martes, 9 de abril de 2019

Karma



El sol que entra por la ventana es una franja dorada llena de partículas de luz que flotan hasta mi nariz y me provocan un violento estornudo. Eso me hace cerrar los ojos por un segundo, y su imagen, recortada contra la ventana luminosa, se hace imprecisa y borrosa. Lleva un vestido blanco que recoge hasta su cintura, no lo quiere pisar mientras trata de alcanzar una uva de la parra que crece sobre el tejadillo del balcón. La veo hacer equilibrios y me sobresalto, ella que me hace sentir la tierra bajo los pies también me provoca cierta sensación de vértigo, como si me aguardara un abismo a punto de abrirse, a punto de hacerme caer sin freno y sin control hasta las entrañas más oscuras del infierno, quizá sólo sea el miedo a que acabe, a que todo se esfume, a que este instante deje de existir, o quizá sea ese deseo atroz de protegerla.
La miro con ojos muy abiertos.  Es hermosa y sugerente, tanto que mi pecho aletea y siento un flujo de sangre llegar hasta mis mejillas. Nunca le he dicho la verdad de quien soy, ¡es tan dulce y tan inocente y tan plácida nuestra vida aquí!, que temo que involucrarla en mi pasado sólo haría explotar esa hermosa burbuja, y no quiero eso, ¡no!, por nada del mundo. La verdad es que quisiera que todo fuese siempre bonito, como su risa y su cuerpo bronceado, ahí, acariciado por la luz del día en ese balcón con vistas al Mediterráneo.
Quisiera que todos los días fuesen como el de ayer, paseando por la pálida arena con la sal del mar en los labios, palpitando al acariciarnos tumbados en la playa, manos enlazadas y risas al unísono, dejando a las retinas brillar de amor y alegría, sin pensar en nada, sin cuestionar nada. Quisiera que siempre fuese así, ella corriendo por ese pueblo polvoriento buscando un lugar donde comprar naranjas, y yo dejándome llevar por su locura, alimentándome sólo de su boca, saltando cada piedra del camino para no perderle el paso.
Quisiera... Quisiera vivir sin enemigos, ir andando sin mirar de reojo a mis espaldas, pero sé que es imposible, me da pavor ser un iluso, vivir soñando, y  tengo miedo, ¿he sido lo suficientemente cauto?, ¿he sido lo inteligente que debería haber sido o he cometido algún error? Sé que los errores se pagan, no dejo de pensarlo. Ella no lo sabe, no puede ver esa lágrima tatuada porque es invisible, pero yo la siento como a una herida abierta. Me persiguen muchos fantasmas, tantos que ella se asustaría. Sin embargo ya he roto con todo, con el pasado y la sombra siniestra que era, toda mi vida ha cambiado por ella y por mí mismo, por ese mal karma que me hacía tener mal cuerpo siempre, pero, ¿he borrado mi rastro? La inquietud de un mal presentimiento me hace buscarla con los ojos, ahí balanceándose sobre el balcón, divertida, jugando como una niña despreocupada, con el jugo de la uva manchando su barbilla. Lo daría todo porque ese momento se detuviera. Y se detiene. Algo cambia en el viento, mis años de experiencia me hacen reconocer lo que está pasando. Ella me mira, su expresión es la misma pero su entrecejo se arruga, el color de su vestido cambia a la altura del pecho, no he oído la bala pero he sentido su silbido, y todo se hace rojo, rojo porque mi pasado se ha presentado y nos está disparando.


Música: Leiva-Como si fueras a morir mañana

6 comentarios:

lopillas dijo...

Que texto tan hermoso, Bohemia. Lograste transmitirme la paz que sentía él y el dolor de ese final cruel. Me ha encantado.
Besitos!

miquel zueras dijo...

En algún momento en tu vida, tu pasado vuelve a tí, aunque tú no lo quieras. Y siempre es cuando menos te lo esperas. El fantasma del pasado siempre vuelve, Ana.
Al menos le ha dejado un bonito recuerdo.
Besos!
Borgo.

Montse dijo...

Un texto precioso, lleno de ternura y de gran verdad, porque el pasado es esa mochila que siempre nos acompaña y que aunque no queramos tarde o temprano termina por abrirse y sacarlo todo.
Un beso grande.

Ana Bohemia dijo...

Gracias Lo pillas, un besote y feliz semana santa.
:)

Ana Bohemia dijo...

Gracias Miquel, los fantasmas pasados son los peores, no descansan y no olvidan.
Que disfrutes de la semana santa.
Un abrazo ;)

Ana Bohemia dijo...

Gracias Montse, es cierto, a veces llenamos tanto esa mochila que se rompe y deja ver cosas que no nos gustan. Feliz semana santa. Un beso. :)

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