En 1893 Henry Ziegland, de Texas, abandonó a su amada. Ésta se suicidó y para vengarla, su hermano disparó contra Ziegland, pero la bala paso rozando la cara del novio desertor y fue a incrustarse en un árbol. Veinte años después, Ziegland intentó cortar el árbol que tenia la bala en su interior y uso para ello dinamita. La explosión disparó la vieja bala, que mató a Ziegland.
Parece ser que la bala tenía que ser para él, ¿no?
2 comentarios:
Historias como estas te hacen pensar en el Karma; en que tarde o temprano uno paga por lo que hace.
Un saludo :)
Historias como estas te hacen darte cuenta de que NO se debe cortar un árbol con dinamita, nunca se sabe lo que puede salir volando de la explosión, ¿no?
Je, je, era el destino.
Besitos :)
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