La luz no era luz, quizás algo parecido a
un parpadeo azulado. Era algo que se iba desenrollando igual que una alfombra
que se precipita desde un punto alto. Atrapada, parecía contenida en el
interior de una cosa redonda, un túnel, un punto blanco lejano y borroso. Era
como la luz de los sueños, posiblemente de las pesadillas.
Algo le oprimía el pecho, no podía
respirar, boqueaba con nerviosismo tratando de recoger una buena bocanada de
aire pero no podía, se ahogaba, se le cerraba la garganta, se esforzaba,
luchaba, y no resultaba. Algo le oprimía el pecho. No podía moverse.
Abrió los ojos pero su cuerpo se había
vuelto de granito, lo sentía pesado, ajeno a su propia voluntad, no le
respondía. Sus piernas y sus brazos estaban anclados, atados, sujetos. Tenía la
sensación de que no estaba despierta del todo pero lo estaba. Su angustia
creció, se oyó gritar dentro su cabeza pero su voz no se materializó. Sus
pensamientos se dispararon. Trató de pensar con calma hasta que de repente recordó
que lo que le estaba pasando era un trastorno muy común que se llamaba parálisis
del sueño, no era grave, no iba a morirse, pronto recuperaría el control sobre sí
misma, tan sólo tenía que respirar con calma. Con calma. Hondo. Profundamente.
Sí, expirar y aspirar. Expirar y… No, no, ¡no funcionaba, se ahogaba! Su pecho
estaba comprimido, aplastado. Estaba atrapada dentro de su propio cuerpo.
Esto sólo es un agudo ataque de
parasomnia, se dijo, eso es y nada más. Nada más. Pero algo le decía que era
otra cosa, algo peor.
Su aprensión se disparó porque estaba
segura de que alguien la miraba, cerca, muy cerca, a muy corta distancia.
No podía mover el cuello, ni pestañear,
no podía salir de esa inmovilidad. ¡Y le pesaba tanto el cuerpo! Y además
seguía intuyendo una presencia amenazante. Quería pensar que se trataba de una alucinación
pero sentía la proximidad de algo real, palpable.
Las lágrimas acudieron a sus ojos, podía
sentirlas resbalando por sus mejillas. Su pecho, su pecho le dolía. Sus lágrimas
caían… y de pronto algo la tocó en la cara. Sus pupilas se agrandaron. Su cuerpo
le respondió por primera vez y bajó la vista, entonces lo vio, ahí, algo
horrible, oscuro, animal, sobre su pecho, en su pecho, bebiendo de su cuello, arañándola
con unas pezuñas afiladas como espinas, un demonio devorador que la observaba
con una sonrisa perversa y cruel. No pudo gritar… no le dio tiempo.
4 comentarios:
Y es que hay alucinaciones demasiado reales.
Muy bueno.
Besitos
Acabo de buscar parasomnia y es que lo has descrito perfectamente creando el clima. Qué pitada padecerlo!
Me encantan tus cortos
Besitos bohemia
Magnífico texto, Ana, como sabes hilvanarlo todo, jugar con las palabras para que se experimente lo que padece el personaje, porque se siente, lo haces sentir. Y como llegas al final, a ese "no le dio tiempo" ¡guauuu!
Me ha encantado y sobrecogido.
Besitos, guapa.
Gracias Inma_Luna, un placer que me leas.
Besos
:D
Gracias Lopillas, la verdad es que lo de la parálisis del sueño tiene que ser de terror, yo no lo he sufrido, una hermana mía sí, le pasó alguna vez y es algo agónico.
Besitos
;)
Gracias Montse, agradecida por tus palabras, me gusta hacer sentir con mis escritos lo cual es complicado, ponerme en el pellejo del o la prota e hilvanar la historia, aunque sea algo espeluznante, así que si te ha sobrecogido y además gustado me doy por satisfecha.
Besote guapa
:D
Publicar un comentario