Por ello sus alumnos de la universidad le llamaban Bubureta. Se cuenta que él mismo, oyendo como a sus espaldas unos alumnos le motejaban así, respondió rápido:
"-No, hombre, ahora me llamo Na-nanette", he aquí la coincidencia. En cierta ocasión en que, ausente de Barcelona, mandó un telegrama a su familia para avisarles de su próxima llegada, por un extraño error del servicio de telégrafos, el comunicado llegó así:
El pobre Dr. Bellido debió pensar que se trataba de una broma del destino. Pero es así, al destino le gusta jugar, crear confusiones y extrañas casualidades. Creo que así se divierte, ¿tú que crees?...
2 comentarios:
Que sí, el destino es un bromista de mucho cuidado.
:))
Ni que lo digas.
:))
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