martes, 2 de febrero de 2016

Mi no entender you


“Los ingleses son muy raros”, eso era lo que pensaba Laura cada día al asomarse a la ventana de la habitación para sacudir las alfombras del hotel.
Era invierno, el febrero más frío que recordaba, pero tal cosa no parecía molestar a aquellos extranjeros, los mismos que sin miramientos se lanzaban en plancha sobre las gélidas aguas del Atlántico sólo para darse un remojón. Los mismos que iban isla adentro en chanclas con calcetines, esos que no sabían que el sol que más calienta es precisamente el sol de invierno, aquellos que pensaban que cualquier rincón inexplorado es una aventura a conquistar, y que ninguna distancia es larga en una isla pequeña. A Laura le hacía gracia ver sus mortecinas pieles blancas achicharradas por el sol, y al mismo tiempo le resultaba curioso lo organizado que lo tenían todo, siempre ajustados a un horario. ¡Tenían tiempo incluso para la hora del té!
Laura no sabía hablar inglés, de hecho nadie le había dicho que fuera necesario para aquel trabajo, al contrario, la dueña del hotel, que era tía lejana suya, no había mencionado que fuera imprescindible cuando le ofreció el empleo. «Sólo será ordenar las habitaciones, cambiar las camas, limpiar un poco, ¡ya sabes!, tenerlo todo a punto».
El hotel era muy pequeño, sólo veinte habitaciones que por otro lado nunca estaban ocupadas al completo. A veces se aburría porque a media mañana ya no tenía nada que hacer. Entonces buscaba otras tareas: jardinera, camarera, cocinera… Sólo había una excepción; nunca pisaba la recepción, era territorio exclusivo de su tía, además, tampoco habría sabido desenvolverse allí.
Llevaba ya seis meses y ahorraba cada céntimo porque quería viajar, ser ella la que llegara a un hotel con su mochila al hombro, ver mundo, vivir, perseguir horizontes… y que otro le hiciera la cama a ella.
Su tía estaba muy contenta con su ayuda y con su trabajo, tanto que se permitió no contratar a nadie nuevo en toda la temporada,  y cuando se acabó el verano sólo ella se quedó en su puesto. Laura era un 3X1, y eso en tiempo de vacas flacas… ¡vamos que la chica era una ganga!
A Laura le gustaba estar allí, trabajar allí, el único pero era que no entendía algunas costumbres de los ingleses. Tampoco se enteraba de nada de lo que le decían a veces, lo que era muy frustrante.
Aquella mañana había aparcado el carrito con la ropa a un lado del pasillo. Se encontraba doblando cuidadosamente unas toallas cuando un gigante rubio vestido con un escueto calzoncillo blanco la tomó por el brazo y tiró de ella con aspavientos. Por supuesto gritó y se negó pensando lo peor. Dejándose llevar por la imaginación, hasta se atrevió a tirarle toallas sucias a la cara, pidiendo ayuda, aullando un socorro desesperada porque la estaban atacando.
El gigante rubio la soltó, balbuciendo algunas cosas que no entendió,  sólo pillando algo, lo más elemental: “Sorry” y “Help”. Parecía muy avergonzado, con las mejillas encendidas (¿o eso era producto del sol?), además parecía mojado, calado de arriba abajo.
Sumida en un desacertado estupor, se limitó a observarle perpleja. La situación la había superado, empezó a sentirse idiota, como una pasmarote, paralizada por ese susto que todavía la mantenía en vilo.
El inglés repitió un “Help” que sonó suplicante, señalando con un tembloroso dedo al final del pasillo, a la puerta abierta de una habitación.
“¿Ayuda, ayuda?”, repitió ella como un loro y corrió tras él, al comprender que era el inglés quien sí que tenía motivos para pedir socorro.
Había un follón enorme en el cuarto de baño. Otro rubio enorme trataba de contener la inundación, la ducha se había roto, había agua por todas partes, un chorro a presión lo salpicaba todo. Laura tuvo un momento para dudar, un segundo en el que se vio superada por las dimensiones de semejante lío.  Entonces resbaló, por suerte el inglés estaba allí para ayudarla, para que no perdiera el equilibrio, aferrándose con sus grandes dedos a su cintura. Fue entonces cuando recordó donde estaba la llave de paso. Sólo tuvo que cerrarla y todo cesó.
Los dos ingleses asintieron y hablaron muy deprisa. “Thanks” un palabra que repitieron un montón. Laura se sentía intimidada y se limitó a decir que todo estaba bien. ¿Lo estaba? El corazón le palpitaba desbocado.
Aquellos ojos azules la estudiaban con simpatía, pero ella sólo quería que el mundo se abriera y la tragara. No tardó en huir, evitando patinar en el piso mojado. En seguida salió con dificultad en busca del cubo y la fregona, tendría que limpiar todo aquello y luego llamar al fontanero. Cuando regresó atribulada a la habitación percibió los billetes de propina que había sobre la mesilla, y que el gigante rubio ya se había puesto algo de ropa encima. La esperaba para decirle algo.
Ella no comprendió nada y sólo le salió decir: “Mi no entender you”, asintiendo como una geisha enloquecida.  El inglés sonrió, gesticulando, uniendo después sus palmas como si rezara, para seguir repitiéndole lo mismo: “sorry, sorry”.
-¡Ah!, ya…
Laura había entendido que se estaba disculpando.
Al levantar la vista vio que el rubio seguía poniendo caras. La señaló, y luego sus labios se curvaron hacía abajo.  Laura supuso que era una imitación de la cara que ella misma habría puesto minutos antes… ¡y muy buena! ¿Mofa?, ¿recochineo?, ¿por qué siempre era tan negativa con la gente descocida? El inglés al ver que ella no pillaba adonde quería ir a parar, vocalizó un no, un no que quería decir que no había querido asustarla. Laura sonrió cohibida y levantando el palo de la fregona le indicó que tenía trabajo. Y tenía, le esperaba un buen tute sacando agua y secando el suelo.

No volvió a ver al inglés hasta dos días después. Lo había esquivado pretendidamente porque, aunque no quería admitirlo, aún se moría de la vergüenza. Y todo esto me pasa por no chapurrear ni dos palabras del inglés, pensó, decidida a aprender sin falta. Aunque, por como lo miraba aquel rubio imponente eso no parecía necesario, como si él estuviese dispuesto a entenderse con ella de la manera que hiciera falta.


Música: Tokio Hotel-By your side

11 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola, Bohemia:
Un relato divertido. ¡Pobre Laura! Tan tímida ella. ¡Quién sabe si hubiese devuelto la sonrisa al chaparrón lo que hubiese sucedido!!!
Pero es que me cae bien la chica como es.
Tus personajes son tan reales que parece que una los va a encontrar a volver la esquina.
Una canción preciosa.
Abrazos.

roberto dijo...

Hola Ana. Gente rara los ingleses, no son simpáticos a mi pobre entender, más bien tienen caras de amargados. El relato muy agradable no puedo negar que me dejó un poco asombrado tus personajes.
Un cariño grande y un abrazo amiga.

Montse dijo...

Tu relato es ameno, divertido y también nos manda mensajes a través de sus personajes, tan reales y naturales.
Anima a aprender inglés para entenderse ¿o tal vez no? tal vez es mejor tu final ¡me ha gustado mucho ese final! y me los imagino a los dos, el rubio inglés con Laura besándose y abrazándose en ese lenguaje universal que es el amor ;)
Muchos besitos.

lopillas dijo...

Y que cada uno le ponga su final! Me encantó. Tus relatos me enganchan, ya te lo he dicho?
Hablando del tema: el otro día en una cafetería un camarero atendiendo a una pareja inglesa sin tener pajolera idea de inglés. Dice expresso? o cortado? y hace así con los dos dedos índices como cortándose. Casi me meo. :D
Besitos bohemia!!

miquel zueras dijo...

Yo fui a vivir un verano en Londres con nivel básico de inglés pero no me entendían a causa de mi acento, cosa que también me pasaba con los franceses. Recuerdo que un día vi a Ray Liotta saliendo de un local del Soho y le dije: "Good Fellas!" ("Uno de los nuestros", título original) Creo que me entendió porque me sonrió antes de entrar en un coche.
Saludos!
Borgo.

Ana Bohemia dijo...

Hola Nicole-Carol, jaja, la chica es un poco tímida, es verdad, un poco cortada, como el choped, y bueno te diré que el relato no era relato, era la introducción a una historia que no continué, pero la rescaté para el blog, a pesar de que tiene sus añitos ya. De todas formas me alegra que te haya entretenido un poco la lectura.
Besotes
:D

Hola Roberto, pues mis encuentros con ingleses (pocos) han sido simpáticos, pero de todo hay, claro, eso sí, son muy rígidos con sus horarios, y tienen la mala costumbre de olvidar el protector solar.
Gracias por leerme. Un abrazo grande.
:D

Hola Montse, pues hay que aprender inglés, porque es una herramienta súper útil, aunque como bien dices el amor es otro lenguaje y mas llevadero de aprender, ¿no?, jaja.
Gracias por leer mis relatillos y por divertirte con ellos.
Besos
:D

Hola Lopillas, algunos camareros tienen un salero para hacerse entender que para qué. Por otro lado yo creo que algunos ingleses están demasiado acostumbrados a que siempre les hablen en su idioma, ellos también podrían esforzarse un poco, ¿verdad?
Gracias por engancharte a estas historietas.
Un besote
:D

Hola Miquel, pues me has hecho recordar que mi profesor de inglés del instituto me decía eso, que yo "canarizaba" las palabras, cosa que no pretendía, me salía porque sí, jaja, el truco para hablar bien era exagerar mucho las palabras, jelouuu, no fallaba. Jaja, me imagino la sonrisilla que pondría el Liotta. A propósito hay que ver lo rápido que hablan los ingleses...
Gracias por leerme
Saludos
:D

Nieves dijo...

Muy simpático tu relato Ana, me ha gustado mucho y quiero pensar que la historia tuvo un final feliz, porque en el idioma universal del amor sobran las palabras y Laura me ha caido muy bien y creo que no todo iba a ser trabajo en su vida jejeje.

Nieves dijo...

Muy simpático tu relato Ana, me ha gustado mucho y quiero pensar que la historia tuvo un final feliz, porque en el idioma universal del amor sobran las palabras y Laura me ha caido muy bien y creo que no todo iba a ser trabajo en su vida jejeje.

Ana Bohemia dijo...

Gracias Nieves por leer mi relato, porque la prota te haya caído bien y porque la historia te haya parecido simpática.
Saludos
:)

Unknown dijo...

He llegado por casualidad a tu blog buscando citas de la pelicula de Mouline Rouge (lo cual me ha llevado a leer tu post de celebración del primer aniversario) y como yo tambien me considero un bohemio y ya me he leido unos cuantos de tus posts, me quedaré por aquí pendiente de lo que escribas, que bien merece la pena ^^

Ana Bohemia dijo...

Pues bienvenido nuevo bohemio, gracias Eduardo Porcel Almendral por leerme, por asomarte a este mundo de colores, flores y música, un placer, vuelve cuando quieras.
Saludos
;)

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