Cabalgando la tormenta

Lo bueno del tiempo es que pasa, por suerte todo pasa y nada queda, eso dicen, pero atrás dejamos nuestras huellas. Las huellas de la pasada tormenta que ha azotado mi archipiélago todavía son visibles debido a los grandes destrozos que ha dejado a su paso. El espíritu de mi pueblo es luchador así que seguramente aunque con tiempo todo volverá a su sitio, lo que no deja de ser duro debido a los tiempos que corren.
Pero todo pasa, sobrevivimos, tenemos que pasar por los trances para valorar lo que tenemos o quienes somos. Yo tampoco lo he pasado bien, no sólo por las lluvias…
Yo también he tenido que cabalgar mi tormenta porque era la manera de pasarla.
La tormenta que anunciaba el cielo llegó pero ya se fue, y como es promesa y también consuelo hoy ha salido un poco el sol. La otra tormenta ya rugió y por suerte no ha vuelto a hacerlo. Después de unos días de intensas lluvias mi isla y yo nos vamos recuperando. Es buena la sensación de recuperación, parecida a la sensación de estrenar un cuaderno limpio y nuevo, libre de errores, de tachones. Es agradable sentir esa sensación, hay un mañana, hay un después, algo por venir.
Lo mejor de las lluvias es lo que queda tras ella: el aire limpio y despejado, la pureza de la luz, su nitidez, también un arco iris, una media sonrisa al revés, esta ahí si sabes mirar bien. Es bueno descubrir sonrisas en lugares insospechados, es bueno que después de la tormenta llegue la calma.