Fifi
Bigotes Blancos era un gato gordinflón de color gris. Fue adquirido en la
tienda “Pelitos” cuando la señora Rosita se enamoró de ese angora turco que
parecía una perla de río, tan esférico, tan gris, con esos ojos de verde lima
encendido, y lo compró. En la tienda adquirió un collar que nunca le pudo
poner, una cama-cuna, comida, algunos juguetes con cascabeles y un cepillo de
púas que Fifi aprendió a odiar con todo su ser.
La
señora Rosita lo bañaba en la pila de fregar los platos, algo a lo que Fifi se
resistía con enérgica violencia, odiaba el olor de las tuberías, a repollo
pocho y desecho, y consideraba una ofensa a su porte y distinción ser lavado en
un lugar tan denigrante como un fregadero, por eso siempre intentaba escapar
por la ventana, pero cómo estaba tan gordo nunca podía irse muy lejos, pues no
pasaba por la ventana.
3 comentarios:
Jajajja pobre Fifi
Tu relato me ha traído entrañables recuerdos de cuando bañaba a mi gato Poe, no le hacía mucha gracia -los gatos y el agua...- lo dejé cuando creció y pesaba 10 kilos, era mucho gato para sostener bajo el agua.
¿Estás preparando alguna exposición?
Abrazos!
Borgo.
Hola Lopillas, jeje, tendrá que ponerse a dieTA.
Besotes
:)
Hola Miquel, ¿10 kilos?, era un señor don gato Poe, bonito nombre por cierto. Pues no, no etoy preparando ninguna expo, ojalá me llegara el talento, si lo dices por la ilustración las imagenes son de google, ojalá dibujase así de bien, lo mío es mas juntar letras.
Un abrazo
:)
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