“La capacidad humana de fabricar
ilusiones y la loca voluntad de realizarlas”. (M.Vargas Llosa)
Compramos ilusiones al por mayor, no
sabemos quién se dedica a venderlas pero nosotros apostamos igual que jugamos a
la lotería, hay una fe ciega en que seremos los próximos afortunados, en que la
flecha de la fortuna hará diana en nuestro corazón. ¿Y por qué no? ¿Importa algo
que ese no sea un pensamiento racional y sensato? La ilusión mueve montañas, en
realidad no las mueve pero nos empuja a querer moverlas, así que nos creemos
capaces de la hazaña más loca sólo porque lo deseamos, nos lo merecemos, sólo
porque lo queremos.
Madame Bovary vivía de ilusiones, la ilusa
ilusión de vivir como vivían las protagonistas de otras historias con más
brillo. Por suerte para Emma Bovary a las ilusiones les pasa algo curioso,
tienen la capacidad de transmutarse, significa que cambian, se perfeccionan, se
adoptan, se convierten en otra ilusión que ha nacido de una ilusión, una
engendra a otra, por lo que a medida que vas cumpliendo unas otras van emergiendo
hasta que aparece el agotamiento por ese afán infinito de querer mas, de desear
mas, de aspirar a mas, siempre sin disfrutar de lo que ya se tiene, de lo que
ya se ha conseguido. Este estado de insatisfacción crónico producido por el
contraste entre ilusiones, aspiraciones y realidad (que irremediablemente suele
llevar a la frustración) se bautizó como “Bovarismo”. Gustave Flaubert
describió muy bien este aspecto del personaje principal en su obra (1856), una
mujer que no se veta a la pasión. Quizás por esto a madame Bovary siempre la ha
envuelto la polémica, etiquetada de mujer inmoral, adultera, casquivana y
caprichosa, frívola y egoísta que sólo piensa en sí misma. Sin embargo bajo esa
capa, escarbando un poco, podemos comprender la pugna entre el tedio y el ansia
de placer, la imperiosa necesidad de escapar, de sentirse un poco más viva, sin
importarle las consecuencias. Por ser mujer, por esa rebeldía individual, por
esa forma de vida libre, Emma es víctima de un entorno que penaliza su
emancipación y la castiga psicológicamente hasta llevarla al suicidio. Pero
Madame Bovary no es sólo victima de la religión, la sociedad, o las ideologías,
es víctima del romanticismo mal entendido, de las peligrosas pasiones, y
especialmente es víctima de sí misma, porque hay gente que vive de ilusiones… y
hay gente que muere.
Música: Hollow - Belle
Mt