sábado, 29 de agosto de 2009

Los gatos de los famosos

A pesar de que tengo tres perros adoro a los gatos. Ya he hecho un par de entradas relacionadas con este adorable animalito y no me canso. Hoy le ha tocado el turno a los gatos de los famosos. Como no podía ser de otra manera esta entrada también se la dedico a mi Lenny, mi travieso gato quien desapareció hace un par de meses. ¡Ay gordito, como te echo de menos!


-La reina Victoria de Inglaterra sentía pasión por los gatos. Su favorita, una gata persa, llamada White Heather, sobrevivió a la muerte de la soberana, y vivió en el palacio de Buckingham hasta bien entrado el reinado de Eduardo VII.
-Una de las preocupaciones principales de Winston Churchill era poner a salvo a su gato, un castaño de nombre Jock, durante los ataques aéreos. Su afecto por el animal era tal, que éste se hallaba presente junto con su amo en las reuniones del consejo de guerra.
-La emperatriz Zoe, esposa de Constantino Monaco, hacía comer a su gato junto a ella en un suntuoso plato de oro.
-El cardenal Richelieu vivía con catorce gatos, uno de los cuales, negro como el carbón, se llamaba Lucifer. Otro de ellos, Gaceta, tenía la costumbre de orinar sobre los invitados que le desagradaban. Píramo y Tisbe se convirtieron en una pareja inseparable que siempre dormía con las patitas entrelazadas. Otros felinos que tuvo este personaje fueron Serpolet, Sumiso, Ludovico el Cruel (que debía su nombre a que cazaba a sus presas, sobre todo ratones, de forma particularmente violenta) y Peluquín, llamado así porque se dice que nació sobre la peluca de uno de los amigos del cardenal. Los gatos de Richelieu eran reverenciados hasta por el rey de Francia.


"Se dice que en Estados Unidos, el partido republicano insta a sus candidatos a incluír a sus perros en los retratos de familia, pero les instruyen explícitamente de no hacerlo con sus gatos. Según los asesores de imagen, la presencia de un gato transmite una imagen de corrupción, codicia, avaricia y deshonestidad."

Véase:


El nuevo presidente de EEUU, Barack Obama, prometió a sus hijas Sasha y Malia que les compraría un perro cuando se instalasen en la Casa Blanca. Obama sigue así con la tradición establecida en la residencia presidencial y por la que todos los presidentes han tenido como mascota a un perro. "El perro debe ser de raza mestiza, como yo", explicó Obama.



Otros ejemplos:


1ºBarney. 2º Buddy. 3º Checkers. 4º Grits.


George W. Bush ha protagonizado numerosas anécdotas con su perro Barney. El Terrier Escocés negro se encontraba presente en el incidente de Bush con la famosa galleta salada.
Buddy el Labrador Retriever de Bill Clinton nunca se llevó bien con Socks, el gato de los Clinton.
Checkers fue el perro del ex presidente Richard Nixon durante su presidencia y vicepresidencia.
Jimmy Carter y su familia recibieron a Grits como regalo de una maestra de su hija Amy. El perro, sin embargo, fue sustituido años más tarde por un gato Siamés.


-En el número 10 de Downing Street, residencia del Primer Ministro británico, la presencia de gatos no es noticia. Cuando Harold Wilson ocupó el cargo de Primer Ministro y su gato Nemo se convirtió en miembro de su gabinete, se le preguntó al embajador italiano en el Reino Unido qué le gustaría ser si volviera a nacer. Éste, con una sonrisa, contestó: “Me gustaría ser gato en Londres”.
-Socks, el gato más famoso de la Casa Blanca, recibió durante el mandato presidencial de Bill Clinton más de 100.000 cartas de fans al año, que eran puntualmente contestadas por un equipo de voluntarios acompañando como firma la huella impresa de un gato.
-A la muerte de Tom Kitten, el gato de John Fitzgerald Kennedy, se publicó una nota necrológica en un diario de Washington en la que se leía: “Contrariamente a los humanos en su posición, Kitten no escribió sus memorias ni buscó sacar provecho de su estancia en la Casa Blanca”.
-El famoso novelista inglés Charles Dickens (1812-1870) no salía de su asombro cuando su “gato” William parió una numerosa camada, viéndose obligado a rebautizar a su felino con el nombre de Wilhelmina.
-El general y político francés Charles de Gaulle sentía una especial antipatía con los periodistas, a los que trataba con displicencia, mostrándose sin embargo tierno y juguetón con su gato Gris-Gris.
-Florence Nightingale (1820-1910), considerada la madre de la enfermería moderna, estuvo en la Guerra de Crimea acompañada por sus gatos, entre ellos Bismarck, Gladstone, Disraeli y Houri, una angora turca que le fue regalada por un soldado de ese país.
-El compositor nacionalista ruso Alexander Borodin (1833-1877), autor de la famosa ópera “El Príncipe Igor”, tuvo al menos dos gatos, cuyos nombres eran Dlinyenki y Pescador. El gato del compositor napolitano Domenico Scarlatti (1685-1757) fue la fuente de inspiración de su obra “La fuga del gato”.
-La reina egipcia Cleopatra (70 a.C.-30a-C.) sentía auténtica adoración por su gata, Charmaine.
-El profeta Mahoma tuvo a lo largo de su vida muchos gatos, pero su favorito sin duda era Muezza. Cuenta la leyenda que en una ocasión en que dormía sobre la manga de la túnica del profeta, éste prefirió arrancar la pieza de tela y levantarse sin ella, antes que molestar a su adorado gato.
-El emperador japonés Ichijo confinó a prisión al dueño de un perro que había perseguido a su gata Myobu No Omoto, por considerar que el honor de ésta había quedado irreparablemente mancillado.
-Abraham Lincoln asignó a Tabby, su gato rayado, la tarea de convertirse en ayo particular de su hijo Tad.
-Se dice que el presidente estadounidense Theodore Roosevelt (1858-1919) conversaba a menudo con sus gatos Tom y Zapatillas sobre el Canal de Panamá.
-Cuando Tiger, el gato vagabundo adoptado por el presidente estadounidense John Calvin Coolidge (1872-1933) se perdió, el político, que solía caminar por la Casa Blanca con el gato alrededor del cuello a modo de bufanda, compareció ante los medios ofreciendo una recompensa a quien pudiera aportar pistas sobre su paradero.
-El misionero francés Albert Schweitzer (1875-1965) llevó consigo a su gata Suzi a Africa, donde fue adorada como una diosa por los nativos.

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Gatos o perros a los dos los quiero por igual, y ellos... ellos también se quieren...


2 comentarios:

Raquel dijo...

Algunas de estas anécdotas de gatos las había leído ya, pero lo que me ha dejado flipando en colores ha sido lo del gato de Bill Clinton: Stocks. ¿100.000 cartas al año de fans? a muchos actores y cantantes ya les gustaría recibir tantas cartas de admiradores; qué cosas.
Muy entretenida la entrada, me encantan los gatos,en consecuencia las personas que adoran o adoraban a los gatos también me gustan; lo de Buda también me ha sorprendido :)))

Besos.

Ana Bohemia dijo...

A mí también me sorprendió lo del gato,¿qué clase de persona se hace fan de un gato? ¡una persona que esta mas loca por los gatos que nosotras! porque a mí me gustan pero como para hacerme fan de uno hay un trecho.
¿Buda? ¿no estarías pensando en Mahoma? jeje.
Besitos :)

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