jueves, 7 de octubre de 2021

¿Adicta yo?

 



(...)Ásperamente sentía la pastilla bajando por el tobogán de mi garganta. En algún momento tendría que llegar al torrente sanguíneo, y en cuanto se desmembrara por mis venas, perdiendo su arenosa acidez, todo empezaría a estallar, y el lacerante dolor se esfumaría.

Inmediatamente llegarían las oleadas, igual que fuegos artificiales llenos de color y misticismo. Colores que recorrían mis pupilas como disparados hacía el universo. Puntitos brillantes de luz que viajaban hacia mí creciendo a medida que avanzaban, trazando líneas, formas, sombras, figuritas que estallaban, que flotaban quietas consumiéndose en silencio, como la pólvora y el fuego en un beso breve y caliente. Primero la luz, luego el sonido. Primero el espectáculo después el eco.

Sólo había algo que aún no sentía anestesiado, que aún presionaba mis sienes: el peso de una vida que era un desastre, el dolor de las malas decisiones, eso que yo sabía que no iba a ninguna parte, esa tristeza vaga de la frustración cuando se instala. Me dolía y no sólo el pie. Me dolía tanto que me eché a la boca un par (mucho más de la dosis recomendada), masticándolas, triturándolas, abusando del tratamiento.

Esa vez entré por un túnel que giraba lleno de pintura brillante y sicodélica. Iba flotando, y de mis pestañas, y de mis dedos, y de las puntas de mi pelo salían rayos que se perdían entre nubes de colores. Las estrellas se arracimaban a mis pies, para luego propulsarme al espacio sideral.

Sí, así me dejaba la medicación, fuera de órbita.

Extracto de una historia por entregas que dejé de compartir en mi blog hace algunos años, y que titulé (muy extrañamente) #Atención pregunta...




3 comentarios:

miquel zueras dijo...

Me ha impresionado tu relato. Yo estuve mucho tiempo enganchado a los somníferos y experimenté con alucinógenos de joven hasta que un día tuve eso que llaman "un mal viaje".
La adicción empieza pensando de que algo "allá afuera" puede llenar el vacío del interior.
Saludos!
Borgo.

Montse dijo...

Impresionante tu relato, Ana, no puedo imaginarme la vida inmersa en esa órbita de luces y brillos internos, lo que puede llevar ese tipo de pastillas o productos para hacer escapar de la realidad.
Un abrazo enorme, guapa.

Ana Bohemia dijo...

Hola Miquel, que bueno que mi relato te haya gustado. Vaya, que chungo lo del mal viaje, ahí es cuando las cosas empiezan a cambiar. Yo también creo que muchas adicciones comienzan y se salen de control por una necesidad de llenar una carencia que también es lo que hay que sanar.
Saludos
:)

Hola Montse, gracias por comentar, me alegra mucho que hayas disfrutado la lectura. Pues lo triste es que a veces esa vida de brillos internos compensa mas que una vida oscura, pero todos los excesos son malos, y hay que aceptar los momentos de luz y oscuridad cuidando siempre la salud.
Un abrazo enorme
:)

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