es cuando perdió su automóvil en un diluvio, y cuando bajó en canoa por el río Colorado, en dirección al golfo de California. McCandless se enorgullecía de sobrevivir con un mínimo de elementos, y una preparación bastante básica.



Durante años, McCandless había soñado con una "Odisea de Alaska": vivir de la tierra, lejos de la civilización, y manteniendo un diario de vida que describiera su progreso físico y espiritual, enfrentando las fuerzas de naturaleza. En abril de 1992 hizo autostop a Fairbanks, Alaska. Fue visto con vida por última vez por James Gallien, quien le llevó de Fairbanks a Stampede Trail. Gallien se preocupó por 'Alex', pues tenía pocos medios materiales y ninguna experiencia en el entorno de Alaska. Gallien intentó persuadir a Alex para aplazar su viaje, e incluso le ofreció conducirlo a Anchorage para comprar equipamiento adecuado. McCandless se negó a recibir toda ayuda, salvo un par de botas de caucho, dos latas de atún, y una bolsa de maíz.

Después de hacer una caminata a Stampede Trail, McCandless encontró un autobús abandonado como un lugar para asentarse, y se empeñó por vivir exclusivamente de la tierra. Llevaba consigo una bolsa de arroz, un rifle Remington semiautomático, municiones, un libro sobre las plantas locales, varios otros libros, y un poco de equipo de campamento. Asumió que debía cazar para poder vivir: a pesar de su inexperiencia como un cazador, McCandless capturó con éxito animales pequeños tales como puercoespines y pájaros. Una vez mató un alce, no logrando conservar toda la carne sobrante, pese a haberla ahumado sobre los arbustos, tal como le recomendaron los cazadores con que se había encontrado en Dakota del Sur.

Su diario contiene entradas que cubren un total de 113 días. Estas fechas relatan la cambiante fortuna de McCandless. Después de vivir con éxito en el autobús durante varios meses, Chris decidió salir en julio, pero encontró el sendero bloqueado por el río Teklanika, que estaba entonces considerablemente más alto que cuando lo había cruzado en abril.
El 6 de septiembre de 1992, dos excursionistas y un grupo de los cazadores de alces encontraron esta nota en la puerta del autobús:


“S.O.S., necesito su ayuda. Estoy herido, cerca de morir, y demasiado débil para hacer una caminata. Estoy completamente solo, no es ningún chiste. En el nombre de Dios, por favor permanezcan aquí para salvarme. Estoy recolectando bayas cerca de aquí y volveré esta tarde. Gracias, Chris McCandless. Agosto”
Era el 12 de agosto, día que escribió lo que se presume fueron sus palabras finales en su diario. Arrancó la página final del libro de memorias de Louis L’Amour, “Educación de un Hombre Errante”. En el otro lado de la página, Chris agregó, “he tenido una vida feliz y doy gracias al Señor. Adiós, bendiciones a todos”.
Su cuerpo se encontró en su saco de dormir dentro del autobús, con apenas 30 kilos de peso. Llevaba muerto más de dos semanas. La causa oficial de su muerte fue inanición.





Su biógrafo Jon Krakauer ha sostenido que dos factores pueden haber contribuido a la muerte de McCandless en agosto de 1992. Primero, que estaba en riesgo de inanición debido a su creciente actividad, en comparación con la escasa comida que consumía por lo que cazaba. Sin embargo, Krakauer insiste que la inanición no fue, tal como lo indican los certificados de defunción de McCandless, la causa primaria de su muerte. Inicialmente, Krakauer sugirió que McCandless podría haber ingerido semillas tóxicas (Hedysarum alpinum). Sin embargo, las pruebas de laboratorio demostraron concluyentemente que no había ningún rastro de toxina presente en los suministros de comida de McCandless. En las ediciones posteriores de su libro, Krakauer ha sostenido entonces que fue un hongo, Rhizoctonia leguminicola, el que creció en las semillas que McCandless comió, la que le provocaron su muerte. Sin embargo, no queda ninguna evidencia para apoyar la teoría de Krakauer a excepción de un escrito que hizo McCandless en su diario el día 30 de julio que inicia así: EXTREMADAMENTE DÉBIL, FALTA DE AGUA, SEMILLA...; pero toda la información forense disponible sugiere que McCandless simplemente murió de hambre.

Legado cultural El libro de Krakauer hizo de McCandless una figura heroica para muchos. En 2002, el autobús abandonado donde McCandless acampó se volvió un destino turístico. La película Into the Wild, (traducida al español como Hacia rutas salvajes) basada en el libro de Jon Krakauer, fue lanzada en septiembre de 2007 con aclamación de la crítica, entre ellos Roger Ebert. En octubre de 2007, se difundió una película documental sobre el viaje de McCandless, titulada The Call of the Wild, y que fuera realizada por el director independiente Ron Lamothe. La historia de McCandless también inspiró un episodio de la serie de televisión Millennium, el álbum Cirque, por Biosphere, y una serie de canciones populares.

¿Negligencia?
Aunque Krakauer y sus lectores tienen una visión simpatizante con McCandless, algunos habitantes de Alaska mantienen una visión más bien negativa de McCandless y de aquellos que tiñen su vida como “romántica”. Debido al hecho que no tenía ningún mapa, McCandless estaba desinformado de la existencia de un vagón colgante a 400 metros donde no pudo cruzar el río Teklanika (dispositivo colgante de un cable de acero para cruzar el río usando poleas), y también de la existencia de cabañas abastecidas con suministros de emergencia 6 millas al sur del autobús, aunque estos últimos estaban destruidos y los suministros estropeados, probablemente por obra del propio McCandless, como se detalla en el documental de Lamothe.

El guardabosque Peter Christian, del Alaskan Park, escribió: “Estoy continuamente expuesto a lo que yo llamo el ‘Fenómeno McCandless’. Son casi siempre hombres jóvenes los que vienen a Alaska para desafiarse a sí mismos contra un paisaje desierto, donde el acceso es difícil y las posibilidades de rescate son prácticamente inexistentes. […] Cuando usted considera lo que hizo McCandless, desde mi perspectiva, se ve rápidamente que fue simplemente tonto, trágico, y desconsiderado. Primero, empleó muy poco tiempo en el aprendizaje de cómo era realmente la vida salvaje. Llegó al Stampede Trail incluso sin un mapa del área. Si él hubiera tenido un mapa podría haber salido sin dificultades.
Judith Kleinfeld escribió en Anchorage Daily News que “muchos habitantes de Alaska reaccionaron con rabia frente a su estupidez. Tendría que ser un completo idiota, afirman, para morirse de inanición en pleno verano a 20 millas de la carretera.”
Su vida y figura son paralelas a la de Everett Ruess, que vivió en circunstancias parecidas pero que desapareció misteriosamente en el desierto de Utah.


La película “Hacia rutas salvajes” está basada en su bohemia vida:




FIN A LOS LOCOS BOHEMIOS

martes, 21 de septiembre de 2010

El último día del verano

El sol es el mismo sol pero no calienta del mismo modo. La luz es la misma luz pero no es tan blanca, no es tan radiante. Las horas son las mismas horas y sin embargo parecen más cortas, como si los segundos hicieran una carrera con los minutos, como si ya no duraran lo mismo si no mucho menos, todo parece diferente al llegar el último día del verano. Cuesta despedirse de él, del verano cálido y largo, de los días fáciles, de las horas al sol, de aquellas horas de claridad. Y si que cuesta decirle adiós, decirle hasta pronto, porque aún falta un otoño, un invierno y una primavera para volverle a ver, para que vuelva otra vez con sus días largos, sus horas luminosas y su sol caliente.

A parte de por el cambio de temperatura también noto que ha llegado el final del verano por una cosa en concreto: vuelvo a sacar los calcetines de la gaveta. Es verdad, para una friolera de mi calaña el calcetín es un elemento imprescindible. Gorditos, de lana, deportivos o más finitos esas fundas para los pies es algo sin lo que no podría vivir. No podría imaginarme una madrugada lagunera sin llevarlos… Hoy ese momento ha llegado, tengo los pies fríos y el corazón caliente, pues el otoño asoma su nariz sombría por los tejados de mi ciudad. Ya no puedo ir descalza por ahí sin que me cueste un catarro, ya no puedo salir por la mañana en manga corta o cenar un helado y un vaso frío de cacao, se acabaron las ofertas en sandías de los supermercados, y las sillas de las terrazas se recogen y apilan en cualquier rincón, pues llueve y llegan los charcos, ese es el otoño que se llevará todos los restos del verano… Y hoy es el último día del verano. Me he dado cuenta porque el corazón esta caliente… y los pies fríos.

Para que se me calienten me he puesto un poco de música, del mismo tipo con la que recibí al verano, porque cuando bailo los pies se me vuelven a calentar, y entonces parece que el verano nunca se ha ido, o que por lo menos, aún, hoy, no se irá…


domingo, 19 de septiembre de 2010



El Gran Cañón del Colorado es un impresionante accidente geográfico, forjado por la erosión causada por el paso del Río Colorado a través de millones de años. El cañón se asemeja a un laberinto de roca que transcurre por el norte del estado de Arizona en los Estados Unidos con una extensión de 446 kilómetros de largo y algo más de 1,600 metros de profundidad. Gran parte del Gran Cañón ha sido declarado Parque Nacional, hecho que tuvo lugar en el año 1919. Décadas después, en el año 1979 sería declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Actualmente se encuentra compitiendo por ser una de las Maravillas Naturales del Mundo.


Como causa de la erosión del Río Colorado, el Cañón exhibe claramente varias capas sedimentarias de hasta 2 000 millones de años, dejando a la vista de todos la historia de la tierra. Sus inicios se encuentran en Lee´s Ferry y culminan cerca del Lago Mead, donde el Río Colorado cruza el Grand Wash Fault.




El Gran Cañón (The Grand Canyon) es una vistosa y escarpada garganta excavada por el río Colorado en el norte de Arizona, Estados Unidos. El Cañón está considerado como una de las maravillas naturales del mundo y está situado en su mayor parte dentro del Parque Nacional del Gran Cañón (uno de los primeros Parques Naturales de los Estados Unidos). El presidente Theodore Roosevelt fue el mayor promotor del área del Gran Cañón, visitándolo en numerosas ocasiones para cazar pumas o para gozar del impresionante paisaje.




El cañón fue creado por el río Colorado, cuyo cauce socavó el terreno durante millones de años. Tiene unos 446 km de longitud, cuenta con cordilleras de entre 6 a 29 km de anchura y alcanza profundidades de más de 1.600 m. Cerca de 2.000 millones de años de la historia de la Tierra han quedado expuestos mientras el río Colorado y sus tributarios o afluentes cortaban capa tras capa de sedimento al mismo tiempo que la meseta del Colorado se elevaba.
El Gran Cañón es muy profundo, en algunos lugares supera el kilómetro y medio de profundidad, con 446 kilómetros de longitud corta la meseta del Colorado sacando a la luz estratos paleozoicos. Los estratos aparecen gradualmente desde Lee's Ferry (punto oficial de comienzo del Gran Cañón) hasta Phantom Ranch. El cañón termina en la zona donde el río cruza el Grand Wash Fault (cerca del lago Mead).




La orogénesis, provocada por las placas tectónicas, causó el nacimiento de las montañas Rocosas así como la formación de la meseta del Colorado elevando varios kilómetros las diversas capas de sedimentos. La mayor elevación ha dado lugar a mayores precipitaciones en la cuenca de drenaje del río Colorado, pero no lo suficiente como para que el Gran Cañón deje de ser una zona semiárida.
La elevación de la meseta del Colorado es desigual, como resultado el borde norte (North Rim) del Gran Cañón está situado 300 metros por encima del borde sur (South Rim). El hecho de que el río Colorado discurra más cerca del South Rim se explica debido a esta elevación asimétrica. Casi toda la escorrentía desde la meseta detrás del borde norte (el cual recoge más lluvia y nieve) discurre hacia el Gran Cañón, mientras que la mayor parte de la escorrentía sobre la meseta detrás del borde sur discurre lejos del Cañón (siguiendo la inclinación predominante). El resultado es una mayor erosión y por lo tanto un mayor ensanchamiento del cañón y los cañones tributarios situados al norte del río Colorado.
Las temperaturas en el North Rim son generalmente menores que en el South Rim debido a la mayor elevación (2.483 m sobre el nivel del mar). Las grandes nevadas son comunes durante los meses de invierno. El borde sur tiene mejores servicios para el turismo, y las vistas panorámicas que hacen famoso al Gran Cañón.

Actividades:

Aparte de la visita turística ocasional al borde sur con sus 2.134 metros sobre el nivel del mar, el rafting o descenso de ríos y el excursionismo son actividades especialmente populares. El fondo del valle es accesible caminando, en mula o en barca descendiendo desde la parte superior del río. Los funcionarios del parque no aconsejan realizar en un solo día la excursión de descender al cauce del río y volver a subir debido a la distancia, el esfuerzo requerido y el peligro de agotamiento por calor por las altas temperaturas que se alcanzan en el fondo. Incluso las excursiones por el borde deben hacerse con cuidado en ciertos puntos; con frecuencia hay señales de peligro a lo largo de las pistas que recorren los bordes del cañón.


Descender hasta el lecho del río, significa un gran esfuerzo. Se necesitan dos días de caminata para una excursión de ida y vuelta desde el circuito sur y algo más por el sector norte. Este descenso se desaconseja para los visitantes que tienen problemas cardíacos o respiratorios porque las extensas caminatas a estas alturas, son extenuantes. Las autoridades del parque nacional cuentan que más de 240 personas por año son rescatadas del cañón al intentar realizar el descenso a marcha forzada para regresar en el mismo día. Sorprendentemente, la mayoría de los excursionistas son hombres jóvenes, entre 18 y 40 años y de aspecto saludable.
Como alternativa al descenso, todas las mañanas parten paseos en mula hacia el interior del cañón. También se ofrecen paseos a caballo de una a cuatro horas pero no llegan hasta el lecho del río. Muy populares, los descensos en balsa por los rápidos del río se pueden tomar desde la localidad de Lees Ferry, situada a 3 horas de viaje en coche desde el sector sur.


El alojamiento abunda en la zona, pero las reservas previas son necesarias en cualquier época del año. Numerosos campings, moteles y hoteles se encuentran en las cercanías y algunos pocos dentro del parque.
Existen empresas que organizan descensos en rafting del río, generalmente en barcas para 15 personas equipadas con motor fueraborda, suelen partir de Lee's Ferry y llegan hasta Diamond Creek durando el viaje unos 6 días. Las barcas equipadas únicamente con remos suelen tardar unas 2 semanas en completar el viaje. También existen empresas que organizan excursiones para turistas en helicóptero al Gran Cañón.





-Un balcón de infarto con vistas espectaculares al gran cañón, sólo aptos para aquellos que no sufran de vértigo-


Fuentes: Uruguaynatural.com.uy/interes/notas/canon-colorado. Viajesnorteamerica.com/gran-canon-del-colorado-la-maravilla-de-los-estados-unidos. Wikipedia. Google imágenes.

jueves, 16 de septiembre de 2010

¿Te quieres reír?

Es que alguien me dijo que con el testamento de las dos entradas anteriores hasta le dolían los ojos. Así que pensando que este sitio pueda algún día llegar a convertirse en un lugar serio (y eso no) pues he decidido que mejor dar una de cal (¿o de arena?) y ofrecer algo mas ligero, algo como esto…




Se trata del corto animado “Gopher Broke, que fue creado por los estudios Blur. Una historia sencilla pero muy divertida, escrita y dirigida por Jeff Fowler, que fue nominada a los Oscar en 2005 y ganadora de OAIF Award en la misma categoría.La historia nos muestra a una ardilla de lo mas simpática (y hambrienta), que intenta hacer de todo en una ruta por donde pasan camiones para conseguir algo de comida. El problema es que parece que no lo van a dejar porque a pesar de su elaborada estrategia todo podría irse a pique.

martes, 14 de septiembre de 2010

Luna Azul (2ª parte)

Los pequeños respondieron que si encantados y los mayores que no tenían nada mejor que hacer, así que todos se acomodaron donde pudieron para disponerse a escuchar al abuelo.
Y el viejo Martín dijo así…

De esto hace tantos años que he perdido la cuenta. Era tan joven, tenía tantas ganas de vivir de verlo todo que sin contar con la aprobación de mi padre me embarqué como marinero en un barco pesquero, en un palangrero para ser exactos. La vida de un marinero es muy dura como descubrí entonces, pero una vez embarcado ya no podías echarte atrás, tenías que apechugar y seguir adelante.
Durante algunas semanas sufrí de mareos además de nauseas, así que poco fui de ayuda para la tripulación, y encima el capitán estaba arrepentido de haberme dado cupo ya que apenas le había correspondido con mi trabajo. Un día, de golpe, dejé de encontrarme mal y pude empezar a trabajar. Así fue como descubrí que me habían asignado las peores labores porque como era tan inexperto casi no sabía hacer nada. “Harás dinero y verás mundo”, me habían dicho y me habían mentido porque lo único que vi durante seis largos meses fue agua y mas agua. Largas extensiones azules colmadas de olas y peces. Aprendí, eso sí, que hay que esforzarse mucho, también hice amigos e incluso vi algo del mundo…
Desembarcamos en un lugar muy grande, frío y nublado, en el que todo el mundo hablaba muy rápido y en una jerga que me sonaba a las películas. Era un puerto inglés y ya he olvidado su nombre, pero no estuvimos mucho allí. No estaba en nuestra ruta pero nos habíamos tenido que desviar por tratarse del puerto más cercano ya que debido a un fallo en el motor teníamos que buscar repuestos para una reparación de urgencia. Doce horas después y ya arreglada la avería cruzamos el canal con rumbo a aguas libres, fue entonces cuando el motor se agripó definitivamente. Nos encontrábamos demasiado lejos para volver así que tuvimos que tomar una decisión, de esa manera fue como arribamos al puerto de Vigo, un lugar que jamás olvidaré.

Llovía ligeramente y hacía un frío penetrante que casi impedía respirar. Las nubes brumosas encapotaban un cielo hasta entonces azul. Apenas eran las cuatro de la tarde y ya era de noche, algo que me deprimió enormemente. Asomado por el ojo de buey de mi camarote pensaba en lo aburrida que se veía la ciudad a aquellas horas. Puede que el aburrido fuese yo y no la ciudad…
Algunos de los muchachos bajaron a puerto y yo con ellos, animado, después de todo, a pasar una tarde de asueto. La vida en un puerto es típicamente característica allá donde vayas, en todos hay mucho comercio. Un puerto suele estar lleno de vida. En todos hay mucha actividad y transito; mercancías, personas, barcos, distintos olores, distintos idiomas… Siempre te encontraras con algún faro o con alguna dársena, y también con una pequeña playa o cala en donde los pescadores venden a voz en grito aquello que han logrado faenar a lo largo del día. Siempre he sentido fascinación por esto, ver las redes extendidas bajo el sol, sentarme en las escolleras y contemplar el vuelo de las aves marinas revoloteando sobre las ganancias. Aquella tarde no hice nada de eso. Los muchachos y yo buscamos una taberna en donde ahogar un poco las penas.

El antro era oscuro, viejo y polvoriento pero tenían buen vino y mejor música. La dueña se llamaba Agostiña, pero nunca supe si era su verdadero nombre o se trataba de un mote. Agostiña tenía gusto por los discos ingleses (aunque ella llamaba inglés a todo lo que sonara a ese idioma). Su más preciado tesoro era un tocadiscos que presidía una estantería que aguantaba de milagro sobre dos alcayatas mal puestas. Frank Sinatra, Cole Porter, Billie Holiday o Louis Armstrong eran algunos de sus artistas favoritos, y lo sé porque en los veintidós días que duró la reparación del motor no dejé de frecuentar la taberna de Agostiña.
Día y noche frecuentaba la taberna, para comer o para cenar, o sólo para pasar el rato, pero sobre todo para escuchar aquellas magnificas voces, aquellos sonidos maravillosos que me trasportaban muy lejos y alejaban la tristeza, la añoranza o la soledad.

Recuerdo perfectamente la primera vez que la vi. Sonaba Blue Moon de Ella Fitzgerald con su sonido viejo y desgastado de la púa sobre el disco cuando entró al bar y se acercó a Agostiña. Le dio dos besos, se puso un delantal y se movió al compás de la música mientras fregaba unos vasos. Me quedé sin respiración y no pude dejar de observarla. Era el ser mas bello y perfecto que había visto en mi vida, y me enamoré como un tonto de aquella chica. Así que me convertí en un asiduo cliente de la taberna, no sólo por el vino o la música, también por verla. “Acabáramos, ¿piensas que no me he dado cuenta, ricura?” me dijo una vez Agostiña mirándome con cautela cierto día en que pasé mas de seis horas a resguardo en su bar, “pues si que me he dado cuenta de que la miras con interés o con mas que interés”. “Yo no lo pretendía…”dije, pero me interrumpió: “¡eso lo sé!, ¿o te crees que no entiendo que así es el amor?”
¿Amor?, ¿acaso era para tanto?
Lo era. Amaba a aquella muchacha, no sabía nada de ella pero la amaba.
Así que siempre que ella faltaba de la taberna gritaba por la tabernera y le rogaba que pusiera el disco. Ella sabía cual era y siempre me daba gusto con un guiño de ojo. Y así me deleitaba imaginándome su rostro, su cuerpo, el dulce balanceo de su cabello o como la luz de la bombilla matizaba su piel bajo las sombras.

“La próxima vez que venga, ¡atrévete!, invítala a bailar”, me aconsejó la celestina de Agostiña y así lo hice. Me costó vencer mi timidez y la vergüenza, pero bebí de un largo trago un fuerte reconstituyente y me decidí. “Si tardas mas en declararte el patrón arreglará el barco y nos iremos, y nunca mas la volverás a ver”, me dije, y la idea de no verla me atravesó el corazón.
Carraspeé, me puse en pie, aparté el vaso lejos de mí sobre la barra y la llamé. Ella tardó en oírme, así que grité. Asustada creyó que estaba borracho por lo que me miró con reparo, sin atreverse a preguntarme que me pasaba. Y tuvo que ser Agostiña la que me echara un cable: “Anda, hazle caso, no esta loco, sólo quiere hablar contigo…” “¡Qué?!” profirió ella confundida. “No seas tontiña hija y habla con él” Y prácticamente la buena de Agostiña la empujó hacía mí. Todo el mundo nos miraba pero eso no me achantó y le ofrecí mi mano, diciendo: “¿Quieres bailar conmigo?” Ella tenía buen juicio así que se fió de mí. En medio de la umbría taberna los dos nos acercamos y nos movimos. Aquel fue el primer baile de muchos otros. La magia que se creó fue tal que prácticamente la rapté de allí y juntos recorrimos como en una nube todo el puerto de Vigo hasta que oscureció.
Hablamos sin parar, conectamos, y sé que muy pocas veces ocurre algo así. ¡Y la luna!, nunca he vuelto a ver una luna como aquella…

Mientras el viejo Martín recordaba en voz alta ante la tropa interesada de nietos la luz regresó. Primero parpadeó rápidamente y después precedida por un sonido eléctrico se encendió. La intimidad creada se esfumó así como la magia de la voz profunda del viejo Martín. Y todo el mundo con gesto amodorrado se miraron entre sí.
La tele funcionaba, y el ordenador, y el aparato de música, y el viejo Martín creyó que ya que todo volvía a la normalidad a nadie le interesaría escuchar el final de la historia.
-¡Que no abuelo!, sigue hablando por favor…
-¿Y vuestros juegos?
-Podemos reiniciar la partida después…
-¿Y eso tan importante del ordenador?
-Puede esperar unos minutos…
-¿Y la música?, ¿y la novia?
-Todo eso estará ahí mañana…
Ya, pero yo no, pensó el viejo con amargura, yo volveré dentro de siete días y si Dios quiere. Pero no pudo reprochárselo a nadie aunque era la verdad.
Su hija Juana que estaba muy cerca posada sobre el apoyabrazos del sofá le apretó la mano con cariño, como si quisiera infundarle ánimos. Quizás había leído en la expresión del viejo Martín lo que este estaba pensando. Tal vez quería hacerle sentir que estaba cerca… o puede que el recordar a su madre la hubiera puesto sentimental.
Martín observó con el corazón en un puño a toda su familia, y lo adivinó, tuvo una certeza: había amor, amor y cariño en todas aquellas tiernas miradas. Así que el viejo Martín contó el final de su historia embargado por algo que, sabía muy bien, era felicidad…

Aquella noche nos besamos y todo se hizo así más difícil. Iniciar una relación cuando yo era un marinero que estaba de paso en una ciudad desconocida no era buena idea pero no lo pudimos evitar.
“Me quedan pocos días, luego me marcharé”, recuerdo que le dije llevándola de la mano hasta la taberna y ella se puso triste. Entonces yo le acaricié la barbilla y la tranquilicé diciendo que volvería, que nos cartearíamos, que no sería por mucho tiempo. Pero ambos sabíamos que el día en que partiera sería el final. Y ninguno quería que aquello fuera el final así que ambos nos pusimos muy tristes y por algunos días dejamos de vernos, yo dejé de frecuentar la taberna y ella tampoco se acercó a mi barco. Pensábamos que obrábamos bien. Pensábamos que nos ahorraríamos el dolor de una despedida o de algo más.
Entonces una mañana me desperté, y me dolía mucho el corazón, y era porque lo tenía roto, porque la echaba de menos, porque pensaba en ella, porque no la quería dejar, porque estaba enamorado. Evaluando todos aquellos porqués me di cuenta de que no iba a renunciar a ella, a Azucena, no por esa estupidez de la distancia o mi trabajo, así que tomé una decisión: puedo cambiar mi oficio, puedo cambiar la ciudad en la que vivo, pero no puedo cambiar mis sentimientos y estos me arañaban por dentro porque no había sido justo conmigo mismo. No sé que me impulsó a hacerlo pero lo abandoné todo. Aquel día el motor ya estaba arreglado pero yo no volví a embarcar en el palangrero. No digo que el capitán se alegrase pero se lo veía venir, por suerte me pagó lo convenido y me deseó suerte. Cuando me presenté en la taberna y nos miramos ella lo entendió todo y me sonrió. Fue como si me dijera te quiero, te acepto, me voy contigo adonde sea, nunca te dejaré. Y yo la apreté contra mi pecho y no hizo falta hablar… ya habíamos hablado.
El amor es así: te alimenta, te sostiene, te abriga, te embarga, te conmueve, te da felicidad y una sensación de impunidad que nadie puede robarte, además esta hecho a prueba de dificultades. Y creedme que tuvimos bastante de eso.
Resulta que Agostiña no era sólo la dueña de la taberna, también era la madre de Azucena pero nunca me lo había dicho, imaginaros mi sorpresa cuando me lo confesó entre risas y gritos de felicidad. “Ya sabía yo que tú acabarías formando parte de mi familia” Y sí, formé parte de su familia y de su taberna porque en ella aprendí a cocinar, hasta que llegaron malos tiempos y Azucena y yo decidimos arriesgarnos en mi tierra, así que nos casamos en la parroquia de Santa María y ese mismo día tomamos un avión. Hubo llantos de felicidad y de tristeza casi en un instante. Fue muy duro para Agostiña vernos partir… pero como regalo y recuerdo nos obsequió con un disco de vinilo. Estaba ya muy viejo y gastado pero siempre lo conservamos con cariño.
En mi tierra las cosas no estaban mucho mejor, y me convertí en un experto en ganarme el pan, realizaba cualquier trabajo aunque no tuviera idea porque cuando estas desesperado todos los caminos valen. Así fue como aprendí de mecánica, y de animales, (puedo herrar a un caballo mientras cambio el aceite a un motor), y de tejados, y de cañerías, y de tierras para la siembra. A base de mucho esfuerzo me pude comprar una casa con un jardín lleno de rosas y de margaritas, un jardín desde donde Azucena y yo contemplábamos la luna llena tomándonos de las manos. En donde nuestra banda sonora, como no podía ser de otra forma era “blue moon”. Nunca fui más feliz. Y nunca volveré a ser mas feliz que en aquel tiempo. Así que cuando quiero recordarla sé que disco poner. Es entonces, cuando la música se extiende y todo parece envuelto en la delicada magia que ofrecen las notas musicales, cuando me siento más cerca de ella. Y por un momento mi corazón se alegra porque me parece que Azucena esta conmigo, sentada a mi lado, tomándome de la mano, siendo feliz conmigo, sonriendo al recordar la canción, su canción.


Cuando Martín terminó su relato se sintió nostálgico pero se le pasó enseguida al comprobar como su audiencia se levantaba para abrazarle. Rodeado por sus nietos recuperó un poco el amor por la vida y comprendió que aquellas horas merecían la pena. Aunque todo cambiase, aunque las cosas empezaran a ser diferentes, él sabía cuanto valían aquellos momentos. Y confió que cuando él faltase así le recordarían los suyos: como a un viejo sentimental al que le gustaba contar la historia de cómo conoció al amor de su vida. Sabía que algún día cuando toda aquella tropa creciese y madurase conservarían ese recuerdo, un recuerdo que les emocionaría. El recuerdo de su abuelo, un hombre que siempre amó y quiso ser amado.

Aquella noche de regreso al asilo en el coche de Tony pensó en el día que había pasado, y se le hizo raro. Y sabiendo que ya terminaba se sintió mas extraño que nunca. Entonces abrió la ventanilla a la noche y contempló el paisaje. Cerró los ojos, respirando fuertemente por la nariz y recordó los besos de sus nietos. Recordó sus sonrisas infantiles, su amor y sus preguntas, y todo aquello le conmovió. ¿De verdad algún día le recordarían como a un viejo sentimental lleno de historias o como a una sombra que ocupaba una silla una vez a la semana? Deseó que fuera lo primero, por supuesto, pero tampoco depositó muchas esperanzas al respeto.
-Espérate abuelo te ayudaré a bajar- le dijo Tony desabrochándole el cinturón de seguridad con un movimiento rápido.
Martín estiró las piernas y antes de entrar al asilo observó el cielo estrellado. Aquella noche, después de la lluvia, la luna estaba esplendida.
-Abuelo, ¿por qué te gusta tanto mirar a la luna?
-Me recuerda algo…
-¿Qué?
-Que amé, y que alguna vez no estuve solo.
-Tú no estas solo- le dio la mano, -siempre nos tendrás a nosotros.
-Eso espero…


Aquel día rendido por el largo día Martín se sentó en su cama y abrió una gaveta de su mesilla. Con manos temblorosas sacó un viejo disco de vinilo que colocó sobre el tocadiscos. La música lleno su habitación, envolviéndole.
Martín estuvo un rato observando como giraba el disco, como la aguja de la púa acariciaba suavemente las estrías gastadas del vinilo. Suspirando se quitó los zapatos con desahogo y pensativo se recostó sobre la almohada. Se concedió un segundo, entonces…

-¡¿Pero se ha vuelto loco don Martín?!-profirió un enfermero irrumpiendo en su cuarto sin avisar, -¿es que no ha visto la hora que es?, ¡todo el mundo esta durmiendo!, estas no son horas para poner esa música.
Y sin más puso sus huesudas manos sobre el aparato de música para apagarlo. Antes siquiera de que pudiera tocar el viejo disco, el viejo Martín se lo impidió, levantándose ágilmente de su cama para evitar que aquel idiota estropeara su joya mas valiosa con aquellas manos afiladas. En seguida hubo un cruce de miradas que no amilanó al enfermero quien dándole un ultimátum le advirtió que se lo quitaría si no se atenía a las normas. Fue entonces cuando Martín comprendió que aquella no era su casa, era sólo una cárcel, un lugar en el que tenía que estar recluido hasta que le llegase su hora, un momento que cada vez deseaba con mas fuerza. Apenado el enfermero se dio cuenta de su brusquedad y se apiadó un poco de él.
-Puede terminar de oír la canción, Martín, pero póngalo mas bajo- suspiró dirigiéndose a la puerta para salir y dejarle solo, -y luego acuéstese, no me sea tan rebelde…
La puerta se cerró de un portazo. Al verse solo, aferrado a su disco, Martín se sintió ridículo. Entonces se asomó a la ventana para observar la luna, pensó que era lo único que le quedaba de ella, de aquel pasado, de aquella vida feliz.
La música sonó entonces toda la noche sin que nadie lo percibiera, porque él, él sólo quería recordar.

FIN

domingo, 12 de septiembre de 2010

Luna Azul (1ª parte)

El viejo Martín se sentía muy solo viviendo en aquel asilo de las afueras tan lejos de la que fue su casa y su ciudad. Desde allí no se veía el mar pero cada noche se consolaba observando la luna. Una luna grande y azul que le miraba con la misma nostalgia con que lo hacía él.
Su nuevo hogar no era del todo malo. Allí estaba atendido, acompañado y nunca le faltaba de nada, pero no era un hogar, no era su hogar. Era un sitio para retirarse del mundo y no para estar en familia. Eso le atormentaba. Gradualmente y cada vez mas iba sintiendo que había olvidado lo que significaba estar en familia, sentirse arropado y protegido.
Sus hijas le llamaban, sí, pero era en contadas ocasiones y siempre para hablar de problemas, de pagos, de complicaciones. Martín se sentía el paño de lágrimas de sus dos hijas, un paño que siempre estaba ahí dispuesto para oír y consolar. Se sentía usado, gastado, olvidado, pero no podía hablarlo con nadie, a nadie le interesaban las penas de un pobre viejo. Caminar era lo único que le relajaba. Salía a los jardines del asilo y se distraía mirando las flores, contando las gotas de rocío de las hojas, perdiéndose en los verdes rincones. También pensaba, pensaba en el ayer y en su mujer, y se consolaba; en todo caso ya no quedaba tanto tiempo para reunirse con ella.


A la noche Martín salía de puntillas de su habitación. Le gustaba vagar hasta la terraza, le gustaba mirar la luna triste, ella entendía como nadie sus problemas de insomnio.
-¿Qué hace aquí?- profirió uno de los enfermeros al verlo acurrucado sobre la barandilla y a la intemperie, -si esta desvelado ha debido decírnoslo y no hacer esto- y el afectado enfermero le cogía por un brazo para llevarlo hasta adentro, -¡lo ve!, ya se ha enfriado, ande vaya a su habitación, en seguida le traeré una manzanilla, ¡venga don Martín, ya me ha oído!
El viejo Martín ponía su gesto de niño travieso y reiniciaba la vuelta a su dormitorio con cierta reticencia. Aún no se acostumbraba a que le dijesen lo que tenía que hacer. Y eso le hacía gracia, hacía sesenta años que nadie lo trataba como a un niño.


Los domingos su familia venía a buscarlo. Para Martín aquel día, por excelencia aburrido e interminable, se convirtió en su favorito. Siempre se levantaba muy temprano para estar preparado cuando llegasen a buscarlo, no quería hacerles esperar. Se duchaba en diez minutos, buscaba en su armario sus mejores galas (y las únicas) y se vestía. Siempre se peinaba con colonia, era su manía. Su favorita era “Old Spice”, pero tenía cientos, miles, que amontonaba en un cajón (su familia no era muy original en cuanto a regalos), no obstante Martín nunca se ponía otra, aquella le traía recuerdos, era su olor. Los zapatos que mas le gustaban eran relucientes como el charol y le apretaban, pero no tenía otros. A las nueve y media Martín solía estar preparado para salir, aunque en raras ocasiones salía a esa hora. Su familia pasaba por él mucho después del mediodía, así que el viejo Martín solía permanecer tres o cuatro horas sentado en el recibidor, con los pies palpitantes por el dolor, con el traje arrugado y ya despeinado. Y no le importaba, esperaba paciente porque la idea de verlos le alegraba.


Martín nunca sabía quien vendría a recogerlo, eso siempre suponía una sorpresa. Un día lo hacía su hija Luisa con su coche destartalado, otras veces lo hacía Pedro, el marido de su hija Juana, con toda la pandilla de mocosos a bordo en una vieja furgoneta en la que nunca había sitio. Hiciera quien lo hiciera Martín se sentía feliz de salir de allí. Los últimos domingos ni su hija Luisa ni su yerno Pedro habían venido a buscarlo: problemas, vacaciones, falta de dinero, fueron algunas de las excusas.
“Cogeré un taxi e iré por mi cuenta”, propuso Martín a sabiendas de que le iba a salir por un ojo de la cara. “Ni se te ocurra papá, ya irá Tony a buscarte”, le avisaba su hija Juana colgando el teléfono.
Tony era el mayor de sus ocho o nueve nietos, hacía muy poco que se había sacado el carné de conducir y aunque no era mal conductor Martín siempre sufría cuando se subía a bordo del pequeño coche. A Tony le gustaba pisar el acelerador, pocas veces respetaba un ceda el paso y siempre fumaba, además nunca abría la ventanilla y jamás bajaba el volumen de la radio. Por norma general, cuando Martín llegaba a destino se sentía mareado y fatigado.
-Ay papá- le decía su hija Juana rodándole una silla, -estas pálido y tienes mala cara, ¿quieres un vaso de agua?
Martín aceptaba la silla y el vaso de agua, y descansaba hasta que el mareo desaparecía. Entonces su hija empezaba con las preguntas de rigor pero apenas escuchaba sus respuestas porque siempre tenía que atender a varias cosas al mismo tiempo. Que si la sartén al fuego, que si la lavadora, que si se escapaba el gato.
-¿Papá tendrás algo de calderilla para comprar el pan?
Martín se alegraba de servir para algo y rebuscaba en su bolsillo. Solía ser bastante dadivoso cuando abría su monedero. Hasta creía que era lo que daba sentido a su vida: los domingos siempre traigo el pan, pensaba.
-¿Y tus hijos por donde andan?, ¿por qué no han venido a recibirme?- preguntaba.
-Ya sabes papá como son los niños, por ahí andarán, con sus cosas…
Eso le apenaba, todo cambiaba y lo hacía muy rápido. Aún recordaba como era antes cuando sus nietos eran pequeños, cuando siempre corrían para darle un beso, cuando rebuscaban inquietos en sus bolsillos alguna golosina o le buscaban para oír sus relatos. Ya nadie le hacía caso, ya nadie le tomaba de la mano ni le achuchaba.
-Son mayores, quieren salir y jugar con sus amigos- le explicaba su hija como si él no tuviera idea de lo que significaba crecer. Y si que lo sabía.


Hacía un par de años él era un héroe para toda aquella tropa, ahora sólo era una sombra, una silueta encorvada que ocupaba una silla una vez a la semana y a la que nadie preguntaba nada.
Martín deambulaba por la casa. En una apartada esquina se topaba con una mesa, allí se encontraba una de sus nietas enfrascada ante una pantalla de ordenador, tan zombie que ni le vio ni le escuchó pasar. En la otra punta había dos o tres nietos más, todos ante la pantalla del televisor jugando con sus maquinitas.
-¡Abuelo te quieres quitar de en medio que no vemos nada!
-Claro, niños, lo siento, ¿a que jugáis?- les preguntaba Martín con la intención de entenderlos un poco mas.
-No desconcentras abuelo y así no se puede, nos vas a hacer perder la partida…
El abuelo asentía en silencio y se retiraba, por nada del mundo quería molestarlos ni mucho menos hacerles perder.
Martín prensaba los labios y se detenía ante el pasillo oscuro. Al fondo en una puerta entornada se encontraba la habitación de sus otros nietos, los mayores. Una desquiciante música retumbaba a todo volumen entre las paredes. Se acercó para mirar. Al asomarse descubrió a un par de adolescentes repatingados por el suelo, a la mitad no los conocía, pero no le gustó que estuvieran fumando. Sin embargo no dijo nada por miedo a que se enfrentaran con él y le plantaran la mosca. “Eso a ti no te importa”, le dirían y aunque no tuviesen razón, ¿qué podría replicar él?, no era padre, era sólo abuelo.
-¿Qué haces papá?- le sorprendía su hija al aparecer por detrás.
-Nada, nada…
-¿Les espiabas?-se interesaba ella poniendo el grito en el cielo.
-¿Yo?, no, es sólo que…- titubeó, pero al fin Martín se atrevió a preguntarlo, -¿te gusta que fumen?
-Pues claro que no, pero ya tienen dieciocho años, ¿qué puedo hacer?
-¿Y que es esa clase de música que oyen?
-Se llama heavie metal.
-En mis tiempos a eso se le llamaba ponerse histérico, ¡por favor eso no es cantar!
Su hija le pasaba un brazo por el hombro para llevarlo de la mano al comedor, al tiempo que decía:
-Ay papá, los mayores ya no entendemos de nada.
-Habla por ti- concluyó él arrugando el entrecejo.


¿Cómo que no entendía de nada? Entendía como funcionaba un barco, y un coche. Podía arreglar un tejado con sólo un martillo, sabía cuando llovería y cual era la mejor época del año para plantar hortalizas. Conocía todas las enfermedades que podían afectar a los animales y hasta podía curarlas. Incluso había aprendido algo de ingles cuando fue pescador… ¿Qué no entendía de nada?, ¿que podía saber ella?
Comieron reunidos pero cada uno a lo suyo: uno pegado al teléfono móvil, la otra de cháchara con el amigo mayor de su hermano, la más pequeña haciéndole las trenzas al pelo falso de su muñeca. Y todos se levantaron autómatas en cuanto fueron acabando.
-¿Abuelo?-le asaltó Tony cuando el viejo Martín salió del lavabo, -¿quieres que te lleve ya de vuelta?
-¿Tan pronto?- el abuelo miró el reloj y observó mortificado que apenas eran las cuatro y media, -¡muy pronto me quieres enviar tú de regreso a aquella jaula!
-Que no abuelito, es que luego quedé con la novia, ¡ya sabes!, y no sé si me dará tiempo a llevarte, ¿acaso no tienes que estar allá a las nueve?
-Los viejos no tenemos toque de queda, ¿sabes?- resopló resignado, -nadie espera por nosotros…
-No seas así agüe, no te pongas triste, te llevaré mas tarde.
Martín le sonrío cuando éste salió corriendo por la puerta, entonces fue a sentarse al soleado jardín. Esperaba una buena dosis de rayos uva, rayos doraditos y calientes que consolasen su maltrecho cuerpo pero no fue así. Pues mientras atusaba al gato empezó a llover y durante toda la tarde siguió lloviendo con fuerza. Muy pronto la tormenta se hizo violenta. Rayos y truenos rasgaban el telón del cielo. El viento ululaba como un búho siniestro. La luz del día se apagó y también la de la casa: sucedió el apagón.
A la luz de las velas ocurrió lo que el viejo Martín había deseado durante todo el día, que su familia se reuniese en torno a él.


-¿Acaso os dan miedo los truenos?- reía el abuelo al ver a los nietos temblar, -si no pasa nada…
-Entonces, ¿por qué se enfada el cielo así?- gimoteaba la mas pequeña de las nietas a la que él sentó en sus rodillas.
-No se enfada, es sólo que canta, pero lo hace muy mal y desafina.
Todos se rieron y algo se removió en el interior del viejo Martín.
-¿Y abuelo que hacías tú de pequeño cuando se iba la luz?
-Nosotros no teníamos luz, ¡y no estoy exagerando!, nos alumbrábamos con una lámpara de petróleo que humeaba cantidad.
-¿En serio?, entonces eres muy vieejo…-observó la pequeña con unos ojitos enormes y brillantes.
-Sí, peque, soy muy vieejo, mucho después pusieron el tendido eléctrico, colocaron los postes de la luz y los cables.
-¿Y a que jugabais cuando se iba la luz?
-A muchas cosas, al escondite, al Antón pirulero, a la comba, a la goma y a las canicas. Mis juguetes eran de hojalata y de cartón, y lo que mas me gustaba era la pelota, mi sueño era llegar a ser un gran futbolista… ¡por supuesto no teníamos tele pero había una radio!
-¿Y que escuchabas?
-Mi madre siempre oía la radionovela y mi padre las noticias, ¡hay un archivo sonoro en mi cabeza!-Martín soñaba en voz alta y todos al completo soñaban con él, -la música de entonces era muy diferente, mi favorita siempre será “Blue moon” con ella, bueno mas bien bajo el influjo de ella, me enamoré.
Su hija Juana carraspeó rompiendo la magia creada y la concentración de todo el grupo, y alegó:
-¿Es que vas a contar de nuevo esa batallita?
Él la miró ofendido y dijo:
-¡Pero es que ellos no la conocen!- y volviéndose a sus nietos, preguntó, -¿la queréis oír?


CONTINUARÁ...


jueves, 9 de septiembre de 2010

A dos velas



Lo dije hace un año, pero sirve para este, ¿lo mejor? que sólo he tenido que cambiar uno por dos….


“Érase una vez una chica que sólo soñaba con escribir. No importaba donde ni cuando ella siempre encontraba el momento, hasta que un buen día, un mágico día se cruzó en su camino un pequeño rincón, un mundo pequeñito a su medida para que ella con sus palabras lo fuera llenando. En esa tarea sigue y ya lleva dos años, supongo que seguirá adelante porque aquí, ella, se siente libre.”


Pasa el tiempo pero la esencia permanece…
…Casi no me acordaba, ¡que despiste!, pero hoy, justamente hoy, hace dos años que “Bohemio Mundi” abrió los ojitos por primera vez y vio la luz del día… ¡Estamos de cumple! Así que he improvisado una reseña, no me quiero olvidar de un aniversario tan importante.

Este sitio y yo nos hemos movido, avanzando en el tiempo con entradas: cosas mías, cosas prestadas, cosas que he querido enseñar o compartir, cosas que he querido descubrir y aprender. Y aquí seguimos, todavía tengo cosas que decir, que contar, que oír, que ver… que compartir… sólo espero que estés ahí para compartirlo conmigo, para vivirlo conmigo, te invito. Después de todo en este bohemio mundi no hay fronteras, no hay barreras, ni siquiera puertas así que puedes entrar cuando quieras.
A pesar de esos 730 días trascurridos nada ha cambiado, seguimos aquí a dos velas… quiero decir bajo la luz de dos velas, las de la tarta del cumple, de todas formas tengo suerte de que estén encendidas, al menos eso (mi padre siempre dice que estamos a dos velas y encima apagadas) pero hoy brillan, incluso me trasmiten cierto calor y alegría. Casi me da pena soplar…




¿Y a todo esto? ¿Por qué soplamos las velas en los cumpleaños? ¡Que preguntas me hago!, ¿no? Pero (y cito a Albert Einstein) “No tengo talentos especiales, pero sí soy profundamente curioso”. Ey, yo también, ¡que curiosidad! (No de esa que mata gatos) Pero ¿por qué no aprovechar este momento para aprender algo nuevo?


Buscando he encontrado varias explicaciones: -Sobre el comienzo de esta costumbre hay varias versiones, una de ellas dice que proviene de los griegos. En Grecia tenían la costumbre de ofrecer dulces redondos a la diosa de la luna representando su ciclo completo. Sobre estos dulces se colocaban velas que los adeptos soplaban para que el humo ascendiera hasta la diosa. La leyenda también dice que si a la vez que se soplaban las velas se pedía un deseo este podía cumplirse.


-Las primeras referencias históricas aparecen en la Alemania de la Edad Media, donde cuando morían los niños pequeños se celebraba una fiesta de cumpleaños con un pastel con velas que estaban encendidas todo el día para incorporar el deseo de que el niño viviera un año más. Las velas simbolizaban la llama de la vida.

-Hay personas que dicen que el acto de soplar las velas surgió durante el cumpleaños de Alejandro III de Macedonia en donde se utilizaron las velas para alumbrar y adornar todo alrededor de él.

-Otras dicen que el fuego, la luz, representa la vida, por lo tanto el tener luces en tu tarta de cumpleaños será una especie de llamamiento a la continuación de la vida para que puedas soplar las velas durante muchos años más.

Bien, quiero los favores de la diosa, quiero que el humo ascienda hasta ella y me bendiga, y se acuerde de Ana, de su mundo, quiero que este sitio viva mucho mas, así que encenderé las dos velitas y pediré un deseo… ¡Que nada pueda pararme ahora!



No podía olvidarme de Queen, digamos que son un poco los padrinos de este tinglado que tengo armado. Hoy tenían que sonar sus voces más altas y más fuertes que nunca. A por el tercer aniversario… ¡¡¡ALVOY!!!
No puedo olvidarme de decir que este blog me ha traído muchas cosas que no esperaba, incluso gracias a él he conocido a personas maravillosas con gustos y aficiones como los míos. Y eso es una suerte… ¡para que luego digan que la imaginación no conduce a nada, que es perder el tiempo! ¿Y lo que une, qué?




-¿Bastará este humo, llegará hasta la diosa y cumplirá mi deseo?... Ojala-

martes, 7 de septiembre de 2010



El momento de cine que he escogido hoy pertenece a la película "Duck Soup” conocida en castellano como “Sopa de ganso”. En ella Rufus T. Firefly (Groucho Marx,) un extraño personaje mantiene una curiosa conversación con Gloria Teasdale (Margaret Dumont) una viuda rica a la que alternativamente insultará y cortejará, en especial por su dinero.




Trama: La República Democrática de Freedonia, un pequeño país centroeuropeo, a cuyo frente se encuentra el muy liberal señor Rufus T. Firefly, se ve amenazada por la dictadura de Sylvania, país de vieja y reconocida solvencia como agresor. Dos espías de prestigio, Chicolini y Pinky, sirven a Sylvania, lo que no impide que acaben siendo ministros del ahora ya excelentísimo Firefly.

“Sopa de ganso” es un largometraje de los hermanos Marx, filmado en 1933. Probablemente sea el más conocido junto con “Una noche en la ópera”. La dirección estuvo a cargo de Leo McCarey, con guión y música de Bert Halmar y Harry Ruby. Con Chico Marx, Edmund Breese, Groucho Marx, Harpo Marx, Leonid Kinskey, Louis Calhern, Margaret Dumont, Raquel Torres y Zeppo Marx.

“Duck Soup” es una frase en argot que significa algo fácil de hacer. La expresión continuaba con la tradición de poner títulos relacionados con animales en las tres películas anteriores de las películas de los hermanos Marx: Animal Crackers ( El conflicto de los Marx), Monkey Business (Pistoleros de agua dulce) y Horse Feathers (Plumas de caballo)

El American Film Institute la incluyó en el número 85 de las mejores películas estadounidenses del siglo XX, así como la quinta mejor comedia, por lo que ha sido seleccionada para su conservación. Además siempre está entre las 250 primeras películas de la Internet Movie Database.

Curiosidades y anécdotas de rodaje:

*La temática principal es un problema político entre dos naciones. Groucho es Rufus T. Firefly, un extraño personaje que llega a ser el sustituto del primer ministro de Libertonia, un extraño país de Europa, o probablemente una metáfora de Estados Unidos. El antiguo es destituido del cargo por problemas en la administración y desavenencias con los aristócratas del lugar. Hay amenazas de guerra con el país vecino, Sylvania, y aunque se trata de hacer la paz, Rufus en situaciones hilarantes, la rechaza.
Los encargados de espiarlo, como sucede en muchas de sus películas, son Chico y Harpo; Chicolini y Pinky (el italiano y el mudo). Ellos hacen todo lo que pueden, pagados por el país rival, para o secuestrar o robarle las estrategias de guerra. Pero al final, tras el delirante juicio por traición a Chicolini, son persuadidos de unirse al ejército de Libertonia. Ganan la guerra en situaciones demasiado absurdas como para reseñar aquí.

-Son destacables en esta película la actuación de los tres hermanos, así como los diálogos y los "efectos especiales". Para adentrarse en las teorías marxianas, es necesaria esta película como base. Hay dobles sentidos con alusiones sexuales, cuestiones censuradas por muchos años en esta película (pues hay que recordar que eran los años treinta). Es más, hasta los musicales tienen gracia, y eso es de notar. Esto fue logrado, tal vez, por la libertad creativa que los Marx gozaban aún.
Cuando se unieron a la MGM, disminuyó su intervención drásticamente, pasando a ser meros actores. En resumen: una oportunidad para apreciar la belleza en la expresión y el humor marxiano puro.


*En su día la película no obtuvo el favor de la crítica ni de la taquilla, lo que causó la salida de los Marx de Paramount Pictures. Esto pudo ser debido a que la presentación musical de Groucho es muy similar en este película y en “El conflicto de los Marx” y “Plumas de Caballo”, por lo que la audiencia pudo creer que la película era un refrito. Años más tarde, Arthur Marx, el hijo de Groucho, describió la evaluación del productor Irving Thalberg del fracaso de la película durante una entrevista en la radio:

“Thalberg dijo que el problema con Sopa de ganso es que hay un montón de chistes en ella, pero no hay ninguna historia y no hay nadie a quien apoyar. No puedes apoyar a los Hermanos Marx porque ellos son un manojo de tipos estrafalarios. Tienes que poner una historia de amor en tu película para que haya alguien a quien poder apoyar y tienes que ayudar a los amantes a reunirse”

*En la “escena del espejo”, Pinky (Harpo), vestido como Rufus (Groucho), intenta convencerlo de que es su propia imagen reflejada en un espejo inexistente, mientras el mosqueado Rufus hace miles de tonterías para desenmascararlo. Existe un precedente de esta misma escena en la película “Siete años de mala suerte” (1921), del cómico francés Max Linder. Esta escena ha sido posteriormente versionada en muchas otras películas y series. El propio Harpo volvió a hacer una versión de la misma en un episodio de la serie estadounidense “I Love Lucy”.

*Escenas famosas:
-En otra escena se muestra un dormitorio de mujer donde vemos tirados un par de zapatos de hombre, otro par de mujer y finalmente cuatro herraduras. Tras esto, vemos a Harpo durmiendo en la cama con un caballo.

-En una escena de la película mientras Rufus T. Firefly (Groucho) espera al presidente de Sylvania para hacer las paces empieza a imaginar que a lo mejor cuando le extienda la mano, éste la rechazará dejándole en ridículo. Cuando llega realmente el presidente de Sylvania, Groucho, enfurecido por el posible desplante, lo recibe con una bofetada y le declara la guerra.

-Cabe destacar las tres escenas en que el presidente de Libertonia, intenta marchar del parlamento en moto con Pinky (Harpo). En las dos primeras el Presidente monta en el sidecar, marchando el mudo sólo con la moto. En la tercera, el Presidente le dice que no piensa picar esta vez y que será él quien lleve la moto, disponiéndose a continuación a arrancarla; la escena termina con Pinky marchándose en el sidecar, y con Rufus de pie sobre la moto sin conseguir arrancarla.

*En esta película Chico no toca el piano ni Harpo el arpa, aunque hace un amago de tocar el arpa en las cuerdas de un piano.

*Benito Mussolini prohibió la película en Italia ya que la consideró como un insulto personal hacia él. Los Hermanos Marx se mostraron muy satisfechos por esto. La cosa es más curiosa si se tiene en cuenta que la película de Charles Chaplin “El gran dictador” no fue prohibida totalmente, sino que se censuraron las escenas en que aparecían Napoloni (caricatura de Mussolini) y su esposa Rachele.

*La ciudad de Libertonia, Nueva York, se quejó de las posibles implicaciones negativas que la película podría ocasionar en la ciudad. Los Hermanos Marx, con su estilo habitual replicaron: “Cambien el nombre de su ciudad: Hace daño a nuestra película."

*La imagen de Sylvania que aparece al principio de la película, corresponde a la ciudad granadina de Loja. Como homenaje a esto, dicha ciudad le ha dado el nombre de mirador de Sylvania al punto desde donde se tomó la fotografía.

Y esta escena que dejo aquí de propina, créeme no tiene desperdicio...

¡Buen cine!

Fuentes: filmaffinity. Wikipedia. Google imágenes.

domingo, 5 de septiembre de 2010

Mi encuentro con la poli

Hasta el momento no lo sabía, pero soy una criminal horrible, ¡si!, peor incluso que un terrorista de la peor calaña. No, no me avergüenza reconocerlo, hoy he tenido un encuentro con la poli, y no un encuentro amistoso…. ¡él ha amenazado con denunciarme!
Pues sí, no he matado a nadie, tampoco he robado ¡ni mucho menos! Además soy una persona formal y tranquila, cumplo con las normas cívicas, y de conducta, es decir jamás pintarrajeo las paredes, ni tiro la basura al suelo, ni voy dando el cante haciendo nudismo por ahí, siempre respeto las señales y los límites de velocidad. Entonces… ¿por qué hoy he estado a punto de ser fichada? Mi cara de frente y de perfil en un archivo de la policía, y debajo un número identificativo. ¡Que escarnio! Soy una rebelde, una insumisa, una desobediente… además no sé leer carteles.

¡Si!, si sé leer carteles, es sólo que aquel poli (pobrecito mío) tenía muy mala baba, o le estaba dando el sol en la cabeza, todo puede ser. No le culpo, sólo hacía su trabajo, y según él yo crucé cuatro o cinco vallas y una señal de prohibido, (sólo fueron dos vallas diré en mi defensa) Te preguntarás, ¿pero que hiciste alma de cántaro? ¿te las pasaste?, ¿fuiste tan loca? ¡Con la cara de buena persona (pánfila) que tiene!
Sí, me las pasé, el coche de delante lo hizo y el tío no le dijo nada, luego pasé yo para preguntar cual era el desvío ese que citaba el cartelito, (ya que no había flechas ni nada que lo indicara) y fue entonces cuando el muy borde me miró como si le hubiera robado el alma (o el buen humor), para increparme muy parco (chulo): ¿adonde vas? ¿sabes que te has saltado cuatro o cinco vallas? (¡qué sólo habían dos tío pelmazo!) ¿sabes que tendría que denunciarte?

¿Pero que te he hecho yo?, pensé al mirarle con mi habitual cara de despiste. Y sólo pude decir… do do do do da da




No quise ponerme nerviosa, pero algo trabada respondí: ¿do do de-desvío?
Un segundo antes el amable policía rellenaba un sudoku para paliar el aburrimiento, ¡claro si hubiera estado dirigiendo el trafico nos hubiéramos ahorrado todo aquello! Al estar a cinco metros creí que podría acercarme a preguntarle y con la misma girar para enfilar la escondida calle lateral, única salida que no había visto, y que después de una pose amenazante concedió a enseñarme. ¡Gracias mi niñoo, que dios te lo pague y te conserve esa sonrisa tan salada!


Y yo que ya me veía tal que así...



...entre rejas....


...haciendo nuevos y peculiares amigos...


...obligada a realizar agotadores trabajos forzados (¿Con que te gusta escribir, eh?, ¡escribiras una y otra vez hasta el fastidio, "Las normas están para cumplirlas"!, jajaja, te va a gustar...


Por suerte sólo eran fantasías.

Hoy he estado a punto de ser denunciada, ¡que emocionante! Y eso te cambia… te endurece, ya eres una mujer curtida, has tenido tu primer encuentro con la policía, ahora sólo queda que te hagas un buen tatuaje en el brazo para recordar este día, el día en que estuviste al límite de la ley.


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