jueves, 2 de diciembre de 2010

Myrtle, una gallina nada gallina

Hace poco leí la historia de Myrtle, me gustó tanto, me pareció tan curiosa, que, ¿qué menos que compartirla?

“En septiembre de 1944, una vez liberada Francia, los anglo-norteamericanos creyeron haber encontrado la manera de terminar con la guerra para Navidad. Pensaban conseguirlo con la puesta en marcha de la operación Market Garden.
El papel protagonista para esta arriesgada misión estaba reservada para las fuerzas paracaídisticas. Su aportación fue decisiva para el desembarco de Normandía, y ahora se creía que también sería la clave para penetrar en la muralla defensiva que rodeaba Alemania.
Todos los paracaidistas británicos tanto como los norteamericanos estaban impacientes por entrar en combate. Desde que saltaron sobre el territorio francés en la madrugada del día- D, habían estado a punto de llevar a cabo nuevas misiones, pero siempre, en el último momento, las operaciones habían sido aplazadas o canceladas. Así, pese al riesgo que entrañaba verse nuevamente en acción, los hombres preferían saltar de nuevo a continuar padeciendo aquella tensión insoportable.


Pero entre estas tropas había alguien ajeno a esta intranquilidad. Se trataba de Myrtle, una gallina de color rojizo que pertenecía al teniente Pat Glover, de la 4ª Brigada Paracaidista de la 1ª división aerotransportada británica.
Pese a la cobardía que se le atribuye a este animal, Myrtle era en realidad un ave muy valiente. Había hecho junto a su dueño seis saltos de entrenamiento; al principio iba en una bolsa de lona cerrada con cremallera que Glover llevaba atada a su hombro izquierdo, pero progresivamente fue cubriendo los últimos metros de la caída por si misma. Primero fueron sólo veinte metros, pero Glover acabó soltándola desde cien. Myrtle descendía batiendo las alas y graznando, y cuando llegaba a tierra esperaba pacientemente a que el teniente llegase para recogerla.
Myrtle era el orgullo no sólo de su dueño sino de toda su unidad, lo que supuso ganarse el honor de lucir en su cuello, sujetas con una banda elástica, las alas de paracaidista, de las que nunca se separaría.


Cuando a la 4ª Brigada llegó la noticia de que iban a saltar sobre Arnhem, tras las líneas alemanas, Glover decicidió que Myrtle estaba preparada para efectuar el salto. Para evitar riesgos, en este caso la gallina realizaría todo el trayecto en el interior de la bolsa.
Los integrantes de la 4ª Brigada saltaron sobre Arnhem en la tarde del 18 de septiembre. Sus compatriotas, que habían saltado el día anterior, luchaban infructuosamente por tomar el puente sobre el Rin. Glover, mientras caía sobre la zona de lanzamiento, acariciaba la bolsa donde se encontraba Myrtle. Muy pronto el teniente fijó su atención en el lugar en que estaba previsto el descenso; pese a que les habían asegurado que en ese segundo día de la operación la zona se encontraría despejada y tranquila, en realidad se trataba de un autentico infierno. La vegetación estaba ardiendo, había restos de aeroplanos destruidos, hombres desorientados corriendo por todas direcciones y se oía el incesante fuego de mortero y ametralladora procedente de las posiciones germanas.
Glover tocó tierra, rodando con cuidado de no dañar a Myrtle, y seguidamente, la sacó de su bolsa, comprobando que se encontraba perfectamente. Pero nada podía distraer al teniente de su misión; el recibimiento de los alemanes estaba siendo devastador, y muchos de sus hombres yacían en el suelo heridos o muertos. El teniente entregó la gallina a su asistente, el soldado Jose Scott, y se limitó a decirle:”Cuídala bien”.


De inmediato se dirigió a rescatar a uno de sus hombres que colgaba herido de un árbol, administrándole luego una dosis de morfina. Una vez reunidos todos los supervivientes de la 4ª Brigada, emprendieron camino hacía el centro de Arnhem, en donde se encontraba el grueso de las tropas aerotransportadas británicas.
La lucha no bajaría de intensidad en los días siguientes. Los soldados británicos esperarían inútilmente que llegasen las columnas de blindados que avanzaban desde el sur. El perímetro defensivo aliado en torno a Arnhem se fue reduciendo cada vez más, mientras que los alemanes, que gozaban de un aporte casi ilimitado de refuerzos, mantenían la presión sobre el cerco.
Durante la lucha, Glover y Scott no se separaron ni un momento de Myrtle, que permanecía protegida dentro de su bolsa. Pero el soldado asistente cometió un grave error; durante unos instantes, colocó la bolsa en la parte superior de la trinchera en la que en ese momento se hallaban resguardados. Glover la agarró rápidamente, pero ya era tarde; Myrtle estaba muerta. Una bala le había alcanzado.


Durante la noche, enterraron a la gallina paracaidista en un bosquecillo, cerca de un seto. Scott, tan apenado como el teniente, pronunció el mejor epitafio: “Myrtle ha tenido coraje hasta el final” Glover alisó la tierra y se retiró, pero recordó un pequeño detalle; la había enterrado con sus alas de paracaidista. Pese a la pena que le provocaba la muerte de su valiente mascota, el teniente se sentía satisfecho de que hubiera sido inhumada como merecía, conservando los emblemas de su rango”.
Fuentes: Historias asombrosas de la segunda guerra mundial. (Escrito por Jesús Hernández).

2 comentarios:

Raquel dijo...

Cuando leí esta historia me pareció igual de curiosa que a ti. Una gallina paracaidista, que como un buen soldado murió en la batalla.
Sobre animales hay muchas historias relacionadas con la 2GM y son muy interesantes también.
Un beso grande.

Ana Bohemia dijo...

Me imagino la escena:
-Escenario, alguna trinchera enfangada por ahí perdida.
-Año 1945.
tío 1 (cara de asombro): Oye, que he visto una gallina paracaidista...
tío 2 (cara de puff): ¡Si, claro!, y yo acabo de ver a un elefante rosa volando, y la piel de burro es trasparente, y digan lo que digan los gatos no siempre caen de pie...
tío 1: ¡Es verdad, idiota!, una gallina, de esas que ponen huevos,
con sus emblemas y todo...
tío 2: Las gallinas siempre ponen huevos, no me tomes el pelo...
tío 1: Seguro que ésta del susto no pone ni uno...

Ay, que chorradas me invento. Sí, también leí algunas historias de oros animales valientes, pero lo dejaré para otro momento, ¿no?
Un besote
:)

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