miércoles, 29 de febrero de 2012

Don Adivinanza

Los 29 de febrero me recuerdan a alguien, me recuerdan a él…
Cuando los días se ponían tristes y grises mi abuelo nos mantenía entretenidos contándonos una historia; la historia del señor Adivinanza.
Primero mullía su cojín, doblaba la gruesa manta de lana sobre sus rodillas, apartaba la humeante taza de té hasta la mesita auxiliar y carraspeando giraba el rostro hacía el cristal mojado de la ventana.
Con ojos de lluvia y ya cómodo, rebuscaba en su interior, como si hurgara dentro del almacén de sus recuerdos. Entonces, entonando el relato con cálida voz, nos susurraba lo siguiente:
“Era alto y barrigón, y el pelo y la barba ya se le habían matizado de gris. Nunca pisaba la ciudad, pues se decía que no disfrutaba del trato con las personas.
El señor Adivinanza vivía solo en una choza destartalada y su única compañía era la luna fría. Sólo bajaba al pueblo un día… cada 29 de Febrero. Un día especial, unas pocas horas nada más.  
Antes de marcharse siempre dejaba una adivinanza, prometiendo resolverla a su regreso… Cuatro años tardaba, y ya nadie se acordaba de la cuestión, pero él sí, él siempre sabía la solución… había tenido tiempo para pensar”
Para acabar su relato el abuelo lanzaba un acertijo, formulando el deseo de que fuésemos lo suficientemente despiertos como para saber la respuesta. “¡La sabéis?, aún tenéis tiempo para responder, ¿cuatro años os parece bien?, ¡¿si?! Pues hasta entonces…”
Era su truco para mantenernos pensativos y callados, así de listo era.
Él hace tiempo que no está, pero cada 29 de febrero, en su honor, juego a las adivinanzas… ¿te atreves?
Ahí va:

Hay tres relojes en una habitación, el primero marca las 6:15, el segundo 8:45 y el tercero que está sobre la mesa marca las 7:19. ¿Qué hora es?

¿Sabes responder? No importa, no hay prisa, ¿verdad? Tienes cuatro años para pensar…

6 comentarios:

Raquel dijo...

:) Que relato mas entrañable, me ha encantado. Soy muy mala para los acertijos y para las matemáticas el doble de mala, a lo mejor en vez de 4 años necesitaría 8, pero supongo que la hora verdadera es la que marca las 6.15 porque esa es la hora de la merienda. Teniendo en cuenta el calendario juliano, la inclinación del sol y el ángulo de las sombras, que el viento sopla del este y que la luna se encuentra en fase creciente y que anochece sobre las siete... no tengo ni idea de que horas es, pero debe ser un caos en esa hora calcular las horas.
Besos

lopillas dijo...

Yo también creo que las 6.15 porque es el único reloj accesible y a los otros, a los que no llegan, no le han cambiado la hora
:P
Precioso recuerdo de familia.
Besitosss

Ana Bohemia dijo...

Raquel diría eso de elemental pero me parece que te has pasado de perspicacia, jeje. ¡Buena respuesta!
;)

Lopillas, ¿seguro?, el que marca las 7:19 está sobre la mesa, jeje, es el mas accesible... pero me parece que tienes razón, se han olvidado de darles cuerda...
Me alegro que te haya gustado el relato
Besos
:)

Nortiz dijo...

Jaja, me ha gustado mucho, Ana :) No estoy segura de si es un hecho real, pero ojalá lo sea. Es bien hermoso.
Y sí... después de leer los comentarios, tenía que haber pensado que era el de la mesa por "accesible", ya que de los otros no das ningún dato y no sabemos si uno de ellos puede estar en la misma muñeca del abuelo.
Es interesante :)
Un beso

Anónimo dijo...

Hola Ana: qué emocionante historia, y el acertijo imposible de adivinar para mí. Me he quebrado la cabeza y ni aun así, jajajaja.
Es muy tierno el personaje. No deberías habernos dicho la solución, porque en cuatro años me habría dado tiempo, jajajajajajajja.
Abrazos.

Ana Bohemia dijo...

Hola Natalia, gracias. Pues no es una historia real, yo nunca conocí a ninguno de mis abuelos, pero creo que bien podrían ser de esos que para entretener a sus nietos los días de lluvia se pondrían a formular adivinanzas.
La respuesta puede ser esa o puede que no, jaja, hay que pensarla, pero esta bien pensado lo que has dicho.
Un besito
;)

Hola Carol, me alegra que te guste el relatillo. Y no te preocupes, yo soy malísima con las adivinanzas, vamos que nada, nula, jaja, pero dando cuatro años para pensar creo que si, que alguna solución encontraríamos.
Un abrazo
:D

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