lunes, 30 de enero de 2012

“No luchamos, vosotros tampoco”

Hay historias que no deberían ser olvidadas, historias que nos reconcilian con el mundo y que nos devuelven la fe en el ser humano.
Hoy, día Mundial de la Paz, quiero recordar la historia de una tregua en medio del horror, la historia de una noche y de unas horas para la Paz…

Conocida como ‘La tregua de navidad’, soldados británicos, franceses y alemanes decidieron dejar descansar las armas para celebrar la navidad de aquel 24 de diciembre de 1914.


Apenas distanciados por unos cien metros, soldados alemanes se enfrentaban a los ingleses, franceses y belgas, en una guerra de trincheras sin misericordia. Entre ambos bandos existía un territorio, con 50 metros de distancia, conocido como la Tierra de Nadie, un paisaje antinatural donde los hombres caían y la vegetación había sido extinguida por los enfrentamientos, cubierto por el lodo, la nieve, y los cuerpos de los soldados fallecidos en combate.
Se acercaba la navidad. Para entonces, por expresa orden del Káiser se habían enviado miles de abetos navideños a las líneas alemanas con el objetivo de animar a los soldados, además de raciones extra de pan, salchichas y licores. Las tropas alemanas, siguiendo la tradición de su país, comienzan a decorar árboles con luces y a entonar canciones.

Las luces de los árboles, colocadas sobre las trincheras, alumbrarían la línea germana ante la sorpresa de británicos y franceses. Preparados para lo peor al ver las luces, su estupefacción alcanza nuevos niveles cuando, en mitad del silencio de aquella fría noche de diciembre, comienzan a escuchar a los alemanes cantar “Stille Nacht, Heilige Nacht” (Noche de paz, Noche de amor). Al acabar la música, los soldados británicos jalean y aplauden la iniciativa germana, y en respuesta cantan “The first Noel, the angel did say”, para concluir cantando juntos “O come all ye faithful” y “Adeste Fideles”. Tras aquellos minutos en los que la música actúa como puente hacia la confraternización comienzan a oírse gritos, no de violencia como acostumbraban escuchar, sino de una feliz navidad que algunas voces deseaban al bando contrario.


Esa poética visión ayuda a crear un clima irreal. Los soldados depositan sus armas en el suelo. Desde sus bandos se enseñan letreros de cartón, rápidamente confeccionados, en los que se puede leer “Merry X-Mas” o “Frohe Weihnachten” (Feliz Navidad) y también uno que reza: “WE NOT FIGHT, YOU NO FIGHT” (no luchamos, vosotros tampoco).


Al despuntar el alba, algunos soldados alemanes agitan banderas blancas y salen desarmados de sus trincheras, dirigiéndose con paso dubitativo a la tierra de nadie. En un primer momento, los aliados dudan si acudir a su encuentro, pero pronto comprueban que la maniobra de acercamiento es sincera. Los hombres que hasta ese mismo día habían estado matándose están ahora a medio camino de sus posiciones, compartiendo tabaco, alcohol o chocolate, mostrándose las fotografías de sus esposas e hijos o intercambiándose recuerdos. Nadie dispara un tiro.


Como primera medida se entierran conjuntamente a los soldados muertos de ambos bandos que se encuentran desde hace semanas en la tierra de nadie. Todos cooperan, está ocurriendo algo especial.
Los gestos de confraternización continúan durante todo el día. En algunos lugares se celebran ceremonias religiosas conjuntas e incluso se improvisan partidas de naipes, de ajedrez, y disputados partidos de fútbol. Todos conviven como amigos…



Rápidamente británicos y alemanes conciertan un partido haciendo de sus gorros porterías. El barro congelado otorga un suelo duro y propicio para el juego a pesar de que el balón a menudo se va demasiado lejos. Se cuenta que el partido se concibió con la mayor de las caballerosidades y que el rival tendía la mano al contrario cuando éste caía al suelo. El partido acaba cuando uno de los comandantes ordena su conclusión. El resultado es de 3-2 para los alemanes.
La tregua dura unos días más, hasta el 26 en algunos sectores y hasta el 29 en otros. Se dice incluso que de haber continuado el armisticio, la guerra podría haber tocado a su fin, pero los superiores, aquellos que hacían la guerra en los despachos y no en el campo de batalla, se mostraron indignados al saber de la Tregua de Navidad considerándola una imperdonable falta de disciplina.


Se destruyen cartas, se censuran informaciones y se queman fotografías con la intención de que el hecho no se difunda, pero algunos testimonios, cartas y fotografías, sobreviven.


Algunos fragmentos de cartas escritas por militares ingleses hacen referencia a esa extraordinaria tregua navideña, como es el caso del sargento Mayor Frank Naden que escribió lo siguiente: “En el día de Navidad un alemán salió de las trincheras con las manos en alto. Nuestros compañeros inmediatamente salieron de sus trincheras y los alemanes de ellas y nos encontramos en el medio y por el resto del día fraternizamos, cambiamos comida, cigarrillos y souvenirs. Los alemanes nos dieron algunas de sus salchichas y nosotros le dimos algunas de nuestras cosas. Los escoceses comenzaron a tocar sus gaitas y compartimos una rara alegría que incluyó un partido de futbol con los alemanes. Los alemanes nos dijeron estar cansados de la guerra y deseaban que terminara. Al día siguiente recibimos la orden de que toda comunicación e intercambio amistoso con el enemigo debía cesar, pero nosotros no disparamos en todo el día y los alemanes no nos dispararon a nosotros”.


Los franceses ponen un especial empeño en confiscar los negativos de las instantáneas que algunos soldados habían tomado durante la tregua, en donde podían verse a los hombres de uno y otro bando posando amistosamente ante la mirada del fotógrafo improvisado.
Una de estas imágenes no pudo ser interceptada por la censura y acabó siendo publicada a toda página en la portada de un diario londinense, el Daily Mirror. Pero las informaciones relativas a este episodio desaparecen rápidamente de los periódicos por indicación de los gobiernos. Poco a poco, la vida en el frente retoma la dinámica anterior y la tregua navideña pasa a ser un recuerdo agradable diluido en la realidad de una guerra despiadada.


Las noticias que relataban estos inesperados episodios de amistad en el frente llegaron a los cuarteles generales, causando sorpresa y estupor. De inmediato se imparten órdenes a los oficiales para que entreguen un informe detallado de lo ocurrido e impidan que vuelva a ocurrir, tomando represalias contra los que habían mostrado una actitud más condescendiente con el enemigo...
Las unidades de uno y otro bando menos dispuestas a proseguir la lucha fueron desmembradas y distribuidas en otros sectores. Un número indeterminado de soldados franceses es pasado por las armas como escarmiento. Los alemanes poco combativos serían enviados al frente oriental. Un triste pago para unas pocas horas de Paz.



PAZ
Fuentes: Listas.20minutos.es/lista/el-dia-en-que-la-navidad-detuvo-la-guerra-sorprendente-tregua-navidena-de-1914.Notasdefutbol.com/historia/la-tregua-de-navidad-un-partido-de-futbol-en-mitad-de-la-guerra. Google imágenes.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Me he quedado impresionada. No sabía nada de todo esto, y me alegro mucho haberme enterado, Ana.
Gracias por compartir momentos tan bellos de la historia.
Nicole.

Ana Bohemia dijo...

Hola Nicole, gracias por tus visitas y por tus palabras, me alegra que te hayas enterado de esta tregua de Navidad gracias a este blog, un momento precioso de la historia que tendría que haber acabado con una guerra y devuelto la paz, pero siempre hay intereses tras las guerras y parece que eso cuenta mas que el entendimiento sin armas.
Un abrazo
;)

Prometeo dijo...

Un momento impresionante que pudo ahcer mucho hisroira paero quedo en eso una naecdota, un apena peor la vida continua y al guerro continuo...
Un abarzo, me encnat tu blog.

Ana Bohemia dijo...

Una pena que la tregua no consiguiera detener esa guerra, pero así fue...
Un abrazo Prometeo, gracias por tus palabras, me alegro de que te guste este blog.Vuele cuando quieras.
;)

Raquel dijo...

Una historia preciosa.
Un beso :)

Ana Bohemia dijo...

Así es...
Debía tener el día sensible pero cuando lo leí el otro día me emocionó, me dió por pensar que el ser humano tiene dentro de si la capacidad para perdonar y también para odiar, y casi siempre un extremo es mas fuerte que el otro que en este caso es el odio, un odio irracional a veces e inculcado, lo cual me parece muy injusto.
Muakss
:)

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