Quería hablar, y no dijo nada.
Quería hablar, y se quedó callada.
Quería hablar, pero eso que sentía
en la boca del vientre,
no le subió a la garganta.
Ni una sola palabra,
sólo una bola, una maraña
que sentía ahí, aferrada,
ahí, en su garganta.
Nada, no dijo nada
su boca parada,
su boca cerrada.
Y dentro de su vientre
una bola pesada.
5 comentarios:
Pues sí, eso pasa a veces y si se suman muchas no es nada bueno porque revienta por algún lado.
Díselo
:)
Besoo
¡Qué poema más sentido! y lleva razón, porque suele pasar que cuando se forma una bola muy pesada no hay forma ni de digerirla ni de decir una palabra.
Un besito.
Ya sabe lo que dicen, que hay silencios más elocuentes que las palabras.
Terrible sensación cuando las palabras se quedan dentro con la sensación de que algo nos corroe desde el interior. Algo así como las bolas de pelo que se traga mi gato aunque eso ya no suene tan poético.
Un buen texto, acuciante y breve, me gustan así.
Saludos. Borgo.
Hola Lopillas, hay que hablar, no hay que quedarse con las ganas, dicen que las cosas que no se dicen mueren dentro, es mejor hablar y no arrepentirse después de haber callado.
Un abrazo, gracias por visitar mi blog.
Hola Montse, cuanto me alegro de que hayas sentido el poema, un placer que te guste.
Besos y muchas gracias por acercarte a mi blog.
Hola Pepe, ahora que lo dices es cierto, hay silencios que dicen mas que muchos discursos.
Saludos y gracias por visitar mi blog.
Hola Miquel, terrible esa sensación de que algo te corroe, te muerde la lengua, te pincha desde dentro y no se puede tragar, por eso es mejor soltarlo todo. Me alegra mucho que el poema te haya gustado.
Saludos, y gracias por seguir por mi blog.
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