¿Qué haría hoy Don Quijote con
los molinos?
—Yo
era un guerrero de mis propias causas, que fueron casi todas, aunque
especialmente la de mi propia fantasía. Mi vida estuvo llena de aventuras y de
excesos, eso no te lo voy a negar, lo que ya entonces llamé, mis quijotadas.
Aquel
enjuto hombre observó con ojos distraídos el paisaje que tenía delante, una
llanura verde, viva, acariciada por brisas suaves, aunque plagada por
imponentes molinos aerogeneradores. La joven que estaba a su lado lo imitó,
hipnotizada por el letargo del girar de aquellas aspas.
Nieta
y abuelo tomaron asiento al pie de un montículo de rocas, maravillados por los
cambiantes colores del atardecer.
Guiñándole
un ojo a la adolescente, decidiendo que era oportuno confesarse, dijo:
—No
siempre hubo luz en esta cabeza…
Rascándose
la despejada sien, colocando los recuerdos a mano, Alonso le puso voz al relato
que estaba a punto de compartir.
“No, no siempre hubo luz, en
realidad hubo bastante niebla. Cuando se levantó todo esto, hace treinta años o
tal vez mas, yo era una especie de loco bohemio, vivía influenciado por la
música, la noche, mis nobles e imposibles causas… Eran otros tiempos y se
hablaba otro lenguaje, todo nos parecía mal, todo nos parecía bien, todo estaba
cambiando y no siempre para mejor. Formaba parte de muchos colectivos, nos
manifestábamos, protestábamos, hacíamos y deshacíamos huelgas. El día que nos
enteramos que pondrían aquí un parque eólico nos alzamos en armas, no
literalmente aunque faltó poco. Considerábamos un sacrilegio que nos plantaran
esos gigantes aquí. Ah. Veía monstruosas la envergadura de aquellas aspas, ¡iban
a desfigurar nuestra montaña! Odiaba la idea de que esos explotadores abrieran
zanjas, extendieran cableado, pisotearan el suelo con sus camiones, ¡queríamos
proteger a toda costa el entorno! No es que este paraje tuviera un gran valor
como hábitat natural, aquí no hay construcciones por lo que ni siquiera iban a
haber vecinos afectados, era una ladera bonita, nada más y nada menos, pero era
nuestra causa, en la que creíamos, la que nos parecía justa, había que luchar
con todas las consecuencias, no queríamos verla asaetada por mástiles y grúas,
debíamos hacer todo lo posible por boicotear el proyecto…
—Me
da miedo preguntar —le interrumpió la muchacha con ojos dulces.
—Y a
mí recordar —gimió—, pero te daré una pista, fui colérico, ¡y mucho!, si
estuviera aquí mi chusco amigo Sancho te lo diría riéndose.
—¿Había
motivo para reír?
—Siempre
lo hay, incluso aunque termines la lucha estampándote contra un muro de piedra…
o en este caso te caigan a ti encima.
Alonso
entornó los ojos ya invadidos por la luz dorada del ocaso. En sus retinas se
dibujaban las lejanas escenas de su fallida protesta; la inesperada lluvia, el
barro, los zapatos anegados, los camiones derribando la barrera de rocas que aquellos
cuatro hippies pudieron levantar a duras penas sólo para retrasar el avance de
la maquinaria, y luego la genial idea de usar esas mismas piedras como
proyectiles, armas arrojadizas que de forma inesperada se volvieron contra
ellos al rebotar en los gruesos neumáticos de goma.
El
golpe en la cabeza más que nublarle el juicio casi se lo devolvió.
—Bueno
no hace falta que te diga que pasó —se volvió hacía su nieta que le devolvía
una sonrisa muy abierta—, ya lo ves. Con el tiempo, ya menos cabreado, he comprendido
que me cejé en el impacto paisajístico, nunca me preocupé de indagar sobre el
servicio que prestarían esos molinos que ahí ves, que nunca fue tan malo como
el que yo pensaba, ¡es energía limpia, renovable!, no son gigantes tan horribles,
¿verdad?
Las
sombras terminaron de recortar las siluetas de los molinos de viento, que
batían con sus aspas pequeñas y deshilachadas nubes blancas. La brisa caracoleó
sobre la pareja sentada en la falda de la montaña, alborotando sus cabellos,
cosquilleando en sus mejillas cómo dándole la razón.
Me
enteré de que esta página: http://www.zendalibros.com/don-quijote-y-los-molinos/
organiza un concurso de relatos. Como el tema me gustó, me he atrevido a
participar, de alguna forma así veo yo a un Alonso Quijano de estos tiempos,
como un hombre con un pasado nebuloso, metido en mil líos y batallas, que ya
peina canas, pero que sigue poseyendo un espíritu justo y soñador.
#MolinosQuijote
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