Imagen de la semana…
Imagen de la semana pasada…
O es que mis semanas se repiten o es que siempre me pasa lo mismo (que todo puede ser), ¡bendita monotonía! (léase el tono irónico, claro) Pero si, en apenas nueve días el coche de mi hermana nos ha dejado tiraditas en la carretera (toda una experiencia nueva) no una sino dos veces (después de la segunda ya no era tan nueva… ni tan emocionante). Y como sé que no hay dos sin tres creo que por un tiempo me lo pensaré antes de subirme a su coche, no voy a tentar a la suerte otra vez. Más que nada porque ya estoy harta de autopistas, arcenes llenos de colillas, chalecos reflectantes, oxidados triángulos de señalización, caras de velocidad y graciosos (¡y toscos!) conductores de grúa. Bueno y también de rápidas carreras a gasolineras con las tripas gruñendo de hambre, esquivando el peligro de ser arrollada, mientras el calor te cuece el cerebro tanto que ni puedes pensar, para luego volver al punto de partida, con una garrafita bamboleante que empieza a perder líquido por algún lado. ¡Como a alguien se le ocurra lanzar una colilla encendida a este arcén...!, pensé, pero sabiéndome inflamable deseché rápidamente esa idea por el bien de mi salud mental. En mi cabeza ya veía un río de vivas llamas persiguiéndome.
Pruebas, inventos, nervios, coberturas, llamadas… ¡que no arranca! “¡Por dios, trata de arrancarlo, trata de arrancarlo! Y nada… ¡Puff! Esperas, direcciones, hambre, calor, hambre, calor, hambre, hambre, hambre… ¡SALVACIÓN! Una grúa muy graciosa nos lleva, a menos dos, por la autopista pa´arriba, ¡que suerte!, pronto este mareo sólo será un mal recuerdo…
… Podrás entonces imaginarte la cara que se nos quedó cuando, algunos días mas tarde, bromeando por el asunto de pasar por el mismo fatídico punto de la última vez, el coche empezó a ponerse tontito, tumbos, ruiditos y finalmente… ¡no!, ¡otra vez noooo! Y eso que sólo hacía tres días que había salido del taller. La segunda vez fue mucho peor, por lo menos para mí…al ir más ocupantes no había sitio dentro de la grúa. Así que me abandonaron sin piedad. Eso si tuvieron el detalle de dejarme cerquita de una parada de guagua, pero claro para llegar a ella tuve que ir sentada encima de mi flaquita hermana, ¡la pobre! Luego se vengó al dejarme allí sin mas, debió ser duro cargar conmigo ese medio minuto, o esos cien o dos cientos metros, distancia a la que estaba la parada. (Aquí está el tono irónico otra vez) ¡Pero porque siempre me tocará a mí cargar con la peor parte! No quiero pensar que sea mi sino...
Imagen de la semana pasada, pasada…
Pensaba que tejer relajaba, que era una terapia., quizás animada por eso… No es la primera vez que le doy a la aguja, pero, ¿relajante? ¿Qué ha cambiado desde la última vez? ¿He perdido mi paciencia o qué? Puede ser… Un hilo que se escapa, salvar aquel nudo, y encima que dolor en el dedo índice, y a pesar de todo eso, que enganche que llevo…
… ¡Si en mi casa ya me conocen por Anita la abuelita!, creerán que tejer es un invento de las viejas, lo que me lleva a pensar: ¿será verdad?, ay no, ¡me estoy haciendo vieja!
Previsión de mañana…
Fuertes vientos
Lluvia
A pesar del catarrazo siempre me ha gustado la lluvia, sentir sus pequeñas gotitas frías resbalando por mis mejillas, chapotear en los charcos como el mismísimo Gene Kelly en “Cantando baja la lluvia”… Mientras tarareo: I singing in the rain, yes, singing in the rain, taratá, nananá… Correr luego calle arriba, sujeta a un endeble paraguas que apenas consigue aguantar las embestidas del viento, con el suelo encharcado, empapando tus afelpadas cholas de andar por casa, el viento en los ojos, arrastrando diminutas y afiladas lascas de agua helada, ¡humm! una sensación indescriptible… Pero mejor no, que me sube la fiebre…
Creo que ya tengo plan para mañana…
Y si puedo evitarlo, a dios pongo por testigo, que nadie conseguirá sacarme de debajo de las mantas.