África posee ese romanticismo exótico, ese misterio de un continente enorme y en ocasiones inexplorado. África suena a aventura y a pasión. Y a retos, pues subir los 5.895 metros que mide el Kilimanjaro suena como tal, pero por algo es uno de los volcanes más altos del mundo.
Los chaggas nunca le han dado nombre a esta montaña. Distinguen solamente el gran volcán blanco, llamado Kibo (esperanza), símbolo de la eternidad y de la suerte, del pico negro Mawenzi al este, asociado a las fuerzas del mal.
Antes del siglo XIX, algunas crónicas extrañas como la del geógrafo egipcio Ptolomeo mencionan la existencia de una «montaña blanca» al sur de África. En 1845, el geógrafo británico William Cooley, seguro de su existencia, asegura que la montaña más conocida de África del Este, llamada Kirimanjara, está cubierta de rocas rojas.
En mayo de 1848, un misionero alemán, Johannes Rebmann, explora la región chagga y acaba acercándose a la montaña: «Hacia las 10 horas, vi algo blanco en la cumbre de una alta montaña y creí que se trataba de nubes, pero mi guía me dice que era frío, entonces reconocí con satisfacción a esta vieja compañera de los europeos que llamamos nieve». Su descubrimiento, relatado en abril de 1849 en el Church Missionary Intelligencer, se discute en Londres.
Hubo que esperar hasta 1861 para que una expedición, dirigida por el barón alemán Klaus von der Decken y el botánico inglés Richard Thornton, permitiera comprobar que se trataba en efecto de una cima nevada.
En 1883, el inglés Joseph Thomson seguido del conde Teleki, ascienden la montaña, pero no alcanzan la cima y tan sólo superan los 5300 m.
Después de dos fracasos, Hans Meyer, el 6 de octubre de 1889 consigue alcanzar la cumbre, acompañado de su amigo Ludwig Purtscheller y del guía chagga Yohana Lauwo.
-Se dice que este hombre murió en 1997 cuando tenía 127 años de edad. Puede sin embargo que no sea más que una leyenda, como la historia de la presencia de un cadáver de leopardo congelado, encontrado a 5.500 metros de altitud-
El deshielo de los glaciares de la cumbre del Kilimanjaro es una realidad. Los glaciares y sus nieves estimados en 12 km² hacia 1900, no cubren hoy más que 2 km² y a este ritmo habrán desaparecido hacia 2020. El calentamiento global de la Tierra no basta para explicar este fenómeno. Otra teoría habla de una lenta reactivación de la actividad volcánica, que se manifiesta por algunas fumarolas, lo que explicaría la paulatina desaparición de las nieves.
La ascensión es técnicamente fácil, pero larga y penosa por el frío y la altitud. La mejor época para intentar la ascensión son los meses más secos de Septiembre, Octubre, Enero y Febrero.
El Kilimanjaro es una de las pocas cumbres cuya ascensión no tiene las complicaciones de otras montañas míticas como el Everest o el K2, aunque por supuesto hay que ir bien preparado. Las tres rutas más sencillas, Marangu, Rongai y Machame pueden ser escaladas por una persona de buena salud sin necesidad de conocimientos ni experiencia en montañismo. A lo largo de la ascensión existen refugios con utensilios de cocina, baños y en algunos hasta electricidad, donde hacer noche al final de cada día.
La ruta más frecuentada es la ruta Marangu. La subida no es demasiado técnica pero si seria. Los peligros relacionados con la altitud son los que aconsejan contar con un buen guía, alguien que sepa reconocer el “mal de altura” y sepa como tratarlo. Las condiciones climáticas serán, seguramente extremas, teniendo que soportar temperaturas de más de 15 grados bajo cero. Es un viaje desde la jungla tropical a los glaciares, así que llevar ropa adecuada es muy importante.
-Este antiguo volcán, con la cumbre cubierta de nieves eternas, se levanta en medio de una planicie de la sabana, ofreciendo un espectáculo único. El monte y las selvas circundantes, con un área de 75.353 h., poseen una fauna rica, incluyendo muchas especies amenazadas de extinción-
Fuentes: Wikipedia. Viajeaafrica.com. Google.
2 comentarios:
Como siempre este Mapa Mundi me ha transportado a un mágico lugar. Impresionante, de contrastes increibles.
Un beso, Anita.
Era mi intención, conseguir que te trasportaras hasta allí y que pudieras imaginarte sobre su cima contemplando un amanecer.
Suena bonito, ¿no?
Un beso :)
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