Podrías
hacer que lloviera sobre mi cuerpo, podrías hacer que nevara en mi corazón, y
provocar un incendio en mis pulmones, podrías hacer de mis manos un desierto
con pozos profundos de arena, y de mi estomago dunas polvorientas, y de mi
pecho un oasis con palmeras, podrías construir un paisaje lunar en mi cabeza y
rellenar los cráteres con tu savia buena. Porque tú eres la lluvia, y el viento
que me moldea y el sol que me da calor. Haz que llueva frío, y luego amaina la
brisa con tus manos lisas. Dame el fuego del desierto y la inmortalidad de la
Luna. Espero todo eso, aquí como una flor silvestre plantada entre las rosas,
pobre rosa que se lamenta de sus espinas y de sus pétalos oxidados. Haz de mí
pradera y olivo, haz de mí una playa infinita blanca y cáustica por la sal,
enciéndeme como un volcán y luego apágame como una catarata que llega al mar. Compláceme,
deléitame, sóplame, reúne mis pétalos, sé mi tallo y mi tierra, arráigame,
arráigate, llueve, aliméntame, aliméntate. Te invoco, podrías hacer que
lloviera.
Música: Foy
Vance-Make it rain
6 comentarios:
Un poema en prosa espectacular, Ana, me ha gustado el juego metafórico que utilizas, las palabras hacen sentir esa lluvia en la piel.
Muchos besos!
Tu bello texto me ha hecho sentir nostalgia de la lluvia. Por aquí hace mucho que no llueve. Echo de menos ver como el horizonte se esconde, se difumina. Ver una tarde gris desde el interior de un café y ver las gotas resbalando por el cristal. Mi padre me decía que eran pececillos de agua.
Besos, Puri!
Borgo.
Me ha trasmitido muchas cosas, y además me ha evocado a la lluvia.
Precioso como siempre.
Besos.
Gracias Montse, fue una improvisación con música que me gustó mucho. Un beso
Gracias Miquel, pecesillos de agua, qué hipnóticos son. Aquí hemos tenido unos cuantos días d esos difuminados. Saludos.
Gracias Raquel por dejarte evocar. Besos
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