viernes, 27 de abril de 2012

#Atención, pregunta # 16


¿Por qué un día puedo acordarme del primer día de la guardería, del color del jersey que llevaba en aquella excursión en tercero, y del sabor de las galletas de mi abuela y no puedo recordar que comí anteayer?


Yo no procuro conocer las preguntas; procuro conocer las respuestas.
Confucio.

La luz en el desván era cálida, invitaba a la intimidad. La ventana abierta permitía que pequeñas partículas de polvo flotasen en la claridad, brillando como confeti, girando en espirales hasta caer sobre el baúl donde me había sentado. Rara vez subía hasta allí, tenía la manía de que habría ratones y arañas, y otros animalitos chiquititos y asquerosos.  Sin embargo, ese día, algo me empujó hasta aquel lugar, puede que fuese la nostalgia.
Buscando tesoros había encontrado aquel cuaderno del colegio. Al ojearlo una cascada de recuerdos me derribó.
Mariposa del aire,
qué hermosa eres,
mariposa del aire
dorada y verde.
mariposa del aire,
¡quédate ahí, ahí, ahí!...

Yo escribí eso, me lo enseñó mi abuela, era un poema de Federico García Lorca, el primero que memoricé en mi vida y casi no me acordaba, sin embargo recuerdo que lo citaba a todas horas, incluso dormida, es curioso… es extraño que sientas que cosas que fueron tuyas pertenecieron a otra persona, otra mas joven, inocente, soñadora, otra que alguna vez fuiste tú.
Aquello me puso triste. Me hizo pensar en ella, en la mujer generosa, afable, acogedora, en la abuela que me acariciaba la cara dulcemente con sus manos trabajadoras.
Debí perder la noción del tiempo, sumergida como estaba en aquellas evocaciones.
Fue cuando la luz cambió cuando le vi, asomando su cabeza por la puerta. Debió alertarle el hecho de que no hubiese bajado a comer…
-¡Estabas aquí!- carraspeó, -son casi las seis, ¿no tienes hambre?
Yo no respondí, no tenía voz. Igual que tienes días rojos o azules, hay días que no quieres hablar, aquel era un día de esos.
Me observó fijamente, sentí su mirada sobre mí, sentí la dirección de sus ojos trazando caminos por mi piel.
-Has estado muy callada, muy ausente todo el día, tienes mala cara y ojitos tristes…
Fue entonces cuando el nudo de la garganta se fue disolviendo y dije:
-No es nada, es sólo que… que… ¿por qué un día puedo acordarme del primer día de la guardería, del color del jersey que llevaba en aquella excursión en tercero, y del sabor de las galletas de mi abuela y no puedo recordar que comí anteayer?
Le conté que había estado pensando en ella, en la de veces que traté de recordar su voz y no pude, en la de veces que he soñado con ella y no se le parecía…
-Me he ido olvidando de su cara, pero no de sus ojos, tenía los ojos mas expresivos que recuerdo, negros y brillantes, y llenos de amor…
El Científico se acercó hasta mí, vi intenciones de darme un abrazo, pero yo escapé hacía la ventana, no quería echarme a llorar delante suyo, no me parecía bien. Sin embargo él me siguió, me vio apoyar la frente sobre el cristal y depositando su mano en mi hombro me consoló, lo hizo en silencio.

Minutos después y ya más calmada oí su explicación:

“Los recuerdos no se almacenan en una misma zona del cerebro. ¿Dónde se almacenan los recuerdos entonces? Si fuera en una sola zona del cerebro, con un accidente podríamos perder absolutamente toda la información que tenemos acumulada. Pero esto no es así...
En los años sesenta, los científicos buscaban la célula abuela: se decía que en el cerebro podría haber una célula que contuviera toda la información relativa a nuestra abuela. En realidad, no existe tal cosa: afortunadamente, porque de lo contrario, bastaría con destruir una única célula para que se perdiera definitivamente un recuerdo. De hecho, un recuerdo no está fijado en un lugar preciso del cerebro: se trata de una reconstrucción que hace en un momento determinado el lóbulo frontal.
Volvamos al ejemplo de la abuela. Cuando pensamos en ella, si evocamos su cara, se trata de una, tomada de los recuerdos visuales. Si pensamos en su voz, sería un recuerdo auditivo. Si recordamos su perfume, uno olfativo. Si evocamos los paseos con ella, el recuerdo sería visual y espacial. Reconstruir el recuerdo de nuestra abuela en un momento determinado es la tarea del lóbulo frontal, que recupera las informaciones necesarias en otras áreas del cerebro (auditivas, visuales, gustativas, olfativas...).
En realidad, parece que, cuando adquirimos una información, una vez procesada en el circuito de Papez, esta vuelve a las áreas donde se percibió inicialmente. Pero cada una de esas áreas no representa más que un elemento del recuerdo. Y, para reconstruirlo completamente, es preciso reunir todos esos elementos.
Así se explica que los recuerdos no desaparezcan nunca o difícilmente, ya que es casi imposible borrar todos los elementos que los componen. Esto explica, también, por qué, a veces, no tenemos más que recuerdos parciales: hoy podemos ser incapaces de recordar el perfume de nuestra abuela, pero es muy probable que dentro de unos días sí lo consigamos.”

-Tranquila, ¿vale?, te acabarás acordando de su voz, ese recuerdo llegará a ti en el momento menos pensado, esta aquí- hundió su dedo en mi sien, -a buen recaudo…
Sus ojos parpadearon cuando impulsivamente me refugié en su hombro con un abrazo, y desde allí susurré:
-Y tú ¿de quien te acuerdas a menudo?
Aspiró el aire del desván, puede que de mi pelo,  y respondió:
-De mi abuela, de las olorosas bolsas de papel en donde metía mi bocadillo de los recreos, de cómo yo metía allí las narices y respiraba el penetrante aroma del jamón con mayonesa. De sus pasos precipitados persiguiéndome por el pasillo para que no me olvidara la mochila, de cómo tintineaban las botellas de leche al abrir la nevera, de las olorosas especias con las que maceraba la carne para el almuerzo, de cómo me limpiaba la boca cuando me manchaba de salsa de tomate, del pan blanco sobre la tabla. Siempre me la imagino en la cocina, era su espacio, su territorio, supongo que por eso siempre que me hago un sándwich de pan me acuerdo de ella…
Nos separamos.
-Y de mi abuelo, bueno de él un poco menos, pero me acuerdo de lo mucho que le gustaba la música, y de su gramófono.
-Es bonito recordar, ¿verdad?, nos acerca más a eso que perdimos y que no está, recordar nos hace recuperar momentos…

Aquella noche algo me despertó. Una música, un sonido lejano que iba y venia, y venia e iba, dulcemente, lánguidamente. Reconocí la canción aunque sonaba diferente. Entonces lo comprendí, en alguna parte sonaba un gramófono… Me imaginé al Científico, insomne, en su habitación, intentando recordar a su abuelo, intentando reconstruir un momento… un momento perdido pero recuperado.


Fuentes: Plusesmas.com/memoria/recordar_mejor/todos_los_recuerdos_se_almacenan_en_la_misma_zona_del_cerebro. Google imágenes.
Canción: Yesterday - The Beatles

8 comentarios:

Durrell dijo...

A veces me viene a la memoria algún hecho que creía olvidado y eso me sorprende y a la vez me da alegría porque es como revivir de nuevo días pasados hace mucho tiempo.

Casi siempre hay un factor que desencadena esos recuerdos. Por eso me gusta guardar objetos que tienen su verdadera importancia como testigos de una ocasión.

Besos :)

Anónimo dijo...

Hola Ana:
Los recuerdos son muy importantes, ¿verdad?
Yo recuerdo el olor del primer día de cole. Y tengo muchos más, pero es curioso que ese recuerdo olfativo sea tan intenso.
Ha sido muy bonito leer este homenaje a los recuerdos, la verdad.
Recuerdo a tantas personas que ya no están, y las recuerdo con nostalgia a veces, pero me deja una paz y una alegría esa "visita" a la parte de mi cerebro que me reconstruye. Es curioso cómo una sonrisa de un ser querido siempre te invita al buen humor.
La memoria es un tesoro que no podemos perder. Por eso me da tanto miedo la amnesia o la locura o el alzheimer.

Tristezas aparte: cada día escribes mejor. Tus descripciones son una pasada, ¿eh, Ana? Me vas a tener que dar clases de taller de escritura. ;)

Abrazos:
Carol

Ana Bohemia dijo...

Hola Durrell, a mí me encanta que eso me pase, de pronto algo despierta mi memoria, un recuerdo aparece, puede ser por un olor, por una sensación, por atravesar un lugar conocido. Esas llamadas de la memoria me hacen creer que nuestro cerebro es un enorme baúl, un ordenador gigante, en donde vamos almacenando todo. Y claro que es como revivirlos, para lo bueno y lo malo también.
Creo que es muy importante guardar todo lo que puedas, esos fetiches que son importantes. Por desgracia a mí se me han perido algunos recuerdos importantes, de todas formas de alguna manera estan a buen recaudo, ahí, en mi mente. No será lo mismo, pero cierro lo ojos y lo puedo ver... y alivia, alivia recordar.
Un abrazo
:)

Hola Carol, a mí me da la sensación de que los recuerdos son tesoros, lo veo en mi abuela y a veces parece que sobrevive gracias a eso, a poder evocar, a poder recordar. Así que es un enorme tesoro tener eso.
Los recuerdos olfativos son muy intensos, a mí me pasa igual, hay olores que trasportan, que te hacen viajar en el tiempo, en mi opinión la verdadera maquina del tiempo es el recuerdo.
Yo también recuerdo gestos de personas que ya no estan, y cuando alguien lo repite sin saberlo mi mente piensa en ella, en esa persona que hacía eso...
Yo también tengo miedo a eso, me aterra, una enfermedad brutal y cruel.
Por eso no podemos perder los recuerdos, ni los sueños. Leí que es en los sueños cuando los que no están vienen a visitarnos, puede que sea cierto, porque cuando empiezo a olvidar el rostro de esa persona que ya no está sueño con ella, la veo.
En cuanto a las clases de escritura, ¿qué te parece si compartimos trucos de escritora, eh? ¡que tú no te quedas atrás!
Abrazos
;)

Prometeo dijo...

Memoria selectiva por un aldo, por otro el mismo proceso de retener informacion lejana y al proxima, o la intensidad con que la tratamos,...¡que seriamos d ensotros sin ella?...por cierto el otro dia lei sobre una enfermedad en al que la gente perdia al asociacion de la cara con al persona, algo terrible...¿que seria de nosotros si no podemos reconocer a nuestros amigos y familis?..
un abarzo.

Ana Bohemia dijo...

Hola Prometeo, es interesante lo que has dicho: la intensidad con la que tratamos la información, eso es verdad... no todo nos parece importante y por otro lado también hay cosas que recordamos con frecuencia y quisieramos olvidar....
Que horrible enfermedad, que rara es la mente humana, que compleja a veces, no poder asociar la cara con la persona. Ojala exista una cura para eso.
Un abrazo grande, gracias por comentar y compartir tu punto de vista.
:)

Nortiz dijo...

Muy buena explicación :) Nunca se me había ocurrido buscar esta información... ni me lo había preguntado tampoco. Simplemente, pensaba que hay cosas que se nos quedan y otras que no... y sin buscar un motivo o explicación.
Es curioso y muy bueno saber que la información de mi abuela, por ejemplo, no se encuentra en una sola de mis células. Sería terrible perder dicha célula y perder todos los recuerdos relacionados con ella.
Me ha gustado :)
Gracias. Un beso

Raquel dijo...

Una entrada muy bonita, Ana. Me ha gustado mucho, sobre todo porque me ha hecho recordar a abuela; los recuerdos menos mal que no se almacenan en una sola celula, sería horrible perderla.
Me ha gustado lo que has escrito. le estoy cogiendo cariño al cientifico.
Un beso grande.

Ana Bohemia dijo...

Hola Natalia, ¿nunca te lo habías preguntado? Es que a mí me pasa mucho, pero bueno será que me hago mayor, jaja. Una suerte que la información no se concentre sólo en una sola célula, horrible sería perderla y no poder acordarte mas de ella.
Me gusta que te haya gustado.
Un abrazo
:)

Hola Raque, gracias si te ha gustado. Y si, menos mal que los recuerdos son mas complejos y no estan en un sólo punto. Ay, este personaje ha crecido mucho, ¡y cuantas aventuras le esperan al Cientifico! Espero poder escribirlas todas.
Un beso gigante
;)

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