Emilio Aragón cantaba hace años aquello de “te huelen los pies, tanana-naná”. Y eso canto yo pero cambiando te huelen por me duelen. La razón, acabo de estrenar zapatos…
Dicen que a las mujeres nos chifla comprar zapatos… puede que yo sea la excepción a esa regla. Odio tener que probarme zapatos, que si pedir talla, que si ver colores, diseños… ¡argg!, acabo hasta el gorro. ¡Ay! Y cuando encuentras unos que te valen, que te sirven, que te gustan… ¡zas! Que daño que te hacen, pero daño, daño, daño.
¿Por qué de entre toda aquella estantería de zapatitos yo he ido a comprar los únicos que son asesinos? Si, esos que te van matando lentamente y con dolor. Esos que te desuellan el talón y a nada que camines un rato empiezan a oprimirte los dedos con toda la fuerza viva de este universo. Los mismos que hacen que acabes más quemada que Chiquito de la Calzada paseando descalzo al mediodía en una playa cualquiera de Andalucía. Por lo menos así te sientes: yendo de puntillas, caminando raro y haciendo sonidos. ¡Ay, ouch, au! ¡Comooor, no puedor, no los soporto más!
Dicen que a las mujeres nos chifla comprar zapatos… puede que yo sea la excepción a esa regla. Odio tener que probarme zapatos, que si pedir talla, que si ver colores, diseños… ¡argg!, acabo hasta el gorro. ¡Ay! Y cuando encuentras unos que te valen, que te sirven, que te gustan… ¡zas! Que daño que te hacen, pero daño, daño, daño.
¿Por qué de entre toda aquella estantería de zapatitos yo he ido a comprar los únicos que son asesinos? Si, esos que te van matando lentamente y con dolor. Esos que te desuellan el talón y a nada que camines un rato empiezan a oprimirte los dedos con toda la fuerza viva de este universo. Los mismos que hacen que acabes más quemada que Chiquito de la Calzada paseando descalzo al mediodía en una playa cualquiera de Andalucía. Por lo menos así te sientes: yendo de puntillas, caminando raro y haciendo sonidos. ¡Ay, ouch, au! ¡Comooor, no puedor, no los soporto más!
Te paras, no puedes seguir. La coincidencia ha hecho que acabes justo en frente de una plaza para minusválidos. ¡Como se ríe el destino de uno! Y sólo hallas descanso cuando te los quitas con rabia y los tiras por ahí. ¡Ufff! Entonces llega la revisión de daños, es un trámite por el que tienes que pasar, lo que pasa es que no te atreves a mirar esas heridas por si pudieras marearte, sin embargo no te queda de otra. Abres un ojo y el otro, y… ¡Mis pies, pobres pies! En aquel momento abres alarmada el botiquín de urgencia que toda mujer precavida lleva en su bolso y entre tiritas, yodo, analgésicos y tal te haces un apaño… que al cabo de cinco minutos se ha despegado de tu pie. Y vuelves a sufrir, a acordarte de la abuela del abuelo del que diseñó ese tormento. ¿Por qué la vida es tan cruel para las mujeres? ¿Por qué hay que aguantar tanto? No ha bastado con los corsés de antaño, con las faldas de tubo que no dejaban caminar, con los leggins de vinilo y los tangas de hilo, ¿todavía mas? ¿Es una conspiración o que? Y se te ocurre que si en Guantánamo están faltos de ideas sobre torturas y esas cosas, podrías mandarles una sugerencia: zapatitos de tacón para todos los reclusos y a dar vueltas por el patio ocho horas seguidas, seguro que más de uno acababa trastornado perdido.
Incó¿moda?
Las mujeres van sobre zapatos de tacón, algunas veces altísimos y vertiginosos, en ocasiones inestables e incómodos, los llevan no sólo para parecer más altas y llamar la atención, sino porque la moda rige que deben llevarlos, que es sinónimo de feminidad, de seducción, de hermosura. Así pues las mujeres se asoman al mundo en puntas, creídas de que estilizan, favorecen y las hace irresistibles. Pero la verdad más cruel es que los zapatos de tacón sitúan al pie en una posición que resulta antinatural, algo que ortopedias y traumatólogos subrayan como:”uno de los claros condicionantes de las patologías que se ven en las consultas diarias”
Sin embargo ¿Qué importa sufrir un rato si la moda te dice que tienes que ir encaramada a esos andamios? Ya, eso lo que la moda dice que les queda bien a las mujeres y que, en realidad, les hace mal a las mujeres.
Incó¿moda?
Las mujeres van sobre zapatos de tacón, algunas veces altísimos y vertiginosos, en ocasiones inestables e incómodos, los llevan no sólo para parecer más altas y llamar la atención, sino porque la moda rige que deben llevarlos, que es sinónimo de feminidad, de seducción, de hermosura. Así pues las mujeres se asoman al mundo en puntas, creídas de que estilizan, favorecen y las hace irresistibles. Pero la verdad más cruel es que los zapatos de tacón sitúan al pie en una posición que resulta antinatural, algo que ortopedias y traumatólogos subrayan como:”uno de los claros condicionantes de las patologías que se ven en las consultas diarias”
Sin embargo ¿Qué importa sufrir un rato si la moda te dice que tienes que ir encaramada a esos andamios? Ya, eso lo que la moda dice que les queda bien a las mujeres y que, en realidad, les hace mal a las mujeres.
-1. Stine Heilmann, 1996. 2.Stéphane Couvé Bonnaire, 1996. 3. Andre Perugia, 1931. 4. Samuele Mazza, 1992-
-5. Inglaterra, 1890. 6. Lars Hagen, 1991. 7. Italia, 1600-
-8. E.E.U.U. Años'70. 9. Steven Arpad, 1939. 10. Goody Two Shoes, Años '70. 11. China. Principios del Siglo XX-
El zapato mas deseado por las mujeres es el de la Cenicienta, que era de cristal finísimo y brillante. Cuando se escribió este cuento los pies pequeños eran un símbolo de virtud, distinción y belleza, además de atractivo sexual. Por lo que (aunque gore) no resulta nada raro que las desesperadas hermanastras (que ya se veían para vestir santos, ¡y eso no!) se cortaran o el dedo gordo o el talón. Para presumir hay que sufrir… ¿Quién inventó esta frase?, ¿era mujer?
Pero peor sería haber vivido en la antigua china en donde era costumbre vendar los pies, para lograr eso que llamaban “lotos dorados”: unos pies ultrapequeños, que según decían eran altamente eróticos para los hombres.
-Esto, ¿atractivo?-
Lotos Dorados:
Dice una leyenda que en el siglo X, el emperador Li Yu ordenó a su concubina favorita vendarse los pies con cintas de seda y bailar sobre una plataforma que tenía esculpida una flor de loto. Se desconoce todavía el origen exacto del vendaje de los pies en China pero, más o menos verídica la leyenda, se sabe que las primeras que empezaron a vendar sus pies fueron las bailarinas de palacio en el siglo X, con el objetivo de realzar la gracia de sus movimientos. De la corte se extendió a las clases altas y en el siglo XVI se popularizó por todo el territorio chino y en todas las clases sociales.
Con el paso del tiempo, el significado se volvió absolutamente opuesto -de realzar la gracia de los movimientos a restringirlos-, adaptándose a los valores femeninos defendidos por Confucio: la vida doméstica, la virtud, la maternidad y el trabajo manual.
Para que los pies se convirtiesen en loto dorado (obra de arte y objeto de deseo) debían medir sólo siete centímetros y reunir las siguientes características: ser delgados, pequeños, puntiagudos, arqueados, perfumados, suaves y simétricos. El talón debía ser carnoso y redondeado, y todo el peso del cuerpo debía recaer sobre el dedo gordo. Para ello era necesario que los dedos y el puente se rompiesen y doblasen hasta llegar a tocar el talón. Y la hendidura formada por la punta del pie y el talón debía tener la profundidad de una moneda grande: la recompensa era la felicidad.
Con el paso del tiempo, el significado se volvió absolutamente opuesto -de realzar la gracia de los movimientos a restringirlos-, adaptándose a los valores femeninos defendidos por Confucio: la vida doméstica, la virtud, la maternidad y el trabajo manual.
Para que los pies se convirtiesen en loto dorado (obra de arte y objeto de deseo) debían medir sólo siete centímetros y reunir las siguientes características: ser delgados, pequeños, puntiagudos, arqueados, perfumados, suaves y simétricos. El talón debía ser carnoso y redondeado, y todo el peso del cuerpo debía recaer sobre el dedo gordo. Para ello era necesario que los dedos y el puente se rompiesen y doblasen hasta llegar a tocar el talón. Y la hendidura formada por la punta del pie y el talón debía tener la profundidad de una moneda grande: la recompensa era la felicidad.
El proceso del vendaje:
El vendado de los pies era un ritual exclusivamente de las mujeres y las madres quienes vendaban los pies a sus hijas desde los cuatro años en adelante.
Encerradas en la habitación, la madre le cortará las uñas de los pies, el momento propicio para la iniciación era revelado tras una consulta astrológica y en el día elegido se ofrecían a los dioses pasteles de arroz para que éstos permitiesen que los pies de su hija fuesen tan suaves como esos pasteles. Desde ese día y durante un periodo comprendido entre seis meses y dos años la hija sentirá un dolor insoportable, hasta que el nervio se muera y deje de sentir ningún tipo de dolor.
Los pies se ponían en remojo con una mezcla de hierbas y sangre animal para eliminar las posibles infecciones de la piel. En ese momento su propia madre le rompía los 4 dedos más pequeños y los aprisionaba contra el talón para luego vendarlos con seda o algodón. Este ritual se repetía cada dos días con vendas limpias y durante 10 años.
Pasados los dos primeros años ambos pies medían aproximadamente 10 centímetros. El dolor no cesaba debido a que cada vez las vendas se ponían más prietas, además de que era muy habitual que el proceso causara graves infecciones.
En este período de sufrimiento y suplicio las niñas debían caminar para que el proceso fuera el mejor y para que más tarde pudieran caminar. Si se hacía mal, era posible que la niña no pudiera volver a caminar "normalmente" o que tuviera una terrible infección y muriera.
Encerradas en la habitación, la madre le cortará las uñas de los pies, el momento propicio para la iniciación era revelado tras una consulta astrológica y en el día elegido se ofrecían a los dioses pasteles de arroz para que éstos permitiesen que los pies de su hija fuesen tan suaves como esos pasteles. Desde ese día y durante un periodo comprendido entre seis meses y dos años la hija sentirá un dolor insoportable, hasta que el nervio se muera y deje de sentir ningún tipo de dolor.
Los pies se ponían en remojo con una mezcla de hierbas y sangre animal para eliminar las posibles infecciones de la piel. En ese momento su propia madre le rompía los 4 dedos más pequeños y los aprisionaba contra el talón para luego vendarlos con seda o algodón. Este ritual se repetía cada dos días con vendas limpias y durante 10 años.
Pasados los dos primeros años ambos pies medían aproximadamente 10 centímetros. El dolor no cesaba debido a que cada vez las vendas se ponían más prietas, además de que era muy habitual que el proceso causara graves infecciones.
En este período de sufrimiento y suplicio las niñas debían caminar para que el proceso fuera el mejor y para que más tarde pudieran caminar. Si se hacía mal, era posible que la niña no pudiera volver a caminar "normalmente" o que tuviera una terrible infección y muriera.
El vendaje de los pies, el símbolo más característico de la identidad femenina en la China tradicional, fue prohibido en 1911 y duramente perseguido por el gobierno comunista. Empezó a atacarse la costumbre de vendar los pies como algo insano y bárbaro y como obstáculo para la modernización del país. Las mujeres de las regiones costeras, identificándose con las posturas europeas, rechazaron pronto continuar la tradición con sus hijas y poco a poco, el significado negativo de esta práctica fue penetrando también en el interior de China, donde en 1957 se vendaron por última vez los pies de una china.
Se ponía fin entonces a una tradición de mil años de antigüedad muy paradójica: la deformación de los pies llegó a convertirse en el símbolo máximo de belleza y erotismo y el dolor diurno quedó justificado por las posibilidades de placer nocturno.
Fuentes: diosasyhadas.blogspot.com:la-cenicienta-y-sus-pequeos-pies. Avizora.com/publicaciones: Una historia del zapato femenino. Lo que es moda e incomoda. Escalofrio.com/n/Curiosidades/Pies_Vendados_-_Costumbre_China/Pies_Vendados
8 comentarios:
Nunca he sido una persona con vicios... creo que sólo puedo meter en una lista el chocolate y los zapatos.
Hace tiempo en el blog colgué unos post sobre ellos: tengo 3 armarios llenos de zapatos, creo que ya voy por el par nº 80!!!!!
Es una de mis pasiones, no puedo controlarlo xD
BEsos
Me han dado escalofríos. Qué horror. Creo que gracias a este post, me siento más hombre. No molan los tacones.
¡Uf! He estado sintiendo ese dolor mientras leía el post... lo describes de una manera...
Yo uso plantillas y tacón bajo, y te aseguro que paso de modas, erotismo, y todo lo que quieran publicitar. Se puede ir bien vestida con tacón bajo y al que no le guste que no mire.
Primero la salud, eso es lo más importante.
Muchos besos.
El zapato de tacón está bien pero en su justa medida, que conozco algunas que va a comprar el pan con unos taconazos que ni la Michel Pheipher esa por la pasarela de Milán.
Mi experiencia con los tacones tampoco es buena -normal soy un tío-, me los puse en carnavales una vez. Estilizaban los gemelos que no veas, pero a las dos horas tuve que coger y romperle los tacones y caminar como bien pude,
Me gusta esa filosofía, ante todo ir cómodo, y al carajo con la moda, las tendencias y la publicidad.
Un beso!!
Madre!, la visión de esos pies arrugados y deformados al maximo me ha producido miedo. ¿De verdad se sometian a esa tortura por moda? Aunque fuera tradición lo hacían para ser mas atractivas, más sensuales y más deseadas, ¿no? Me ha impresionado esa frase de "la recompensa era la felicidad". Pero si tenían que aguantar dolores inhumanos durante diez años de su vida. Ay! que impresión.
La verdad es que estrenar tacones a veces es casi la misma tortura.
Tienes razón en eso de inco-moda, porque mira que la moda es rara y antinatural muchas veces.
Buen post.
Un beso grande.
Alury, ¿80 pares de zapatos?, uff, no podrás decir que no tienes que ponerte, jaja. Me quedo con el chocolate, ese si es mi vicio, no sé si es sano o no, pero no puedo resistirme.
Saludos
:D
Bastet, ¡como para no sentir horror! Es para tener escalofríos y pesadillas toda la noche, tienes suerte de ser hombre, jamás tendrás que ir incómodo a causa de unos tacones.
Saludos
:D
Besos Durrel, pos claro que si, se puede ir con calzado plano e ir la mar de guapa. Podemos dejar los tacones para momentos puntuales, ¿no?
:)
Sí, Angel, no digo que esten mal, son bonitos, estilizan los gemelos, incluso a algunas mujeres les da seguridad, pero como dices sin abusar, que después la salud se resiente. Jaja, que anécdota de carnavales, sólo aguantaste 2 horas con ellos puestos, ay...
Filofía importante: ir cómodo y no sufrir por nada y por nadie. Porque yo lo valgo.
Besos
:D
Ay Raque, si, la recompensa era la felicidad, que ironía, después de sufrir una tortura de 10 años Y sólo para gustar, para parecer mas atractivas, que raro suena eso despues de ver ese pie deformado y feísimo.
Si, siempre que estreno zapato me someto a una tortura, será que mi pie es muy sensible o yo que sé.
Ojala se pudiera salir a la calle en pantuflas, jaja.
Un besote
:D
Ana, buen post...
como las personas se pueden someter a semejante tortura en verdad la modaincomoda....aproposito del poema que puse... que bien que te
haya gustado el poema en realidad no es mio, se me paso poner etiqueta y nombre...pero gracias espero algun dia escribir como ella...tengo algunas cosas escritas pero me da un poco de verguenza ponerlas, pero algun dia las pondre.
Saludos :)
Eso me pregunto yo, Karbohe, ¿porque someterse a esa tortura?, uyss. Ah, creí que eran palabras tuyas, muy bonitas, jeje. Cuando pierdas la verguenza, animate y comparte algo de lo que escribes, ¿vale? Yo también soy vergonzosa y ya me ves.
Saludos
:D
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