viernes, 11 de abril de 2014

El guardián del tiempo


Una historia de vida, una historia de cómo el tiempo no es igual para todos, una historia que no deja indiferente a nadie. Sarah es una adolescente más y al mismo tiempo se siente fuera de lugar, no le gusta su vida, no le gusta la gente que le rodea, ni su familia, ni sus compañeros, es solitaria y además ha sufrido su primera ruptura amorosa. Víctor es un empresario de éxito pero el destino le ha jugado una mala pasada, tiene una enfermedad terminal. Ambas personas en principio no tienen nada en común, sin embargo, los dos quieren cambiar el tiempo que les queda de vida, Sarah quiere acabar con su vida de manera temprana y Víctor quiere seguir viviendo y disfrutar de la vida. El Padre Tiempo, que regula las horas y los días, quiere mostrarle a Sarah y a Víctor el verdadero sentido del tiempo y para ello baja a la Tierra. Una conmovedora historia en el que el lector puede apreciar la fragilidad de la vida, y estar agradecido con lo que hemos vivido y lo que todavía nos queda por vivir.

Mitchel David Albom (1958), se licenció en Sociología en la Universidad de Brandeis, en Periodismo en la Graduate School of Journalism de la Universidad de Columbia y en Administración de Empresas en la Graduate School of Business de la misma universidad. De joven, había estudiado piano, y estuvo durante su periodo de estudiante trabajando como cantante y pianista en diversos grupos musicales, tanto en Estados Unidos como en Europa. Se inició en el periodismo en el Queens Tribune, pasando más tarde a la revista Sport, especializándose en periodismo deportivo. Trabajó también para Sports Illustrated, GEO y The Philadelphia Inquirer, para pasar a ser columnista deportivo en The Fort Lauderdale News y Sun Sentinel y a continuación en Detroit Free Press.
Publicó su primer libro, una biografía deportiva, en 1989, al que siguieron otros de temática deportiva. En 1997, publicó Martes con mi viejo profesor, que le llevó a la fama, convirtiéndose en película de televisión y obteniendo cuatro premios Emmy. Ha trabajado y trabaja como locutor en radio y colaborador en programas deportivos en televisión. También ha hecho incursiones en el mundo del teatro.

–Algunas de sus obras–

“EL GUARDIÁN DEL TIEMPO”
Mitch Albom

¿Sabes lo que me pasó cuando me senté a leer este libro? Que las horas pasaron volando. A lo mejor el guardián del tiempo le dio al botón de acelerar.
Otra de las explicaciones posibles es que se trata de un libro corto, estructurado en capítulos  pequeños, redactado de una manera sencilla, franca, sin renunciar a la belleza de las palabras pero especialmente del mensaje. Escrito en tercera persona “El guardián de las palabras” se desarrolla sin complicaciones hasta su desenlace, algo precipitado y apenas bosquejado, quizá predecible. En conjunto es un libro bonito, que no cuesta leer, que te formula interrogantes, que te hace plantearte el valor que le damos al tiempo y las decisiones. Porque estamos hechos de esa materia, porque somos tiempo, no deberíamos perderlo. Sabemos la teoría pero tendemos a fracasar en la práctica. “Cuando nuestros días están contados cada uno de ellos es un regalo”, dice el autor, algo que no deberíamos olvidar.
Una buena historia. Te lo recomiendo.

“De niño, sentado en la arena, había predicho que mañana contendría un momento como el de hoy, y el día siguiente uno como el mañana. A partir de Dor, cada generación se desvivió para dar más precisión a su concepto y más esclavitud al cómputo que hacían de sus días.
Aparecieron los relojes de sol sobre las puertas. Se construyeron relojes de agua gigantes en las plazas. El paso a los diseños mecánicos –de pesas, catalina y foliot– dio lugar a los campanarios y los grandes relojes de pie, y finalmente en otros más pequeños que podían colocarse en una estantería.
Más tarde un matemático francés ató una cuerda  a un reloj, se lo fijó en la muñeca y el ser humano empezó a llevar el tiempo encima de su propio cuerpo.
La rapidez con que aumentó la precisión fue algo asombroso. Aunque hubiera que esperar al siglo XVI para que se inventase el minutero, en el siglo XVII los relojes de péndulo tenían un margen de error de un minuto diario, que en menos de un siglo se redujo a un segundo.
Del tiempo se hizo una industria. El ser humano dividió el mundo en zonas para que los transportes se ajustasen a horarios preestablecidos. Los trenes partían con exactitud. Los barcos forzaban la máquina para llegar a la hora estipulada.
La gente se despertaba al clamoroso toque de las alarmas. Las empresas se ceñían a . Cada fábrica tenía su silbato y cada aula su reloj.
< ¿Qué hora es?> se convirtió en una de las preguntas más comunes del mundo, presente en la primera página de todos los manuales para manejarse en otro idioma. < ¿Qué hora es?>
Por eso es lógico que cuando Dor, el primer hombre en formular realmente esa pregunta, llegó a su ciudad de destino –donde el viento traía y llevaba las voces que había detrás de y de – usara sus conocimientos para encontrar trabajo en el único sitio donde siempre estaría rodeado por el tiempo.
Una tienda de relojes.
Y esperó a que las manecillas se pusieran en su sitio.”

Fuentes:
Ed. Maeva.
Lecturalia.

Google imágenes.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

“Cuando nuestros días están contados, cada uno de ellos es un regalo” Me guardo la frase.

amparo puig dijo...

La verdad es que me había llamado la atención tanto el título del libro como su magnífica portada. Ahora, después de leerte, me está llamando también la atención el contenido. Gracias.

Raquel dijo...

Lo tengo pendiente pero espero ponerme a ello pronto cuando termine los que he empezado. La verdad es que has terminado despertando mi curiosidad con esta reseña.
Un beso :)

Ana Bohemia dijo...

Hola Alury, es que es una frase muy bonita, muy inspiradora.
Feliz Semana Santa.
;)

Hola amparo, es un libro sencillo, corto, con bonito mensaje, no cuesta leer y su lectura deja buen recuerdo.
Saludos. Feliz Semana Santa.
:D

Hola Ra, ya sabes, a la tarea en cuanto puedas.
Que disfrutes de estos días.
Besos
:D

Montse dijo...

Seguro que es una buena historia y que me encantaría leer, esta vez no vale eso de "no tengo mucho tiempo para leer", habrá que hacerle espacio en el reloj.
Siempre he tenido cierta debilidad por el tiempo, los relojes, las fechas ¡me encantan la idea de que exista un guardián del tiempo!
Un besito, Ana, todas tus propuestas son espléndidas.

Ana Bohemia dijo...

Hola Montse, este es un libro al que no hay que echar muchas horas de lectura, en cualquier momento y poco a poco se puede leer sin que cueste ni robe demasiado tiempo.
Curiosamente a mí los relojes me pesan, no sólo el de pulsera, me agobia mirar la hora y ver que ha "volado" de una manera tan vertiginosa... menos cuando estoy trabajando o haciendo algo pesado, entonces, ¡da una alegría!, jaja.
Besos, ¡y feliz Semana Santa!
:D

roberto dijo...

Hola Ana. Lo leí, y senti algo parecido a lo que cuentas. No hacen faltas palabras rebuscadas o complicadas para una buena narración.
Hay veces que no nos damos cuenta de lo que significa el tiempo, hasta que es tarde y la vida se nos va, como el agua entre los dedos.
Un gran abrazo amiga.

Ana Bohemia dijo...

Hola roberto, estoy contigo, a veces muchos escritores abusan de las expresiones grandilocuentes, pero yo siempre admiraré a quien puede expresar algo que nos llegue de la manera mas simple y eficaz.
Desgraciadamente el tiempo se escapa de entre los dedos como el agua, y ese mismo tiempo perdido se evapora antes de caer al suelo, ya no se puede recuperar.
Un abrazo enorme
:)

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