30 de Mayo de 1988
He manita siento tene que responde tan ta de a tu ca ta, pero no que ía p eocupa te con mis cosas. He tenido un accidente, nada de cuidado, no te p eocupes. Pe o no puedo escribi ya que llevo el b azo al cabest illo. Con la mano izquierda apenas me apaño, po lo que sólo se me ha ocu ido desempolva con g an esfue zo la vieja maquina de escribi , aquella tan antigua que e a de la abuela. Pienso que si voy punteando las teclas aunque sólo sea con un dedo no me costa á tanto esponde a tus misivas, pues no quie o da luga a que pienses que me he mue to o que he desapa ecido, ¡nada más lejos! Es sólo que aún no sé baja unas simples escale as sin jode me un pa de huesos. El médico dice que necesita é un mes para ecupe a me, hasta entonces entiende que no volve é a esc ibi te mas ca tas, mo almente me siento incapaz… además, ya te hab ás dado cuenta de lo incomodo que es lee esta ca ta, debido a la let a que falta. Sí, no vayas a c ee que me he vuelto ta umba del golpe. Se t ata de la let a que va después de la q, debió cae se mucho tiempo at ás, en los tiempos en que la abuela fue sec eta ia. Saluda a papá y a mamá, y entiende mi falta de noticias.
Susy.
Pili, hermana de Rosy entendió muy bien la falta de noticias, sólo tuvo que rellenar a bolígrafo los huecos con una “erre”. Nunca hubiera creído que podía echar tanto de menos a su alocada hermana, quien hacía más de seis meses que faltaba de su hogar, pero ni mucho menos que podía añorar tanto la letra que faltaba de la carta. ¡Como de importante podía ser una simple letra!