Frank McCourt, escritor de la magnifica novela autobiográfica "Las Cenizas de Angela", relato de las duras penas de su infancia irlandesa que le valió para ganar el premio Pulitzer, murió el domingo de cáncer a los 78 años.
"Peor que la infancia miserable común es la infancia miserable irlandesa, y aún peor es la infancia miserable irlandesa católica", rezaban las inolvidables primeras líneas de su libro.
"Peor que la infancia miserable común es la infancia miserable irlandesa, y aún peor es la infancia miserable irlandesa católica", rezaban las inolvidables primeras líneas de su libro.
Frank nació en Nueva York en 1930, pero pasó su infancia en Limerick, Irlanda, después de que su familia decidiera volver en 1934. Allí padeció una extrema pobreza, no aliviada por un padre alcohólico quien, sin embargo, fomentó en sus hijos el gusto por las historias legendarias y el pasado de Irlanda. Tres de los siete hermanos de McCourt murieron y él casi sucumbió a la fiebre tifoidea. Tras recurrir frecuentemente a la caridad y abandonar la escuela a los 13 años, Frank ocupó diversos pequeños oficios, no todos legales, en un intento por sustentar a su madre y sus tres hermanos supervivientes, Malachy, Michael y Alphonsus (Alphie), que habían sido abandonados por el padre.
A los 19 años decidió volver a los Estados Unidos y obtuvo un título por la Universidad de Nueva York y un Master en el Brooklyn College en 1958. Después se estableció como profesor en la McKee High School y en la Stuyvesant High School, en Nueva York, enseñando lengua y literatura a estudiantes con muy pocos medios y muy poco instruidos, como cuenta en su libro El profesor.
McCourt se casó dos veces y tuvo una hija, Maggie McCourt, en su primer matrimonio.
El mundo conocería su nombre y su historia en 1996, luego de que un amigo lo ayudó a conseguir un agente literario quien rápidamente aceptó su manuscrito aún sin terminar. Con una primera edición de apenas 25.000 ejemplares, "Las Cenizas de Ángela" se convirtió en un favorito instantáneo de los críticos y los lectores y en quizás el ejemplo más claro de las memorias de alguien no famoso, la vida extraordinaria de un hombre ordinario.
En 1997 obtuvo el Premio Pulitzer y el National Book Critics Circle Award por sus memorias Las cenizas de Ángela (1996), que además fue adaptada al cine en 1999 por Alan Parker en una película del mismo título.
Tras su éxito, McCourt siguió contando su historia, con menor éxito, en "Tis" y "Teacher Man (El profesor)". También escribió una historia para niños, "Ángela y el niño Jesús", publicada en 2007.
McCourt, canoso y de ojos tristes, con frases siempre citables y un acento irlandés aún espeso tras décadas en Estados Unidos, se convirtió en una figura en las fiestas, lecturas, conferencias y otras reuniones. Disfrutó su tardía celebridad tanto que se comparó con un "payaso que baila, disponible para todo el mundo".
En los últimos años McCourt estaba muy enfermo, finalmente y tras batallar contra un cáncer de piel y una meningitis falleció en un asilo de ancianos el 19 de Julio de 2009 en Nueva York.
Las cenizas de Ángela ha sido uno de los libros que más he disfrutado leyendo, tal vez porque está narrada de una manera muy especial: la tierna visión de un niño pequeño que se hace responsable de su madre y sus hermanos, cuando su padre se desentiende de ellos.
Con su propia vida como argumento, McCourt conseguía que te sumergieras en las penalidades de la familia, y así ibas sintiendo como tuya esa historia de superación, de ternura. La vivías y te llegaba, esa, creo que es la clave del éxito de esta historia, que cala en lo más hondo del corazón. Te dolía la situación del niño, te enervaba la falta de coraje por parte de sus padres, la sumisión, la falta de ambición, por eso cuando Frank alcanzaba su sueño, que era salir de Limerick, te alegrabas con él porque por fin la vida empezaba a sonreírle.
Con su propia vida como argumento, McCourt conseguía que te sumergieras en las penalidades de la familia, y así ibas sintiendo como tuya esa historia de superación, de ternura. La vivías y te llegaba, esa, creo que es la clave del éxito de esta historia, que cala en lo más hondo del corazón. Te dolía la situación del niño, te enervaba la falta de coraje por parte de sus padres, la sumisión, la falta de ambición, por eso cuando Frank alcanzaba su sueño, que era salir de Limerick, te alegrabas con él porque por fin la vida empezaba a sonreírle.
4 comentarios:
Tenemos en común que nos gustan los mismos libros y las mismas películas. La muerte de este escritor me ha apenado mucho; ha tenido una triste muerte, la verdad.
Descanse en paz.
Un beso, Ana.
Un beso Raquel, somos tan parecidas que casi somos identicas, ¿no? ;)
Sólo me leí la primera parte de la historia, o sea, Las cenizas de Ángela, hace mucho (me encantó) y empecé "Lo es" pero nunca lo terminé (es un gran defecto que tengo), me has animado a retomarlo! Y no recordaba que tuviera otro libro más.
Es un placer entrar e informarme tanto cada vez que entro.
Un beso!
Un beso Flowtista, es un placer informarte ;)
Leer o releer a Frank McCourt siempre es buena idea, no te quedes a medias, aunque te entiendo, a mí también me pasa y luego me cuesta mas retomarlo.
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