martes, 22 de septiembre de 2009

Sonia

Sonia siempre había sido una chica activa, deportista. Siempre había tenido muy claro que quería para su vida. Siempre había sabido que había nacido para algo importante. No le había dado miedo dar todos los pasos que pudiera para alcanzar sus metas: desde independizarse a los dieciséis años y huir de una vida vulgar, hasta viajar sin recursos por media Europa para aprender idiomas por su cuenta. Pero lo que mas le gustaba hacer a Sonia era correr. Corría muy rápido, y siempre que corría lo hacía hasta que le temblaban las piernas, hasta que rompía toda resistencia contra el viento, hasta que el propio viento se le metía por las venas y juntos se hacían uno.

Sonia era deportista, era alegre, optimista, Sonia sabía vivir la vida, sabía sacarle partido a cada minuto. Aquel año había empezado a estudiar la carrera de Bellas Artes, un capricho porque Sonia ya tenía otros dos títulos más prometedores a sus espaldas, pero a Sonia no le importaba los fracasos o las etiquetas. Era libre, y quería seguir siendo libre para hacer lo que quisiera. Nada la ataba y ella no se dejaba atar, algo que le reprochaba Juan, su, por así decirlo, novio intermitente.
Pero Sonia consideraba que le quedaba mucho tiempo para centrarse en temas amorosos, que ya podía tomar a Juan en serio mas adelante. Por el momento su único objetivo era hacerlo todo y no quedarse con las ganas: escalar el Everest, bucear a pulmón entre tiburones en la gran barrera de coral australiana, hacer rafting por el cañón Negro del río Colorado, sobrevolar en globo el sol de medianoche de Groenlandia. Sueños para la mayoría de los mortales pero para Sonia metas más que realizables.

Nunca hubiera imaginado cuando cruzó aquella calle que aquel coche no iba a parar. Nunca se le pasó por la cabeza que aquel conductor no respetase el semáforo, por eso se sorprendió cuando vio aquel vehiculo enorme abalanzarse sobre ella. Cuando estas cosas pasan todo se queda en silencio, detenido, todo resulta como algo que te han contado y no que has vivido. Pero allí estaba la optimista Sonia, presa del desánimo, inmóvil, estafada por la vida, esa vida plena y buena que siempre le había prometido tener más tiempo, tener un mañana, un futuro.

Estaba en su naturaleza ser optimista, por eso encajó la situación de manera positiva, sabía que sus piernas no respondían y que las heridas eran importantes, pero afrontó la operación dispuesta a recuperarse cuanto antes.
-Debo informarle que las heridas sufridas…
Sonia estaba sobre la camilla, mirando de frente a un cirujano que hablaba correctamente pero que no expresaba emoción. Lo que decía era parecido a un murmullo largo, pesado, intenso, un rumor lejano, una voz perdida en el eco de un túnel que se hacía profundo, pero sólo una palabra en claro: amputación.

¡No!, gritó internamente Sonia, no, no quiero, no puedo, ¿qué pasa con lo de escalar el Everest, con lo del rafting, con lo de correr hasta estremecerse? ¿Qué iba a quedar de todo eso?
-Te recuperarás- le aseguraba Juan, el único contacto de la agenda de su teléfono que respondió a la llamada -te pondrás bien, eres fuerte, eres joven, eres… fuerte.
Juan habría querido parecer mas entero, mas firme al asegurar eso, pero los nervios le estaban devorando.
-No quiero morir Juan- musitó Sonia con el rostro demudado por la impresión, -no quiero pudrirme en una cama, no les dejarás, ¿verdad?, ¿me lo prometes?

Juan le había besado en la frente y la escuchaba con el alma en vilo, repitiendo frases de ánimo y consuelo, renovando su voto de esperarla y amarla para siempre.
“Lo dice por si no salgo de esta, pero y si salgo, ¿me seguirá encontrando atractiva, interesante, hermosa?, ¿me seguirá queriendo cuando me falte una pierna?”
-¡Aunque te falten las dos!, juró él, y ella creyó su juramento.

El mundo no se acaba Sonia, oyó decir a su abuela cuando el efecto de la anestesia la fue sumiendo en la inconsciencia. Aquella era la voz de su abuela Violeta, y creyó que no podía ser, porque su abuela llevaba cinco años muerta. La vida es bella, la escuchó de nuevo, la vida te da cosas y te las quita, pero aunque protestemos no podemos renunciar, ella esta llena de sorpresas gratas e ingratas, de momentos buenos y malos, de dolor y de alegría, de amor, de recuerdos y de sonrisas. Tu puedes superar todo esto, porque vivir es un regalo, con o sin pierna subirás montañas, cruzarás ríos, surcaras mares, porque tienes el regalo mas bonito de todos, la vida, ¡vívela!

Desgraciadamente Sonia nunca despertó de la anestesia, daño cerebral irreversible, lo llamó técnicamente el medico cuando un vehemente Juan le acorraló en el pasillo para saber que diablos pasaba.
-Muerta, ¿está muerta?, tartamudeó.
-Esta en coma, su cerebro ha sufrido daños irreversibles.
-Pero, ¿mejorará?, ¿se pondrá bien?, ¡ella puede recuperarse, hay muchísima gente que ha salido del coma!, ¿verdad?- depositó sus grandes manos en los hundidos hombros del medico, -¿verdad?, reiteró.
El medico suspiró profundamente, resignado, y Juan leyó entre líneas.
-¡Pero usted puede estar equivocado, seguramente Sonia volverá en sí!
-Una maquina vive por ella, se alimenta y respira por ella, no… no creo que haya esperanza.

Juan se negó a creerlo, le movía el afecto, el amor sincero y se negó a desconectarla, no quería elegir por Sonia, no quería matarla. Pronto consultó a otros médicos y especialistas que sometieron a Sonia a un sin fin de pruebas. En cada reflejo involuntario de aquel cuerpo veía Juan signos de vida, ciego y sordo ante los consejos de los demás de dejarla descansar, de no acortar su vida sino de aliviar su sufrimiento, pero Juan seguía ciego y sordo ante las evidencias de que ella jamás volvería a despertar.
Y el tiempo pasó, y Juan olvidó poco a poco su promesa. Sus visitas no fueron tan frecuentes y se volvieron más esporádicas. Siempre que la visitaba era con prisas, ya no le hablaba, ni la tocaba, ni le ponía música, ni le leía las noticias. Sonia se convirtió en algo inerte atado a una cama.
Con los años Juan desapareció y ya no hubo voces en la habitación de Sonia.
Él nunca supo que Sonia percibió aquel sutil cambio y que eso le rompió el corazón, porque Sonia se retrajo mas en su mundo, y el túnel en el que estaba metida se hizo más estrecho y lejano. Con los años Sonia se fue quedando sola en el hospital, el olvido duele tanto como verse postrada en una cama, porque la peor crueldad de todas es olvidarse de lo que te aman.

Aquella mañana una enfermera nueva entró en la habitación de Sonia. Durante un rato la observó viendo algo en ella que le llamó la atención. Sobrecogida y asombrada se dio cuenta de que la paciente movía frenéticamente la pierna sana como en un espasmo.
No sabía que era algo natural y para asegurarse llamó a su supervisora.
-Oh no te preocupes- le dijo colocando bien la sábana, -sólo es un reflejo.
-Si, pero da la sensación de que corriera, ¿ves su expresión, ves como coloca el pie?, ¿no te da esa sensación?
-Si, eso parece- comentó con asombro la supervisora, -parece, donde quiera que este, que esta corriendo y que eso la hace muy feliz.

Las dos tenían razón. Sonia corría como el viento. Sonia subía montañas blancas y cruzaba ríos peligrosos. Sonia veía el mundo bañado por una luz dorada, parte de sueños y parte de recuerdos.

3 comentarios:

Raquel dijo...

Un relato muy triste. Te lo dije cuando lo leí, casi no pude aguantar las lágrimas porque el final de la historia era muy cruel. El abandono de la familia y de las personas que amamos, que la vida nos arrebate los sueños de esa forma...en general me llenó de tristeza, pero es un relato muy hermoso y bien escrito.
Besos.

Anónimo dijo...

Comparto la opinión de Raque, estos temas son muy tristes, deprimentes pero existen y tu lo has reflejado muy bien.
Pueden cortarte las alas, pero no te impedirán volar...Me quedo con eso!.
MUAKS!.

Ana Bohemia dijo...

Besitos a las dos.
Mi intención era contar una historia triste, de frustración y abandono, de estafa por parte de la vida. Siempre pensamos que tenemos un mañana pero eso puede cambiar en un segundo. Sin embargo creo que -es mi percepción- tienen que haber mas vidas, porque a veces perdemos demasiado tiempo tratando de arreglar las equivocaciones y enredos de esta. Supongo que tiene que haber algo mas.
(Perdón por la filosofía barata)
MUAKSS
;)

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