De
lava y sol, nubladas y con nieves perpetuas, regadas por aires inofensivos y
escasas lluvias…
Decía
Plinio el viejo que las islas
afortunadas eran la mansión de los bienaventurados: tierra de mieles y de
dones, bendecida por los poetas, cantadas y alabadas por los escribientes,
mencionadas en la historia como tierras de días dichosos, días que pasan en la
ventura de brisas envueltas en oro que flamean, con aguas dulces que viajan suavemente
en las corrientes afortunadas, empujadas por el alisio.
Refugio
de descubridores y aventureros…
Hogar
de gentes amables y anfitriones alegres.
Tierra
que fue, morada de avezados luchadores…
Coincidiendo con el día de Canarias te hablaré
de los Guerreros Guanches, de sus
historias y sus leyendas, de sus victorias y sus derrotas, de sus recuerdos, de
su lucha:
BENCOMO
Bencomo, el más terrible de los Menceyes,
hizo matar a Guañameñe, el adivino, pero sus vaticinios no se acallaron, y el
tiempo los vio cumplidos.
Las profecías de Guañameñe:
(Tenerife)
Guañameñe
ya había hablado cuando Guetón, el heredero del Mencey de Güimar, fue hecho
prisionero por el temible Bencomo.
Era
éste enemigo de Añaterve, el padre de Guetón, desde hacía mucho tiempo, como
era contrario, también, a los amores de su hija, Ramagua, con Guetón.
Pretextando
unos robos de ganado Bencomo invadió Güimar, haciendo prisionero a Guetón y
también a Guañameñe.
Llamó
Bencomo a su presencia al adivino y le preguntó por el futuro; esto fue lo que
le dijo:
“Llegarán aves blancas y
grandes alas por el mar, extrañas huellas cubrirán las arenas de las playas y
se cuajará la tierra suelta de los montes. Estará todo dispuesto entonces para
que se escuche el cruel sonido de la batalla. Arduo y prolongado será el
combate. A su término sólo un terrible despojo será la isla, amargo como la
derrota.”
Bencomo
no aceptó aquella profecía que hablaba de derrota, por eso mandó matar a
Guañameñe, el adivino. Sin embargo, pronto llegarían a las costas de Añaza
galeones de guerra, y la sangre comenzaría a correr.
TINGUAYO
Maciot, el atroz lugarteniente de
Lanzarote, separó a la bella Teguise del noble Tinguayo, quien, sin poder
evitarlo, murió preso del dolor.
El dolor de Tinguayo:
(Lanzarote)
Al
partir Juan de Bethencourt para Normandía, nombró a su sobrino Maciot
lugarteniente de Lanzarote. Pronto demostró éste su crueldad al apresar a muchos
lanzaroteños para venderlos como esclavos en Europa.
Guadarfía,
antiguo rey de Lanzarote, ya había sido sometido. Fue bautizado y recibió el
castillo de Zonzamas y las tierras aledañas como merced por su rendición. Allí
vivía con su mujer, Guanamara, y sus hijos Teguise y Guillén. Conforme
transcurrían los días la belleza de Teguise iba en aumento. Tal fue así que el
noble Tinguayo se enamoró de la princesa. Esta no tardó en corresponderle pero,
por desgracia, ambos no sabían que el pérfido Maciot también se había fijado en
la bella Teguise.
Fue
así como el normando, a base de amenazas y promesas de privilegios, consiguió
de Guadarfía licencia para tomar a su hermosa hija.
Tinguayo,
enterado de lo sucedido, vio sumirse su alma en la pena y la locura y, vagando
por los riscos de Famara, murió sumido en el dolor.
Desde
entonces se dice que su imagen desdichada sigue vagando entre los volcanes y
las olas.
ERESE
Hubo una vez un árbol llamado “Garoé”, de
cuyas ramas y hojas caía gran cantidad de agua, de la cual se abastecían los
herreños.
Cuando los extranjeros desembarcaron en
la isla, Erese y otros aborígenes, hicieron todo lo posible por ocultar su
existencia, con la esperanza de que, torturados por la sed, los extraños se
marcharan.
Garoé: (El Hierro)
Cuando
Juan de Bethencourt desembarcó en la playa de Tecorone, enseguida envió un
mensajero a Armiche, rey del Hierro, con el fin de hacerle llegar proposiciones
de paz y amistad. El emisario al servicio del castellano era Augerón, hermano
de Armiche, capturado años antes, y quien realizó bien su labor al convencen al
rey de que se rindiera y se sometiera al conquistador.
Sin
embargo, otros herreños, no consintieron en rendirse al invasor: Erese,
Tenesedra, Guasarguar, Tincos y la bella Arafa se negaron a rendir pleitesía a
Betehncourt y acordaron como muchos otros mantener en secreto la localización
del Árbol Santo, bajo pena de muerte.
Mientras
tanto, los hombres de Bethencourt, buscaban insistentemente abastecerse de
agua.
Los
isleños nada decían y siempre respondían que era la lluvia quien les traía el
agua que necesitaban. Pero los extranjeros no se fiaban y mandaron expediciones
por toda la isla en busca de fuentes y manantiales.
Una
de estas expediciones encontró un día a la bella Arafa y ésta, enamorada de un
soldado, reveló el secreto que juró guardar. De esta manera los recién llegados
pudieron saciar su sed.
La
cólera se apoderó de Erese, Tenesedra, Guasarguar y los otros que habían jurado
no revelar jamás el secreto. De inmediato decidieron dar muerte a Arafa; el
aguerrido Tincos se ofreció para tal tarea pues él amaba a la traidora y le
dolía más que nada su entrega a un extranjero. La buscó por toda la isla y al fin
la encontró y le dio muerte.
GUIZE Y AYOCE
Los reinos de estos dos monarcas estaban
divididos… salvo por su fe en Tibiabin y Tamonante, las mejores pitonisas. Ellas
auguraron: “Gentes poderosas se acercan,
recibidles con alegría y someteos a sus designios”. Pero ni Guize ni Ayoce
iban a someterse sin luchar.
Las pitonisas de
Fuerteventura: (Fuerteventura)
Dos
reinos, separados por una larguísima pared de tierra, dividían la Isla de
Fuerteventura. Uno, Majorata, era gobernado por Guize; otro, el de Jandía,
tenía como rey a Ayoce. Ambos monarcas tenían gran fe en Tibiabin y por su
hija, Tamonante, las dos adivinadoras, las dos pitonisas, cuyas profecías
siempre se habían visto confirmadas.
Guize
y Ayoce pidieron a Tibiabin y Tamonante por el futuro de sus reinos. Después
del sacrificio de una baifa en sus entrañas leyó Tibiabin:
“Llegarán gentes poderosas
por el mar en sus casas blancas. No temáis ni les tratéis con violencia. Antes
bien, recibidles con alegría y entregaros a sus designios, pues sólo beneficios
traerán a nuestra tierra.”
Pero
los invasores, al mando de Bethencourt, no fueron recibidos con alegría sino
con fiereza. Los decididos isleños, sosteniendo una tenaz resistencia, se
atrincheraron en las alturas cortándoles el paso a los invasores. Sin embargo poco
pudieron hacer ante las incursiones enemigas…
HAPALUPO Y HAUTACUPERCHE
El guanche Hapalupo, padre de Iballa,
estaba en contra de los amores ocultos de su hija Iballa con el tiránico Hernán
Peraza, quien era odiado por sus injusticias. En un plan para acabar con el
castellano, el valeroso Hautacuperche se convirtió en la mano ejecutora de la
venganza.
La muerte de Hernán Peraza:
(La Gomera)
Por
su proceder tiránico Hernán Peraza era odiado por los gomeros que hartos de sus
tropelías se sublevaron. Asustado por la contienda, Peraza, pidió ayuda a Pedro
de Vera. Entonces más de doscientos prisioneros, entre ellos mujeres y niños,
fueron reducidos a la esclavitud.
La
tiranía regresó a la isla y el odio de los gomeros se hizo mayor cuando se enteraron
de sus amores ilícitos con la princesa Iballa.
Junto
a su hijo Calahuige y el valeroso Hautacuperche, Hapalupo, el padre de Iballa, planeó
la venganza. Asustado de que sus planes fuesen descubiertos, Calahuige tuvo
miedo, lo que enfureció a su padre quien sin ninguna compasión le atravesó el
corazón con un dardo y tiró su cuerpo al mar.
Regresaban
Hapalupo y Huatacuperche cuando se encontraron con la vieja Tixiade, la Mujer
Sabia, la cual dijo conocer sus planes.
Convino
con ellos en aprovechar las visitas amorosas de Hernán Peraza a Iballa,
comprometiéndose a darles aviso cuando el castellano fuese a la cueva de
Guahedum, lugar donde se encontraban los amantes. La señal sería un silbido
prolongado.
Sin
sospechar nada llegó Hernán Peraza a su cita amorosa. Despidió a sus
servidores. Mientras los amantes se encontraban en su lecho de pieles, se oyó
un prolongado silbido. Era la señal convenida. De inmediato Iballa sospechó lo
peor y alertó a Peraza. Incluso le prestó sus vestidos para que así, disfrazado
de mujer, pudiera huir en la confusión. Pero la estratagema no dio resultado y
Hernán Peraza tuvo que volver al refugio de la cueva. Allí recogió sus armas y
salió al exterior donde le esperaba Huatacuperche quién, encaramado en la
entrada de la cueva, arrojó su dardo contra su enemigo, atravesándole el
cuello. Al mismo tiempo Hapalupo dio cuenta de los criados que acudieron a
defender a su señor.
Silbó
entonces Tixiade para llevar la noticia a todos los rincones de la isla, y su
silbido, como un eco, se propagó.
DORAMAS
Desde las alturas de Arucas, Doramas, el
Guanarteme de Telde, hostigaba sin cesar las tropas de Pedro de Vera. El
conquistador español, dispuesto a terminar cuanto antes con esta situación,
desplegó a sus hombres en un cerro cercano a donde Doramas tenía sus guerreros.
Desde allí ambos ejércitos se contemplaban en espera de la batalla decisiva…
La muerte de Doramas: (Gran
Canaria)
Doramas
lanzó un grito poderoso, desafiando a Pedro de Vera, invitándole a luchar entre
ellos de modo que aquel singular combate dirimiera el resultado de la lucha sin
derramar la sangre de más isleños o más castellanos.
Sin
embargo, Pedro de Vera, aconsejado por sus hombres, desestimó el desafío, pero
no impidió que uno de sus hombres el hidalgo Juan de Hozes, abandonara sus
filas y se lanzara a caballo contra Doramas. No tardó mucho tiempo el caudillo
canario en frenar la acometida, pues con un certero lanzazo lo mató.
Ante
esto, Pedro de Vera, cegado por el furor, arremetió contra Doramas. Lucharon
ambos durante mucho rato sin que la lid pareciese tener un claro vencedor. De
repente, en uno de los lances de la batalla, uno de los escuderos del
castellano hirió a Doramas por la espalda, el cual cayó a tierra ensangrentado
y moribundo. Desde allí increpó con desprecio al conquistador su traición.
Pedro
de Vera ordenó entonces que le cortaran la cabeza y la clavaran en una pica.
Así la llevaron al Real de Las Palmas, exhibiéndola como un macabro trofeo.
TANAUSÚ
Todos los soberanos de la isla habían
pactado con el invasor o habían sido reducidos… todos menos Tanausú –soberano
de Aceró, “el lugar fuerte”, la Caldera de Taburiente– quien resistía aislado
en lo alto de aquel lugar inexpugnable…
Tanausú, el indómito: (La
Palma)
Era
el reino de Tanausú un lugar indomable, rodeado de escarpados cerros, al que
sólo se podía acceder por dos pasos: el barranco por donde se perdían en el mar
las abundante aguas de la Caldera, y otro, menos difícil, el llamado
Adamacansis.
Por
este último paso decidió Fernández de Lugo penetrar en el reino de Tanausú. Sin
embargo, enterado el rey palmense de este movimiento, apostó a sus hombres en
el mismo y obligó a los conquistadores a retirarse.
Desistió
entonces el castellano de este intento.
Al
poco, tanteó una nueva penetración, esta vez por el barranco, el cual
estaba menos custodiado por entender el
rey palmense que era prácticamente inexpugnable. Enterado, sin embargo, de ese
osado movimiento, trasladó a sus guerreros al lugar haciéndoles frente con
bravura tal que los hombres de Lugo, volvieron a desistir del empeño.
Convencido
de la dificultad de vencer a Tanausú en su terreno, Fernández de Lugo envió a
un isleño amigo, Juan de Palma, a parlamentar con el bravo caudillo palmero,
solicitando por su boca una entrevista para concertar una paz aceptable para
todos. Respondió Tanausú afirmativamente al ofrecimiento, siempre que los
hombres de Lugo se retirasen de sus dominios. El conquistador pareció aceptar
tales condiciones. Cumplidas éstas, Tanausú salió de La Caldera en dirección al
territorio de Aridane, acampando en la Fuente del Pino.
Nada
más concertar la entrevista comenzó Fernández de Lugo a urdir la traición.
Cuando en la mañana del día acordado el caudillo palmense se dirigía al lugar
previsto; los españoles, emboscados en el paso de Adamacansis, iniciaron el
ataque. Poco pudieron hacer los palmeros ante una estratagema tan inesperada.
Numerosos fueron los muertos isleños y la victoria de los castellanos se
consumó. Tanausú fue hecho prisionero y, cargado de cadenas, lo condujeron a
bordo de uno de sus barcos para llevarlo a España.
Se
cuenta que el rey palmero, al ser encadenado gritó “¡Vacaguaré!”, es decir,
“¡Quiero morir!”. Cuando el barco que lo conducía a España se alejaba más y más
de su querida tierra, más profunda era la tristeza del prisionero. Nada dijo,
nada comió, nada bebió. Nunca llegó a la Península; el mar fue su tumba.
Fuentes: “Historia de Canarias” José M. Castellano
Gil-Francisco J. Macías Martín. Centro de la cultura popular canaria.
Google imágenes.
¡FELIZ DÍA DE CANARIAS!
7 comentarios:
Ana, leí todito, todito... me gustó muchisimo tu reseña sobre mitos y leyendas, de las Islas canarias. Grcias por compartirlo.
Abrazo.
Genial entrada en este día de Canarias, muy interesante y completa la información, me ha gustado leerla y saber más sobre estos guanches tan guerreros.
Un beso grande :)
Una entrada muy buena Ana, muy interesante conocer estas cosas sobre vuestras maravillosas Islas Canarias, cada vez que leo algo sobre ellas me acuerdo y siento que aún no las he visitado, espero poder hacerlo este año, con un poco de suerte. Y aunque con retraso, te deseo a ti y a Raquel un Feliz Dia de Canarias.
Un beso!
Hola Ana: ¡Muchas felicidades por el día de vuestra tierra! Y gracias por compartir toda vuestra historia.
Muchos besos.
Hola Roberto, agradecida de acercarte a los mitos y las leyendas canarias, en mi tierra se dan mucho.
Muchas gracias por seguir por aquí.
Un abrazo grande
:D
Hola Raquel, un placer que te hayas acercado hasta aquí para leer la historia de esos guanches guerreros.
Besis
:D
Hola Nieves, pues en cuando puedas ya sabes, tu y tu trolley tienen que venir a hacernos una visitilla, te va a gustar mi tierra, ¡garantizado!
Un abrazo y gracias por comentar
:D
Hola Carol, graciasss, un placer compartir un poquito contigo.
Besos y abrazos
:D
Muy interesante. Lo que me ha encantado son los nombres; súper originales.
Hola Einer, nombres guanches en toda regla. Me alegro que las historias te hayan resultado interesantes. Buenas leyendas.
Gracias por pasar por aquí.
;D
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