Te fuiste por la mañana cuando
el sol brillaba pero ya no podía darme calor, desde entonces conservo un frío
extraño, ese frío intenso de la ausencia y el vacío. Te di un abrazo, sentí tu
respiración con la misma ternura de siempre sin asimilar que ya no te
acariciaría nunca más. Recibiste mi último beso en tu cabecita rizada, y con
tus ojitos de amor profundo me despediste con una expresión extraña, ¿pudiste
notar cómo me rompí por dentro en ese instante? Sí, igual que sabías que no estabas
bien. No volviste a casa, y yo sabía que no regresarías a mí, que no volvería a
tenerte entre mis brazos, que nunca
volveríamos a jugar juntos con tu pelota, ni a acostarme a tu lado, ni a
arroparte con tu mantita, ni a decirte eres un perro bueno, eres lo mejor de mi
vida, te quiero mi amor, mi bebé, mi Panchito.
Subiste al cielo en una nube
tan esponjosa como lo eras tú, y esa tarde te busqué en ellas, sólo para saber
que estabas en paz, que habías llegado bien al paraíso. Puede que los ojos me
engañaran, tan llorosos e irritados que estaban, pero creo que te vi, estabas
ahí, eras tú en la postura que ponías cuando llegábamos a casa de un paseo
largo y te sentabas en la alfombra. ¿Ya te sentías como en tu casa? Sé que no
estabas solo, ya te habías reunido con tus hermanos Brown y Homer. Entonces, por
un segundo, mi corazón volvió a funcionar con normalidad, sólo porque sabía que
estabas en buena compañía.
Hoy te escribo y te recuerdo
en esta carta que te leeré en voz alta porque tú me entendías, ¿verdad?, porque
me estás oyendo, ¿a que sí?
El amor más puro, el carriño
mas autentico, la amistad mas incondicional ha venido de ti, mi bolita peluda,
tú eres el amor, el amigo, el ser que nunca me falló y que nunca me hirió. Me
diste catorce años de felicidad plena, y llenaste mi vida de alegría… y mucho
pelo. Te quiero mi Pancho, mi gordito, mi bebé… eras mi bebé, mi niño mimado,
mi consentido, te lo decía cada día retorciendo tus rizos con un dedo y pasando
la mano por tu cabecita noble. ¡Cómo te pellizcaba, cómo una madre enamorada de
su criatura! Te quiero tanto. Llegaste para revolucionarlo todo con tu genio,
tu humor cascarrabias y tus trastadas. Nos enamoramos de ti, y tú de nosotros.
Nos hicimos familia. Al principio tenías a tus hermanitos peludos Buba y Homy,
pero al final sólo estabas tú, y para compensar el vacío que ellos dejaron al
subir al cielo, te convertiste en el rey de la casa y de nuestras vidas. Y ya
no estás.
Te añoro, te echo de menos, te
extraño, me siento muy rara sin ti, cómo pérdida y hueca, muy triste, muy sola.
No estás para iluminar la casa con tu luz interior, con las estrellas de tus
ojos, con todo el amor que desprendía tu presencia. Esas ganas de protegerte y
cuidarte crecen en mí pero ya no estás para recibirlo. Tu tiempo en el mundo a
mí me ha pasado como un suspiro, lo he
sentido como un ciclo muy corto de la vida, y aunque era tu tiempo de partir,
no quería que llegase ese momento, no estaba preparada, no lo estoy…
Dejarte ir fue el acto de amor
más grande. Decirte adiós para siempre nos ha roto el corazón, y estamos
desangrándonos poco a poco. Tenías la salud muy mal, tus pulmones, tu bazo, la
próstata, el corazón, confiar en tu recuperación era confiar en un milagro. Y
ese milagro no sucedió. No porque no lo merecieras sino porque tenías que ir a
reunirte con otros dos angelitos de cuatro patas.
¡Qué duro es esto! Que difícil
se me hace la idea de ya no verte, no tenerte más. Te llevas lo más bueno,
bonito e inocente que quedaba, y aunque te has ido al cielo a mí se me han
apagado las estrellas. Mis ojos están rojos, mi alma dolida, y mi corazón hecho
trizas. Me estoy hundiendo en mis lágrimas y todo se empaña. El sol saldrá,
calentará, pero hoy me parece que se ha perdido para siempre.
Fuiste el mejor perro, el
mejor amigo, tus lametazos, tus caricias y nuestras vivencias contigo, a tu
lado, son mi mejor legado, que atesoraré hasta que un día vaya a reunirme
contigo.
Siempre te querré mi peludito,
pórtate bien allá arriba.
7 comentarios:
Lo siento mucho Anita. El dolor se mitigará y podrás acudir poco a poco a los recuerdos con una sonrisa. Te dejo un abrazo fuerte.
¡Ay, Ana, lo siento mucho!
Sé lo que sientes, se les quiere mucho y dejan un inmenso vacío cuando nos dejan.
Tu texto es conmovedor.
Mil besos.
Nuestra pequeña bolita, tan tierno, tan bueno, tan gordito y con ese genio tan suyo. Qué vacío tan doloroso deja, que extraña la casa sin su presencia, y que duro este adiós, esta perdida. Él nos dio mucho amor durante 14 años y sé que seguirá dándonos mucho desde el cielo, desde esa nube esponjosa que tanto le gustaba contemplar.
Te quiero mucho.
Lo siento de verdad, Ana. Esa sensación de pérdida sólo pueden entenderla los que hemos vivido con animales y los hemos amado.
Piensa ahora en el cariño y los cuidados que le diste. Seguro que fue un perrito feliz.
Saludos.
Borgo.
Ana, amiga, me han emocionado tus palabras, tu gran homenaje a Pancho.
Yo también lo quería mucho, aunque no lo hubiese visto más que en fotos, y sin embargo, también siento su ausencia.
Compañera del alma, tus palabras están repletas de paz, amor y esperanza, y seguro que Panchi desde el cielo lo ha recibido como un regalo especial.
Un fuerte abrazo y un beso enorme...
Aquí estoy, llorando como una magdalena. Cuanto se les quiere. Yo tengo gatos. Es distinto pero es el mismo amor. Lo siento mucho. Cuanto dolor expresa tu escrito.
Gracias Lopillas, Montse, Raquel, Miquel, Carol y Amparo por vuestros comentarios y vuestro cariño, me he sentido muy arropada al leerlos.
Un gran abrazo para todos de corazón.
Publicar un comentario