Su mente era incongruente, su atuendo
estrafalario, su manera de andar por la vida estrambótica, su pelo raro, su
forma de hablar extravagante, su pensamiento de que no encajaba en el mundo
inconveniente.
Le gustaba sentirse un extraterrestre,
alguien que no encaja, un círculo en un mundo de cuadrados, una pieza del puzle
dentro de una caja equivocada.
Se llamaba U, sin más letras.
U era un ser heteróclita, un planeta sin
satélites, dispuesto a orbitar sin rumbo, al filo de una galaxia llena de
agujeros negros.
Se encontró con ella, Uve, otra chica
metida dentro de su caparazón, una mariposa sin alas, contradictoria, especial,
solitaria.
Se gustaron. Algo hizo cortocircuito
cuando se presentaron, y el mundo, ese escenario de colores se disolvió en una
nube brillante que subió hasta el cielo y luego bajó en forma de lluvia.
Se dieron la mano. Las partículas
flotaban a su alrededor sujetas a la luz. No hablaron, sólo se sintieron, midiéndose, calculándose,
estudiándose. Se conocieron sin conocerse, como si formaran parte de una misma
cosa. Se sentían especiales juntos, como si arropados en aquellos abrazos su
propia locura tuviera fundamentos.
Ahora lo sabían, que ningún ser humano es
una isla. Puede que no les gustara pero eran parte del total, otra pieza del
engranaje, un par de gramos en el peso del globo, algo hecho de esperanzas y
sentimientos, dos cabezas llenas de conexiones, tan ordinarios como el resto de
mortales, esclavos de sus hipotálamos, subordinados de las hormonas, engatusados
por el amor y sus trampas. Imposible les fue escapar de sus redes. Como imposible
que ello no les hiciera sentirse aún más raros.
Annie Lennox - I Put A Spell
On You
8 comentarios:
Bonita y original historia, Ana.
¡Ay, el amor, atrapa hasta a los más raros! A pesar de que al final de tu relato parece que han dejado de ser raros para formar parte del mundo normal, yo creo que no, que pueden seguir siendo ellos mismos, con sus singularidades y excentricidades que les caracterizan, aunque, eso sí, cogidos de la mano.
Un besito!
Hola Montse, gracias por leerme, un placer que te acerques a mis minirelatos. El amor cambia a las personas, eso no quita para que cada uno siga siendo como es, pero indudablemente cambia a las personas, a veces las sume en una sensación de lo mas rara pero maravillosa.
Un besote
:D
Hola Ana, me gustó tu relato. Se parece tanto a la rareza de todos nosotros, hasta el amor es raro si tratamos de explicarlo.
Un fuerte abrazo de este amigo, que aunque lejos no te olvida.
Una historia muy bonita. Todo rarito se merece su media naranja y espero que U y V lo consigan. Los imagino merodeando por su mundo propio cogidos de la mano y mirándose a los ojos.
Saludos!
Borgo.
Original y muy tú, se te da muy bien este tipo de relatos y este tipo de personajes tan fuera de lo común.
Un abrazo!
Ay sí, qué laboratorio más complicado somos! Que viva la gente rara. Besitoss
Qué risas el verificador de que no soy un robot jajajaja
Hola Roberto, muchas gracias, lo raro del amor es eso mismo, que todos lo sienten alguna vez, que alguna vez lo viven, y no es igual para todos, es lo raro.
Un abrazo muy fuerte, yo tampoco te olvido amigo poeta.
Hola Miquel, gracias por leerme, yo me imagino a esos dos raritos parados uno delante del otro, retándose a mirarse fijamente hasta que se les caigan las pestañas.
Saludos
:D
Hola Raque, gracias, tenía este texto guardado, en realidad quería perfilar algo mas extenso pero no me dieron ganas ni se me encendieron las bombillas literarias, así que le puse un final rápido y lo publiqué, pero me alegra que te guste.
Besos
;D
Hola Lopillas, ¡que viva!
Besos
:D
PD: Ese verificador si que es raro
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