Que extraña sensación es esta la de la nostalgia. Que rara, que rara es esta sensación que a veces te estruja sin piedad, que te oprime por dentro, con fuerza, con violencia, y te sacude, y te remueve hasta que notas que tu propio cuerpo, agotado, se va rindiendo a la melancolía. Mi corazón se arruga y se pliega hacía adentro como un papel reseco, entonces me duele, pero es un dolor que ya no noto, anestesiado como estoy por el paso del tiempo…
La nostalgia me ataca a veces sin saber bien porque y hace que últimamente me acuerde mas de él, de aquel tiempo corto que vivimos, de aquellos momentos que se han quedado grabados en la memoria. Veo sus fotografías amarillentas por el paso del tiempo y lo veo tan joven, no recordaba que fuera tan joven cuando murió…
Debe ser que me estoy haciendo viejo. Debe ser que se me esta aflojando el cuerpo, debe ser que ya soy un blando.
El otro día fue mi cumpleaños. En la vela de la tarta había un cinco repetido, casi no puedo dar crédito que esa sea mi edad… No, no puedo dar crédito pero ya tengo cincuenta y cinco años, y he rebasado con mucho el tiempo que mi padre vivió.
La habitación oscura parecía hallarse más en tinieblas que nunca, todo tenía un aspecto desolador una vez que los invitados se marcharon; una tarta de nata deshecha, un par de velas consumidas sobre un pegote de cera, papelotes de colores que se movían sin control empujados por la brisa que se colaba por la persiana, vasos de papel en cada esquina y arrugados envoltorios de regalos a mis pies. Y al fondo, como un murmullo incansable, una canción que salía del olvidado reproductor de música.
De pronto me sentí desolado, pobre, entristecido. Sin ganas de oír ni de sentir nada apagué el reproductor, y ese simple acto, despertó un torrente de recuerdos…
De pronto me sentí desolado, pobre, entristecido. Sin ganas de oír ni de sentir nada apagué el reproductor, y ese simple acto, despertó un torrente de recuerdos…
¿Qué música era esa que sonaba? Me pregunté y saqué el cd de la disquetera. “Para el carcamal, con amor” ¿Cómo me había olvidado de esa manera de aquello? Seguramente había sido cosa de Pedro y de Luis, mis hijos mayores… Pero, ¿cómo?, ¿cómo podían haberlo sabido? Entonces recordé. Claro…
“Siempre estas hablando de cuando eras chico, de cómo era la música de entonces y de que todo era mejor, mas original y mas bonito, y blablabla, pero papá, nosotros ahora también tenemos buena música”
“No, Pedro, ¡nooo!, pero ¿qué dices?, eso no es música, eso es una imitación barata de la música de mi época…”
“¿Tu época?, ay papá, ¡hablas como si fueras un viejo!”
“Y que te crees que soy, ¿eh? Soy un viejo, ¿y sabes lo que les queda a los viejos? ¡Los recuerdos!...
…Recuerdo mi niñez, cuando los domingos en el coche, volviendo a casa, mi padre sintonizaba en la radio algunas canciones, todas las de mi juventud: Nino Bravo, Los Sirex, Bruno Lomas, y por supuesto el gran Miguel Ríos. ¡Como le gustaba ese hombre!
Siempre he recordado a mi padre por cosas como esas. Por su alegría contagiosa, por la manera en la que se peinaba, por el bigote que una vez se dejó y que mi madre horrorizada le rasuró días después. Por como se reía, por sus manos fuertes y grandes, y por su olor. Le recuerdo como un hombre amable, sociable, que siempre hababa con cualquiera, aunque no le dieran pie. Que siempre bromeaba y contaba chistes, un hombre que nunca perdía el humor. Un hombre que tuvo que examinarse seis veces del carné de conducir pero que al final lo consiguió. Siempre le recordaré como un hombre sencillo que a veces me dejaba probar la cerveza y fumarme un pitillo si prometía guardarlo en secreto, lo que en verdad significaba que mi madre no podía enterarse de aquello. Siempre le recordaré como el ser mas trabajador del mundo. Por las horas sin descanso que se pasaba apilando ladrillos, por lo cansado que llegaba y por como lo disimulaba. Con él aprendí a jugar al futbol, con él aprendí a hablar de mujeres… ojala les hubieras conocido Pedro, te habrías llevado fenomenal con tu abuelo, estoy seguro…”
“Y yo papá, yo también estoy seguro de eso”
Lo entendí. Aquello lo había hecho Pedro. Estreché el cd contra mi pecho y con manos temblorosas lo coloque en la disquetera. Así, atacado por la nostalgia lo escuché toda la noche.
Ese era su regalo; canciones, recuerdos. Él lo sabía, sabía que recordar es volver a vivir, así que al hacerme recordar, me estaba haciendo vivir… Volver a vivir, volver a ser aquel chico de dieciséis años, ese que agradecía que cada domingo de vuelta a casa en la tartana de su padre, la música no dejara de sonar.
“No, Pedro, ¡nooo!, pero ¿qué dices?, eso no es música, eso es una imitación barata de la música de mi época…”
“¿Tu época?, ay papá, ¡hablas como si fueras un viejo!”
“Y que te crees que soy, ¿eh? Soy un viejo, ¿y sabes lo que les queda a los viejos? ¡Los recuerdos!...
…Recuerdo mi niñez, cuando los domingos en el coche, volviendo a casa, mi padre sintonizaba en la radio algunas canciones, todas las de mi juventud: Nino Bravo, Los Sirex, Bruno Lomas, y por supuesto el gran Miguel Ríos. ¡Como le gustaba ese hombre!
Siempre he recordado a mi padre por cosas como esas. Por su alegría contagiosa, por la manera en la que se peinaba, por el bigote que una vez se dejó y que mi madre horrorizada le rasuró días después. Por como se reía, por sus manos fuertes y grandes, y por su olor. Le recuerdo como un hombre amable, sociable, que siempre hababa con cualquiera, aunque no le dieran pie. Que siempre bromeaba y contaba chistes, un hombre que nunca perdía el humor. Un hombre que tuvo que examinarse seis veces del carné de conducir pero que al final lo consiguió. Siempre le recordaré como un hombre sencillo que a veces me dejaba probar la cerveza y fumarme un pitillo si prometía guardarlo en secreto, lo que en verdad significaba que mi madre no podía enterarse de aquello. Siempre le recordaré como el ser mas trabajador del mundo. Por las horas sin descanso que se pasaba apilando ladrillos, por lo cansado que llegaba y por como lo disimulaba. Con él aprendí a jugar al futbol, con él aprendí a hablar de mujeres… ojala les hubieras conocido Pedro, te habrías llevado fenomenal con tu abuelo, estoy seguro…”
“Y yo papá, yo también estoy seguro de eso”
Lo entendí. Aquello lo había hecho Pedro. Estreché el cd contra mi pecho y con manos temblorosas lo coloque en la disquetera. Así, atacado por la nostalgia lo escuché toda la noche.
Ese era su regalo; canciones, recuerdos. Él lo sabía, sabía que recordar es volver a vivir, así que al hacerme recordar, me estaba haciendo vivir… Volver a vivir, volver a ser aquel chico de dieciséis años, ese que agradecía que cada domingo de vuelta a casa en la tartana de su padre, la música no dejara de sonar.
"En la sombra, lejos de la luz del día, la melancolía suspira sobre la cama triste, el dolor a su lado, y la migraña en su cabeza".
Alexander Pope
Alexander Pope
“Para el carcamal, con amor”: 1.-Los Bravos - Black Is Black. 2.- Bruno Lomas - Ven sin temor. 3.- Los Brincos - Un Sorbito de Champagne. 4.- Formula V - Un rayo de sol. 5.- Camilo Sesto - Perdóname. 6.- Miguel Ríos - El río. 7.- Nino Bravo - Cartas amarillas. 8.- Cecilia - Un ramito de violetas. 9.- Mari Trini -Yo No Soy Esa. 10.- Marisol - Corazón contento.
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Para el abuelo que nunca conocí, ese del que sólo sé que le gustaba la radio, y la música, y que fue desterrado por amor... pero esa ya es otra historia.
3 comentarios:
Como siempre, qué bonitas son estas entradas en las que dejas volar la imaginación y escribes relatos que acompañan una estupenda selección musical.
Me gusta esta historia, porque si hay algo que de verdad me hace volar es la buena música.
Un beso grande.
Qué buena y bonita entrada! ^^
Acompañada por música y todo jeje. Y con Cartas amarillas!! Como en mi selección musical jaja.
Una lástima que su padre se fuera joven, pero él ahí está y con sus hijos, que se ve que también le quieren y aprecian =)
Un beso :)
Bueno Raquel ya sabes que me gusta dejar volar la imaginación y mas aún con música, me alegro de que te guste esta entrada.
Un beso
;)
Es verdad Natalia, aunque la melamcolía ataque, lo mejor es ver quien te rodea y lo mucho que te quiere, como le pasó al prota del relato con sus hijjos.
Me alegro de que te gustara la música, "Cartas amarilas" es una canción preciosa.
Un beso
:)
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