lunes, 7 de enero de 2013

Moda Cortinera

Las cortinas tienen muchos usos… o al menos así lo veo yo. Más que adornar, más que refrescar una habitación e impedir que entren los bichos, más que tapar de miradas indiscretas, mucho más.
De peque las cortinas me servían de tienda de campaña, de campamento base, también de escondite, a veces incluso de cuerda, y en mis juegos más temerarios hasta de columpio. ¡Ay, así se quedaron las pobres!
Lo que mas me gustaba era improvisar un velo con ellas, ponérmelas de manto y creerme una novia camino al altar o una princesa mora, o una monja como las de mi colegio. ¡Que cosas!, los objetos mas inverosímiles eran mis mejores juguetes, supongo que en esto también me ayudó el tener una imaginación muy viva y cuatro hermanos cómplices que me jaleaban en mi locuras.

Hoy quiero hablarte de la “Moda Cortinera”. No sé si sabes lo que es, me acabo de inventar el término, pero por asociación entenderás que me estoy refiriendo a la moda hecha con cortinas, algo que en el cine ha dado -y espero que siga dando- mucho juego.


Alicia llega al palacio de la cabezona reina roja convertida en una gigantona por efecto del suculento panecillo “cómeme”.
Confundida al verla, la reina le pregunta quien es, pero ella apenas puede articular palabra, y Alicia no da a conocer su identidad por lo que se hace llamar Am (cuando la reina le pregunta su nombre ella dice "Am... Am...").
Entonces la Reina le dice que cualquiera con una cabeza gigante es bienvenida en su corte y hace que sus otros cortesanos, (una con nariz grande, otra con pechos grandes, otra con orejas grandes, uno con barriga grande y otro con papada grande) busquen ropa de su talla aunque tengan que utilizar la tela de las cortinas.
Y así es como nació este vestido. Un vestido asimétrico, improvisado, casi en dos escalas diferentes, producto de los esbozos y las tijeras de la diseñadora de vestuario Colleen Atwood. No me extraña nada que Alicia en el país de las maravillas de Tim Burton se alzara con el Oscar al Mejor vestuario.


Giselle es una princesa presumida perdida en un mundo que no es el suyo. Ha pasado de vivir en el feliz mundo animado de Andalasia a terminar encaramada (sin saber cómo) en lo alto de un cartel publicitario a punto de caer al vacío… y sin príncipe salvador a la vista, ¡que horror!
¿Sin príncipe a la vista?
No, afortunadamente un apuesto abogado que pasaba por allí la salva y se la lleva a su apartamento para que ella pueda hacer una llamada telefónica, por supuesto luego tendrá que marcharse, pero… Giselle se queda profundamente dormida y al abogado se le ablanda el corazón.
A la mañana siguiente Giselle despierta y como buena princesa hacendosa empieza a cantar y a arreglar la casa, eso sí ayudada por un batallón de animalitos no todos encantadores. El ruido alarma al abogado que se queda de piedra cuando encuentra a Giselle rodeada de ratas y palomas, y ¡para colmo la princesa loca ha despedazado sus cortinas para hacerse un vestido!
La encargada del bucólico vestuario de Encantada fue Mona May.


Scarlett sabe de primera mano las penalidades y las penurias de vivir una guerra, del terror y las privaciones. Es plenamente consciente de la escasez y el hambre, de los sacrificios que hay que hacer para sobrevivir, para no perder lo realmente importante... la tierra, la tierra roja de Tara.
Para pagar los altísimos impuestos de Tara (una enorme cifra imposible de pagar para Scarlett) la joven piensa en Rhett Butler, el único hombre que conoce ostentosamente rico. Entonces planea aprovecharse del hecho de que Rhett está obsesionado con ella para seducirlo y hacer que se casen, y sí no consiguiera casarse con él, está dispuesta a convertirse en su amante para de cualquiera de las dos maneras conseguir el dinero para salvar a "Tara" y sacar a su familia de la pobreza. Así que antes de partir a Atlanta se fabrica un elegante vestido con unas viejas cortinas y toma otras precauciones en su aspecto para evitar que Rhett sepa que su único interés es el dinero, y también  para que él vea que ella sigue siendo toda una dama.
El maravilloso vestuario de Lo que el viento se llevó corrió a manos del genial Walter Plunkett quien ayudó a convertir a esta película en una obra maestra.


Los niños Von Trapp -siete trastos uniformados- pasan su vida de niñera en niñera, atormentándolas con sus perrerías, así se divierten porque no saben lo que es jugar… tampoco conocen la música ni la alegría.  
Eso va a cambiar pronto, en cuanto María, una novicia alocada abandone la abadía y pase a convertirse en su institutriz.
María no es precisamente amante de la rigidez, tampoco de las rigurosas normas del militar retirado que maneja su casa y a sus hijos con severa autoridad. No entiende porque no puede haber espacio en sus vidas para los juegos y la libertad, piensa que sus limpios uniformes le cortan las alas y los limitan… así que aprovecha que van a hacer cortinas nuevas para fabricarles a los niños unos estupendos trajes de recreo con las que sobran, ¡y listo!
Sonrisas y Lágrimas contó con Dorothy Jeakins como responsable del vestuario.

Esto de renovar el vestuario con la ropa de hogar me gusta, hay inmensas posibilidades a la vista: sabanas, manteles, toallas… Sólo hay que echarle imaginación… ¡e hilo!

8 comentarios:

Tatiana Aguilera dijo...

Ana querida:
Te dejo mi cariño, ya sabes que me mantendré alejada por un tiempo de mi espacio, era necesario, y en una de esas me confecciono un vestido creativo. Me gusta la improvisación.
Besos

lopillas dijo...

que entradas más originales haces :D
Besote!

roberto dijo...

Hola Ana!, buen recurso para abaratar costos de producción, primero la tela la uso de cortina y luego visto a algún protagonista.
Vi las pelís que mencionas, pero no reparé en las casualidades "vestuáricas".

Un gran abrazo.

Ana Bohemia dijo...

Besos Taty, que aproveches todo ese tiempo para ti, que pintes mucho, que escribas, y si puede ser, ya sabes, hazte algo con alguna cortina, jeje.
:D

Hola Lopillas, igual que tú que tienes un blog único, eso me gusta.
Besos
:D

Hola Roberto, con esto de la crisis hay que aprovechar hasta lo último, lo de aprovechar las cortinas ya no me suena tan descabellado, jaja.
Un abrazo
:D

Raquel dijo...

Esta bien reciclar, hay retales de cortina muy bonitos. Mi preferido es el de Scarlett, es que es un traje para impresionar y que tiene un cometido muy especial, salvarla a ella de la pobreza y a toda su familia; un vestido precioso.
El otro día viendo la tele pasé de canal y me topé con la peli "El amor perjudica seriamente la salud", de Ana Belén y Juanjo Puigcorbé, y en la escena que vi casulamente la prota también se fabrica una falda con una cortina, así que sí, el cine le ha sacado jugo a esto de la moda cortinera; de un apuro te sacan :)
Besos.

Ana Bohemia dijo...

Hola Raque, gracais por el aporte, ¿ves?, tenía que indagar mas profundamente, jeje.
Yo también me quedo con el vestido de Scarlett, por su color obviamente y por eso que dices, tenía un cometido, envolverla en terciopelo para que su orgullo no se resintiera... pero Rhett la caló, jeje.
Un beso
:D

Anónimo dijo...

Jajajajajajajajaj, qué buen post, Ana.
Yo me voy a apuntar a lo de las modas cortineras, pero las de hoy ya no son como las de antes, jajajajajjaja.
Se te ocurren cosas geniales.
Abrazos, genio.

Ana Bohemia dijo...

Moda con cortinas, una idea para la crisis, jeje. Que bien que te gusten estas ocurrencias, ¡no estoy sola!
Un abrazo
:D

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