Corrían los años cincuenta. Jack y Richard compartían habitación en el represivo hogar de acogida de Mr. Beale, una especie de reformatorio para chicos algo rebeldes, que lograban gracias al duro trabajo de campo, mejorar un poco su difícil conducta conflictiva. La granja-cárcel de Mr. Beale se situaba al pie de una larga carretera en el condado de Lubbock, Texas, una extensa llanura rodeada de cultivos, sin nada a la vista más que un cielo ocre que se desdibujaba hasta un horizonte infinito.
Las duras jornadas en la granja dejaban agotados a los muchachos que no encontraban consuelo en ninguna distracción, pues la vida era algo aburrida en dicha adormecida ciudad. Hasta que por casualidad ambos dieron con un fresco y peligroso nuevo sonido: el rock 'n' roll.
Cada noche subían al escondite más inaccesible de la casa Beale para oír clandestinamente un poco de música. Su programa favorito se llamaba “El diablo de la corbata azul”. El encargado de transmitir por radio rhythm & blues y música country para una audiencia multi-racial era Led Moore, un disc jockey que actuaba bajo el sobrenombre de “The sad owl”, el búho triste. El búho como le gustaba ser llamado poseía una voz baja, muy grave, con un timbre potente y muy masculino que dejaba hipnotizada a media audiencia. Aquella impresionante voz tenía la cualidad de acariciar las palabras, de cantarlas, o así parecía mientras impulsaba desde las sombras a que los jóvenes más rebeldes conocieran aquel prodigioso estilo de música. Su plan había tenido éxito entre un publico adolescente ávido de nuevos sonidos, nuevas sensaciones. Por primera vez, una música se dirigía directamente a ellos… ¿Y qué importaba si el reverendo Vaughan llamaba a aquella música inmoral, descarnada y decadente, música insidiosa, para negros, música de los más bajos fondos? ¿Qué importaba? ¿Qué podía saber el predicador y sus rancios feligreses de ritmo, de modernidad?
El rock se había convertido en su nueva religión. Y sus notas y acordes en sus canciones de oración, espirituales y revolucionarias.
Para Jack y Richard no podía haber nada mejor que sintonizar al búho a altas horas de la madrugada y dejarse llevar por las voces y el ritmo.
-Me han hablado de un lugar- le susurró Jack a Richard una noche, cuando ambos disfrutaban del programa narcotizados por el penetrante humo de los cigarrillos, -lo llaman “The Black Cat Club”…
Jack se aseguró de que nadie andaba cerca, ya que se había corrido la voz entre los chicos del hogar Beale de que a altas horas había fiesta en el desván. Cuando advirtió que nadie les oía prosiguió:
-Se trata de un cobertizo semi abandonado en donde un par de pobres trabajadores negros han montado un antro, un bar con bebida, hermosas mujeres y buena música. Un sitio en donde pueden gritar tranquilos sobre “los amores perdidos, la crueldad de los agentes de policía, la opresión de los blancos o los tiempos difíciles”. En realidad pueden hablar y cantar sobre lo que quieran. Y yo sé donde está, Richard…
-¿Pero como saldremos de aquí sin alertar al viejo Beale?- resopló Richard preocupado, -ya sabes que es un sabueso incansable, y otra cosa, aunque consigamos escaparnos, ¿porque nos dejarían entrar en ese club?
Jack curvó violentamente sus labios en una sonrisa, estampó el cigarro sobre las tablas de la tarima y poniéndose en pie dijo con suficiencia:
-Eso déjalo en mis manos.
Aquella noche se deslizó por la cochera donde Mr. Beale guardaba su tesoro mas querido, un Chrysler New Yorker negro con matricula de 1950.Y después de hacer un puente (experiencia por la que había parado en la casa Beale) enfiló el empedrado camino de tierra con su angustiado amigo Richard a bordo. Condujeron a ras de las vías del ferrocarril a toda velocidad hasta que llegaron al oscuro cobertizo, en donde a pesar de las intempestivas horas parecía haber bastante actividad.
Parados ante la puerta roja del Black Cat Club, Richard jalonó de su amigo de la manga, aún intrigado sobre la manera en la que dos chicos blancos serían amablemente invitados a pasar el rato en un club de negros.
-¿No te lo dije?- murmuró Jack con voz divertida, -mi hermano Steve trabaja para Led Moore…
-¿Y quien es Led Moore?
-¡Led!- vocalizó Jack con suficiencia –es el búho triste, mi hermano se encarga de buscar nuevos lugares para él donde hacer sus retrasmisiones clandestinas, porque ya sabrás que no despierta muchas simpatías entre los polis. Podría decirse que ambos son socios, ¿o como crees sino que el búho podría llevar a cabo sus emisiones?
Aquella noche las puertas del Black Cat fueron abiertas de par en par para los dos muchachos. Y durante horas disfrutaron del ambiente áspero y depresivo del blues, y del jazz de mas mala reputación, y como no, del rock and roll mas incendiario. Al amanecer, embriagados por las copas, el humo del tabaco y desfallecidos por los bailes y las cómplices sonrisas de las mujeres, sólo pudieron pensar en Led Moore y en su cautivadora voz, en como gracias a él habían descubierto el lado mas subversivo de la música.
Las duras jornadas en la granja dejaban agotados a los muchachos que no encontraban consuelo en ninguna distracción, pues la vida era algo aburrida en dicha adormecida ciudad. Hasta que por casualidad ambos dieron con un fresco y peligroso nuevo sonido: el rock 'n' roll.
Cada noche subían al escondite más inaccesible de la casa Beale para oír clandestinamente un poco de música. Su programa favorito se llamaba “El diablo de la corbata azul”. El encargado de transmitir por radio rhythm & blues y música country para una audiencia multi-racial era Led Moore, un disc jockey que actuaba bajo el sobrenombre de “The sad owl”, el búho triste. El búho como le gustaba ser llamado poseía una voz baja, muy grave, con un timbre potente y muy masculino que dejaba hipnotizada a media audiencia. Aquella impresionante voz tenía la cualidad de acariciar las palabras, de cantarlas, o así parecía mientras impulsaba desde las sombras a que los jóvenes más rebeldes conocieran aquel prodigioso estilo de música. Su plan había tenido éxito entre un publico adolescente ávido de nuevos sonidos, nuevas sensaciones. Por primera vez, una música se dirigía directamente a ellos… ¿Y qué importaba si el reverendo Vaughan llamaba a aquella música inmoral, descarnada y decadente, música insidiosa, para negros, música de los más bajos fondos? ¿Qué importaba? ¿Qué podía saber el predicador y sus rancios feligreses de ritmo, de modernidad?
El rock se había convertido en su nueva religión. Y sus notas y acordes en sus canciones de oración, espirituales y revolucionarias.
Para Jack y Richard no podía haber nada mejor que sintonizar al búho a altas horas de la madrugada y dejarse llevar por las voces y el ritmo.
-Me han hablado de un lugar- le susurró Jack a Richard una noche, cuando ambos disfrutaban del programa narcotizados por el penetrante humo de los cigarrillos, -lo llaman “The Black Cat Club”…
Jack se aseguró de que nadie andaba cerca, ya que se había corrido la voz entre los chicos del hogar Beale de que a altas horas había fiesta en el desván. Cuando advirtió que nadie les oía prosiguió:
-Se trata de un cobertizo semi abandonado en donde un par de pobres trabajadores negros han montado un antro, un bar con bebida, hermosas mujeres y buena música. Un sitio en donde pueden gritar tranquilos sobre “los amores perdidos, la crueldad de los agentes de policía, la opresión de los blancos o los tiempos difíciles”. En realidad pueden hablar y cantar sobre lo que quieran. Y yo sé donde está, Richard…
-¿Pero como saldremos de aquí sin alertar al viejo Beale?- resopló Richard preocupado, -ya sabes que es un sabueso incansable, y otra cosa, aunque consigamos escaparnos, ¿porque nos dejarían entrar en ese club?
Jack curvó violentamente sus labios en una sonrisa, estampó el cigarro sobre las tablas de la tarima y poniéndose en pie dijo con suficiencia:
-Eso déjalo en mis manos.
Aquella noche se deslizó por la cochera donde Mr. Beale guardaba su tesoro mas querido, un Chrysler New Yorker negro con matricula de 1950.Y después de hacer un puente (experiencia por la que había parado en la casa Beale) enfiló el empedrado camino de tierra con su angustiado amigo Richard a bordo. Condujeron a ras de las vías del ferrocarril a toda velocidad hasta que llegaron al oscuro cobertizo, en donde a pesar de las intempestivas horas parecía haber bastante actividad.
Parados ante la puerta roja del Black Cat Club, Richard jalonó de su amigo de la manga, aún intrigado sobre la manera en la que dos chicos blancos serían amablemente invitados a pasar el rato en un club de negros.
-¿No te lo dije?- murmuró Jack con voz divertida, -mi hermano Steve trabaja para Led Moore…
-¿Y quien es Led Moore?
-¡Led!- vocalizó Jack con suficiencia –es el búho triste, mi hermano se encarga de buscar nuevos lugares para él donde hacer sus retrasmisiones clandestinas, porque ya sabrás que no despierta muchas simpatías entre los polis. Podría decirse que ambos son socios, ¿o como crees sino que el búho podría llevar a cabo sus emisiones?
Aquella noche las puertas del Black Cat fueron abiertas de par en par para los dos muchachos. Y durante horas disfrutaron del ambiente áspero y depresivo del blues, y del jazz de mas mala reputación, y como no, del rock and roll mas incendiario. Al amanecer, embriagados por las copas, el humo del tabaco y desfallecidos por los bailes y las cómplices sonrisas de las mujeres, sólo pudieron pensar en Led Moore y en su cautivadora voz, en como gracias a él habían descubierto el lado mas subversivo de la música.
Años después, ya ancianos, los dos grabaron una cinta con algunas de sus canciones favoritas. Esas que hoy voy a compartir contigo…
Selección musical de Jack y Richard
: 1. Rock & Roll Music-Chuk Berry 2. Whole Lotta Shakin' Going On (1957) By Jerry Lee Lewis 3. Long Tall Sally By Little Richard 4. Otis Redding- Try a little tenderness 5. John Lee Hooker - Boom Boom 6. Ray Charles - I Got A Woman 7. BB King- The Thrill Is Gone.
10 comentarios:
Hace mucho, mucho tiempo que te sigo, pero por timidez o ve tu a saber por qué, no me atrevía a escribir. Pero esta noche no me he podido resistir. ¿La razón? La increíble selección musical. Subí al cielo con cada una de ellas. Con perdón de la expresión, ha sido 'orgásmico'. No por conocerlas dejan de sonar sublimes todas ellas unidas como si fueran una. Y que alguien las rescate es gratificante para los oídos de un melómano cualquiera. Creí haber viajado hasta allí con la historia. Gracias y disculpa el atrevimiento.
Sencillamente una entrada muy buena, la historia y las canciones :). Además has puesto dos de mis canciones preferidas: la de Chuck Berry y la de Little Richard, dos auténicas joyas, que tengo en el mp3 y bailo en mi casa de vez en cuando xd. Las demás también son muy buenas, las conocía pero esas dos es que son demasiado.
Un beso grande Ana! :D
Gracias a ti Gea, tu comentario me ha hecho sonreir, no sabía yo que la selección músical que había escogido tenía ese efecto, jeje, pero me alegro de que te haya gustado y de que te atrevíeras a comentar, ya sabes que puedes hacerlo siempre que quieras, este también es tu mundo, un mundo bohemio y musical abierto para cuando quieras asomarte.
Besos
:D
Otro beso grande para ti Virginia, parece que he acertado con la música, eres muy amable al valorar la historia tan positivamente, así da gusto, jaja. A mi también se me han ido los pies preparando esta entrada.
;)
Vaya bonito texto, con una historia realmente maravillosa, si es que parece que te hayas trasladado a vivir al verdadero Black Cat Club y te hubieses empapado de toda su historia, chapó.
La selección musical es que no hay nada nuevo que decir que no se haya dicho ya, dan ganas de tomar un whisky xxx con hielo mientras escuchas a estos genios. Me quedo con con todas pero la de Otis Redding me caló hondo, también la de BB king, vamos dos joyitas dentro de un cofre de oro. Si es que no he podido todavía parar los pies.
¿Led Moore existió en verdad? Me he creído toda la historia y he estado buscando datos en Google pero, me parece que me has líado eh! Lo has escrito tan verídico...
La primera canción he podido escucharla, pero no sé cómo seguir escuchando las demás.
Muchísima suerte.
Besitos.
PD. Repasa la parte en cursiva, tan solo ha de estar así, si lo deseas, la opinión del reverendo: a partir de "inmoral" hasta "bajos fondos"
Besos Angel, coincidimos en cuanto a favoritos. Me alegro de que el relato te haya transportado al Black Cat Club, dan ganas de ir, ¿no?
:D
Besos Durrel, jaja, Led Moore es ficticio, aunque posiblemente exista en alguna parte...
Para oír la música tienes que darle al play, se pasa sólo (creo) pero sino con darle a la flecha de la derecha sirve.
Tienes razón en cuanto a la postdata, gracias por darte cuenta.
:)
Hola Ana, ya he puesto el tema de esta semana. Espero que sea de tu agrado ;)
Quería preguntarte por Raquel ¿está bien? hace días que no escribe...
Besotes para las dos.
Hola Durrel, felicidades por ganar, tu relato me gustó mucho. Y ya vi el tema propuesto, me viene al pelo, ¿qué tendrá la palabra bohemio que me gusta tanto? jaja. Gracias.
Mi geme está bien, sigue escribiendo pero no le dio tiempo a participar.
Besotes para ti
:D
Como siempre me encnata la selección musical. Imposible decantarse por una sola, aunque ya sabes que BB King me gusta mucho.
El relato me ha encantado. El buho triste, los chicos que descubren un sonido nuevo, una forma nueva de expresarse, y el ambiente tan "cinematográfico" del relato...es como si lo estuviera viendo con mis ojos.
Un beso grande.
Un beso Raque, gracias por tus palabras. La de BB King la puse para ti, ya sabes.
Besitos
:D
Publicar un comentario