La empresa Arcor Life Station Foundation te congela la cabeza por 50.000 dólares. Se trata de una nueva empresa de crionización que, aunque no te ofrece ninguna garantía de éxito, ya tiene cientos de clientes. Lo más curioso es que, desde los años setenta, existen varias compañías de crionización como ésta y todas viven la mar de bien. Yo, francamente, no lo entiendo: tú montas una casa de congeladores y dice: “No son congeladores… ¡Es crionización…!”. “¿Y esos palitos que hay ahí?”. “No son palitos, don dedos… dedos de gente pobre que no se puede congelar entera”.
Además, surgen algunas dudas: si te cortan una pierna en la serrería por accidente, ¿la pierna hay que congelarla aparte? Y si me muero en África, ¿qué hacemos con la cabeza? ¿La envolvemos en papel Albal para que no se pudra? Y otra más: si te mueres como una idea, ¿esa idea se congela también? Por ejemplo, si te mueres pensando en la bonoloto, cuando despiertas, treinta años más tarde, lo primero que dices es: “¡Bonoloto! ¿Qué ha salido?”. Y sobre todo: ¿quién te corta la cabeza? ¿Qué haces con todas las venas que te quedan sueltas? ¿Las tapan con limón granizado?
Éstos son los diez pensamientos de una cabeza congelada mientras espera los avances de la ciencia.
Primero. “¿Pues no me estoy constipando con la tontería esta de la neverita…?”.
Segundo. “¿Falta mucho…? ¿Me descongeláis ya? ¿Oiga…? ¿Oiga?”.
Tercero. “Nunca debí comerme ese último trozo de morcilla. Se me ha olvidado lavarme los dientes y voy a tener esta sensación asquerosa doscientos años”.
Cuarto. “Pues era mentira eso de que la luz de la nevera se queda encendida cuando la cierras…”.
El quinto pensamiento de una cabeza congelada mientras espera que la ciencia avance es éste: “¡Qué guay, hoy es jueves! Hoy me raspan la escarcha”.
Sexto. “¡Jóder, con el hipo de las narices! Me estoy dando unas hostias en la coronilla con el techo del congelador que me estoy quedando tonta”.
Séptimo. “Me aburro. Voy a leer un rato eso que pone ahí…” ¿Pescanova?””.
Octavo. “Pues aquí estamos…”.
Noveno. “Voy a intentar comunicarme telepáticamente con Walt Disney:
–¿Walt…? ¿Walt…? (susurrando).
–¿Quéééé quiereeees…?
–¿Es verdad que ponías cosas fascistas subliminales en tus películas?
–Síííí…
–¿Por qué…?
–Me dio por ahíííí…
–Vale, no te molesto más.
–No, si no molestas…”.
Y el décimo: “Nene, cierra la puerta… Cierra, que me descongelo… Nene… cie… ci…c…”.
Extracto libro “No somos Nadie” de Pablo Motos.
6 comentarios:
Ana, mientras muchos se mueren de hambre, otros hacen millonarios negocios!, somos unos tontos como no se nos ocurrió comprar un par de frizer y a un módico precio le congelábamos a la gente la parte que quieran. Eso sí, si se corta la corriente eléctrica, no es culpa nuestra que se pudran. Me queda una duda puede haber gente tan tonta de pagar por algo que no te garantiza nada de nada.
Me encantó tu entrada, abrazo.
Lo mejor de las ideas (por muy tonta que sea) es llevarla a cabo, que prospere siempre es una sorpresa pero imagino que si te sobra el dinero y no tienes nada que perder hasta esta idea loca te parecería bien, jaja.
Y hay gente pá todo eso es lo mas curioso.
Me divirtió leer esto, que invención, ¿eh?
Un abrazo, pagada estoy con que te hayas divertido un poquito con esto.
;)
Me gusta muchísimo tu blog. Original, ameno, variado, interesante... ¡enhorabuena!
Muchas gracias por tu saludo y tu visita "Hablando de Jane"... a mí me encanta tu blog, Jane Austen es una de mis autoras favoritas.
Saludos
:D
Este Pablo... pero lo que asusta es que sea una noticia auténtica, que exista dicha empresa que se ofrece a congelar cuerpos, y que haya gente que, sin ninguna garantía de nada, pague. Pero tiene que haber gente pa´todo.
La verdad es que me he reído con las ocurrencias estas :)
Un beso
Una nota de humor...
¿Te imaginas que exista en serio un sitio así? Que pesadilla entrar y ver gente congelada con la mirada fija, fría, vacía, azul, arggg
:D
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