viernes, 23 de octubre de 2015

Parasomnia

La luz no era luz, quizás algo parecido a un parpadeo azulado. Era algo que se iba desenrollando igual que una alfombra que se precipita desde un punto alto. Atrapada, parecía contenida en el interior de una cosa redonda, un túnel, un punto blanco lejano y borroso. Era como la luz de los sueños, posiblemente de las pesadillas.
Algo le oprimía el pecho, no podía respirar, boqueaba con nerviosismo tratando de recoger una buena bocanada de aire pero no podía, se ahogaba, se le cerraba la garganta, se esforzaba, luchaba, y no resultaba. Algo le oprimía el pecho. No podía moverse.
Abrió los ojos pero su cuerpo se había vuelto de granito, lo sentía pesado, ajeno a su propia voluntad, no le respondía. Sus piernas y sus brazos estaban anclados, atados, sujetos. Tenía la sensación de que no estaba despierta del todo pero lo estaba. Su angustia creció, se oyó gritar dentro su cabeza pero su voz no se materializó. Sus pensamientos se dispararon. Trató de pensar con calma hasta que de repente recordó que lo que le estaba pasando era un trastorno muy común que se llamaba parálisis del sueño, no era grave, no iba a morirse, pronto recuperaría el control sobre sí misma, tan sólo tenía que respirar con calma. Con calma. Hondo. Profundamente. Sí, expirar y aspirar. Expirar y… No, no, ¡no funcionaba, se ahogaba! Su pecho estaba comprimido, aplastado. Estaba atrapada dentro de su propio cuerpo.
Esto sólo es un agudo ataque de parasomnia, se dijo, eso es y nada más. Nada más. Pero algo le decía que era otra cosa, algo peor.
Su aprensión se disparó porque estaba segura de que alguien la miraba, cerca, muy cerca, a muy corta distancia.
No podía mover el cuello, ni pestañear, no podía salir de esa inmovilidad. ¡Y le pesaba tanto el cuerpo! Y además seguía intuyendo una presencia amenazante. Quería pensar que se trataba de una alucinación pero sentía la proximidad de algo real, palpable.
Las lágrimas acudieron a sus ojos, podía sentirlas resbalando por sus mejillas. Su pecho, su pecho le dolía. Sus lágrimas caían… y de pronto algo la tocó en la cara. Sus pupilas se agrandaron. Su cuerpo le respondió por primera vez y bajó la vista, entonces lo vio, ahí, algo horrible, oscuro, animal, sobre su pecho, en su pecho, bebiendo de su cuello, arañándola con unas pezuñas afiladas como espinas, un demonio devorador que la observaba con una sonrisa perversa y cruel. No pudo gritar… no le dio tiempo. 


4 comentarios:

Inma_Luna dijo...

Y es que hay alucinaciones demasiado reales.
Muy bueno.
Besitos

lopillas dijo...

Acabo de buscar parasomnia y es que lo has descrito perfectamente creando el clima. Qué pitada padecerlo!
Me encantan tus cortos
Besitos bohemia

Montse dijo...

Magnífico texto, Ana, como sabes hilvanarlo todo, jugar con las palabras para que se experimente lo que padece el personaje, porque se siente, lo haces sentir. Y como llegas al final, a ese "no le dio tiempo" ¡guauuu!
Me ha encantado y sobrecogido.
Besitos, guapa.

Ana Bohemia dijo...

Gracias Inma_Luna, un placer que me leas.
Besos
:D

Gracias Lopillas, la verdad es que lo de la parálisis del sueño tiene que ser de terror, yo no lo he sufrido, una hermana mía sí, le pasó alguna vez y es algo agónico.
Besitos
;)

Gracias Montse, agradecida por tus palabras, me gusta hacer sentir con mis escritos lo cual es complicado, ponerme en el pellejo del o la prota e hilvanar la historia, aunque sea algo espeluznante, así que si te ha sobrecogido y además gustado me doy por satisfecha.
Besote guapa
:D

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