sábado, 4 de febrero de 2012

Erase una vez un hombre a un iPhone pegado


Inspirado en hechos reales…

Le hincó el diente, desde entonces llevó la manzana de la tentación cada día en su bolsillo… pero en forma de teléfono.

La primera vez que lo vio fue a través del escaparate de la tienda de telefonía. Fue un flechazo. Cada tarde se acercaba hasta allí para observarlo, podía estar horas y horas, babeando, soñando con el día en que pudiera hacerse con uno… mientras tanto ahorraba y trabajaba.
No tuvo que esperar demasiado, por suerte tampoco tuvo que gastarse nada, gracias a una promoción consiguió su soñado iPhone totalmente gratis. Ese fue un día de fiesta. La alegría de recogerlo en la tienda, el rápido trayecto de vuelta a casa, la expectación de sacarlo de la caja, las horas muertas intentando aprender cómo funcionaba…

Hasta entonces había sido una persona normal, hablaba lo justo, comía a sus horas, se levantaba para trabajar, se relacionaba con sus amigos y su familia, y se sentía saludable. Luego todo cambió… y no fue para mejor.

Su mujer empezó a sentirse abandonada. Su marido usaba el teléfono a todas horas: en casa, en el trabajo, en sus descansos, a la hora de la comida, en el desayuno, no se duchaba con él porque sabía que se estropearía, que si no…
Dedicaba todo su tiempo libre a manejar el móvil, a navegar sin parar, durante minutos y minutos. Ya destinaba más tiempo a teclear en su móvil y a comunicarse con desconocidos que a salir con ella. A veces ella le sorprendía de madrugada, a oscuras, mirando algo, configurando la hora del despertador, absorto en la luminosa pantalla…
Era su pequeña "ventana abierta al mundo", decía, y sabía, porque así lo sentía que ya no podría prescindir de aquel invento, se sentiría perdido.

En el fondo era comprensible: lo usaba para todo, como despertador, como reloj, como televisor, como radio, como ordenador, como bloc de notas… ¡tenía tantos encantos! Perderlo sería una tragedia, contenía tal cantidad de información personal que se había convertido en una especie de extensión de su mente y de su vida social. De algún modo, era como si el iPhone hubiera capturado una parte de su identidad.

Cierto día él mismo se dio cuenta de que tenía un problema cuando su mujer le pidió que dejara el iPhone un segundo sobre la mesa mientras ella terminaba de hacerle el nudo de la corbata. Con dedos temblorosos lo soltó sólo un segundo, pero fue una sensación horrible, no podía dejar de temblar y de mirarlo de reojo por si pudiera sonar. La cosa fue a peor cuando aquella mañana lo dejó olvidado en la mesilla. Por suerte se dio cuenta en el ascensor, y casi le dió algo porque tuvo que bajar y luego subir, y el renqueante ascensor tardó una eternidad… Sólo fueron un par de minutos, pero la ansiedad lo invadió, las palpitaciones lo ahogaron insufriblemente hasta el punto de que se sintió sin respiración. Sudoroso, febril, enfermo, casi pisó la cabeza de la anciana del cuarto b para salir del habitáculo. Su esposa que había sido testigo de aquella extraña conducta tuvo que excusarle diciendo que padecía de telefonitis aguda y que debía disculparle. Aquello no le granjeó simpatías entre los vecinos, que ya especulaban sobre posibles adicciones y malas vidas.
¿Era cierto?, ¿eso es lo que era?, ¿un adicto? No era normal que el quedarse sin cobertura o sin batería le produjera aquel estado de ansiedad. Sí, se sentía enfermo… Un enfermo que creía “obligatorio” usar aquel aparato cada segundo de su vida.

Tenía más amigos que nunca, el problema, aunque él no lo veía así, es que tenía que agradar a todos al mismo tiempo, imposible, a no ser ¡claro! que se injertara tres cabezas con sus tres bocas más dos de repuesto y otros seis brazos mas, para poder teclear a la velocidad de la luz y dar abasto a todas las peticiones de amistad y a todas las conversaciones que se abrían al minuto, sin dejar de atender ni una sola llamada, ni un solo mensajito…

Ya no era la misma persona, aunque se resistía a reconocerlo. Había perdido la paciencia, la capacidad para hablar con las personas y mirarlas a los ojos, la capacidad de escucharlas atentamente y mantener una conversación de tú a tú… porque desde que se compró aquel teléfono tan moderno ya no hablaba de tú a tú, ¡no!, hablaba de tres a tres o a mas, con cualquiera, uno que estaba al otro lado de la esquina u otra que vivía en el quinto pino.

Solía gruñir cuando alguien le hablaba, un gruñido que quería decir que sí o que no, o que no le importaba lo que le estuvieran diciendo, o que no le distrajesen. Y aquello fue la gota que colmó el vaso.

Aquella fue la tarde en la que volvió a ser un hombre soltero… Ella acabó marchándose, lo abandonó, después de todo tampoco era mucho pedir que fuese a hacer la compra, él ni siquiera se dio cuenta de su ausencia hasta dos días después, cuando se percató de que se había acabado el brick de leche y nadie había ido a comprar.
Tristemente había dejado de oír a los que tenía alrededor.


8 comentarios:

YakFace dijo...

Hola, no sé si ya me había pasado a comentar por tu bitácora, pero reconozco que siempre leo todas las entradas desde que, gracias a Aarón, descubrí la página.

Precisamente esta nueva entrada sobre los Iphone, Blackberry y similares me llega al alma, justamente estos días he colgado en mi muro de facebook un vídeo de Seinfeld que bromea sobre el tema: http://www.youtube.com/watch?v=6E8fw00WmYg&feature=youtu.be

Ánimo y sigue escribiendo tan bien, sobre todo me encanta la forma que tienes de encajar textos e imágenes en un todo con personalidad propia, es casi como un "collage".

Prometeo dijo...

Un poco exagerado ¡No? pero hay tanto por esas calles y casa que hasta podria ser verdad...ya veo centro de desintoxicaxion de ipod...cursos para dejarlos y abandonarlos...etc....un placer leerte. Un abarzo.

Anónimo dijo...

Qué bueno, Ana.
Me ha gustado por cómo va descubriendo su adicción a través del relato al móvil.
Está muy bien planteado y mejor escrito, y es que ¡es cierto en algunos casos!
Me encantan tus historias.
Besos.

Ana Bohemia dijo...

Hola YakFace, muchas gracias por seguir mi bitácora, por leerme, me siento muy halagada de que te guste lo que hago aquí y lo que escribo.
Jaja, no conocía ese video de Seinfield, la verdad es que me he sentido identificada con él, muchas veces he soportado la bajada de cabeza lenta (sienta muy mal, jaja) y tiene razón en la parte final, no puedes colgar el iphone enfadado, no es lo mismo deslizar un dedito, jaja, se pierda la fuerza teatral de colgar un telefono.
Gracias por los ánimos, la verdad es que me divierte editar fotos a mi estilo y aportarle un poco de mi toque.
Encantada de conocerte, vuelve cuando quieras por aquí...
Saludos
;)

Hola Prometeo, ¿de verdad te parece exagerado? Me he quedado corta, jaja, la verdad es que no sé si conoces a las viudas del iphone, pero hay muchas personas que se sienten abandonadas por sus parejas porque estas prestan mas atención a sus telefonos. Es duro competir con un chacharro de esos, tiene el poder de robar toda la atención y de volver sordas a las personas, las ves como alienadas, han caido en las garras de su telefono...
Un abrazo
:)

Hola Nicole. Muchas gracias, me encanta que te encante... Tus palabras siempre me animan, jeje. Hay historias que se escriben solas, como en este caso, sólo tuve que observar a cierta persona...
Besos
:D

Raquel dijo...

Me suena un poco esta historia, conozco a unos cuantos adictos a los Iphone :) Me parece que hasta conozco a la persona que te ha isnpirado este magnifico relato...
El video es buenisimo, la verdad es que imposible no reirse.
Un beso grande :)

MEN dijo...

Divertido lo que nos has contado, solo espero que nadie este tan enganchado a uno de esos aparatos que deje pasar lo mejor de la vida y las personas. El video me hizo reir. Genial entrado. Un bessito

YakFace dijo...

La verdad es que estar acompañado de una persona que está más interesada en su teléfono que en ti, pues imagino que debe ser bastante difícil de llevar. Pero supongo que eso pasa cuando la gente se obsesiona con cualquier cosa, no sólo móviles, sino fútbol, televisión, y un largo etcétera de vicios que nos encargamos de cultivar adecuadamente para olvidarnos del mundo que nos rodea. Una lastima :(

Al final, o eso espero, me gusta pensar que todo el mundo abre los ojos y "levanta" la cabeza ;)

Lo dicho, me ha encantado la entrada y descuida que siempre vuelvo por aquí. Me gusta cómo cuentas las cosas de una manera divertida y encima nos haces reflexionar.

Ana Bohemia dijo...

Hola Raque. Apuesto a que le conoces, y muy bien, jaja. Victimas unidas de la bajada lenta de cabeza, ¡unamonos!
;)
Con ese video siempre me echo a reir.
Besos
:D

Hola Men. Eso deseo yo también, sería muy radical, pero cosas mas raras se han visto y algo me dice que muy alejada de la realidad no estoy.
Gracias por tus palabras.Un besito
;)

Hola YakFace. Pues ahí le has dado, vicios que nos encargamos de cultivar para olvidarnos del mundo. Una manera de escaparse de algunas cosas.
Es triste que hables con alguien muy de vez en cuando y ni siquiera pueda levantar la vista del iphone dos segundos, debe ser estresante intenatr estar en todo a la vez.
Yo creo que está haciendo falta que se abran los ojos y se levante la cabeza, de otra manera nunca sabrás lo interesante e importante que sucede a tu alrededor.
Grcias por comentar y por tus palabras
Saludos
;)

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