Conocí la emotiva historia de John Unger y su perro Schoep gracias a mi hermana Raquel, e inmediatamente me sentí conmovida. La imagen que ella me mostró tenía una carga enorme, afectiva, emocional. La fotografía desprendía amor, un cariño inmenso e incondicional.
Como gran amante de los animales me sentí identificada con ese cariño leal y cierto del perro. Inevitablemente se me rayaron los ojos al recordar a mi perro Brown, que murió este año, y al reconocer en los ojos del perro Schoep la misma bondad, la infinita ternura y agradecimiento que son capaces de dar los animales. Y en definitiva esa humanidad de la que a veces carecen muchas personas.
Schoep murió el pasado 18 de julio después de 19 años de vida. Quería compartir su historia aquí, en este blog. Encontré la noticia y aquí la dejo, sin cambiar ni poner una coma. Espero que esta historia de amor te traspase el corazón como lo ha hecho conmigo…
-John Unger, con su perro Schoep, en una imagen que dio la vuelta al mundo-
Una foto de una huella en la arena publicada en Facebook ha puesto punto y final a una de las historias más tiernas de las miles que circulan a diario por la red. El cuento va de dos amigos. Uno de ellos, un perro artrítico de 19 años que solo cuando se sumergía en el agua dejaba de sentir la tortura de sus viejos huesos. El otro, un hombre que le devolvió el cariño que durante dos décadas le dio el animal y que lo mantenía a flote, en brazos. ‘Schoep’, que acaba de fallecer a los 20 años, estaba enfermo y cada día, al atardecer, John Unger lo llevaba al lago de Bakefield en Wisconsin y lo mantenía sobre el agua hasta que el perro se quedaba dormido con la cabeza en su pecho. La imagen que caza la escena, firmada por la fotógrafa Hannah Stonehouse Hudson dio la vuelta al mundo y se convirtió en un viral que habla sobre la amistad irrenunciable entre hombre y perro.
Unger cumplía esa ceremonia desde que el veterinario le dijo que el mestizo pastor que le había acompañado durante media vida sufría tremendos dolores por una severa artritis y una displasia de cadera, dos males comunes a los canes de avanzada edad. Supo también que el agua y la falta de gravedad mitigaban los pinchazos de las dos enfermedades, así que tomó a Schoep y lo introdujo el lago. Lo cogió en brazos, le susurró como a los viejos amigos y el perro se quedó dormido. Desde entonces repetía diariamente ese momento de intimidad.
Cuando los medios le preguntaron a Unger por qué lo hacía, respondió que el perro fue su compañero de aventuras durante 20 años y que cuidó de él siempre. Le estaba devolviendo el favor. Fue justamente al borde del agua cuando vivieron uno de sus momentos vitales. Fue hace mucho. John lo adoptó en un refugio cuando solo era un cachorro maltratado y desconfiado con los humanos. Tardó meses en creer en su nuevo dueño, pero se hicieron inseparables. Un año después, Unger y su novia se separaron y él cayó en una profunda depresión. Una noche, pensando en acabar con su vida, se acercó al lago. No sabe explicar cómo Schoep le hizo ver con su mirada que tenía que seguir adelante, así que dio media vuelta y juntos volvieron a casa. El perro no durmió en toda la noche. "Me estaba vigilando", explica su dueño.
Un viral directo al corazón
¿Cómo una historia tan íntima llega a dar la vuelta al mundo? La fotógrafa Hannah Stonehouse retrató el momento de Unger y Schoep y la colgó en su muro de Facebook. En pocas semanas, la compartieron millones de personas y Schoep se convirtió en un icono de la amistad en la red. Cuando hace unos meses John Unger acudió al veterinario, habían llegado centenares de donativos, premios, juguetes y medicamentos para su perro. "No sé cómo dar las gracias porque no sé quiénes son los que nos ayudan", ha declarado el dueño, que no sabe cuánto tiempo le queda junto a su amigo. "Solo sé que siempre estaré ahí para ayudarle". Cumplió hasta el final con esa tarea. “Respiro, pero no me llega el aliento”, ha escrito Unger en su despedida en Facebook.
Fuentes:
eldiariomontanes.es/20130722/mas-actualidad/sociedad/muere-perro-schoep-icono-201307221454
google imágenes.
2 comentarios:
Precisamente en facebook leí esta emocionante historia. Ojalá cundiera el ejemplo, no solo como este caso entre un hombre y su mascota sino entre nosotros mismos, que hay abuelos que ya quisieran unos cuantos mimitos también.
Besitos bohemia
Hola lopillas,tienes razón con lo de los abueloss tan abandonaditos y solos, y lo mucho que necesitan afecto y humanidad. En este aspecto hay personas que tratan mejor a sus mascotas que a sus padres o abuelos...
Besotes
;)
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