domingo, 27 de abril de 2014

Varick




El príncipe Varick no sabía lo que era tener amigos, todos los que le rodeaban eran sus siervos, simples piezas a su servicio, pero nada más. Así había sido siempre: nada de simpatías, nada de apegos, nada de debilidades. La debilidad era sólo para los pobres o los enfermos. Según su poderoso abuelo esa era la máxima de los triunfadores. Su victoriosa extirpe lo obligaba a comportarse como un villano, a serlo, ser alguien inflexible, sin sentimientos, sin remordimientos, una maquina preparada para aniquilar, para ganar. Le gustaba, no conocía otra forma de ser. Era sólo que a veces se sentía solo. Los que no eran siervos eran enemigos. Enemigos suyos, de su patria y de su tierra. Gente mezquina a la que había que destruir. Lo hacía con gusto, era su misión y sabía como cumplirla con eficiencia. Tanta perfección le había costado su infancia, su inocencia. Alguien sin emociones es incapaz de sentir remordimiento, culpa o dolor, así que pronto el príncipe Varick se convirtió en el hombre mas temido de cuantos territorios conquistados o sin conquistar hubiera sobre la faz de la tierra. El mundo era suyo y sus gentes… pero seguía estando solo. Todo el mundo le odiaba, le temía. No era para menos, su capacidad para ordenar cortar cabezas era de sobra conocida.
«Huyen a mi paso, tiemblan y lloran, gritan de horror, saben quien soy, saben de lo que sería capaz si me ofenden o me llevan la contraria, soy poderoso, soy fuerte, puedo vencerlos a todos. “La victoria es por naturaleza insolente y arrogante”. Yo soy insolente, arrogante, valiente. Me respetan y me temen, pero no me entienden, no me conocen».
–Haga algo noble –le recomendó Wadûd el hombre de confianza de su padre e instructor suyo en el arte de la lucha, un hombre ilustrado que había acabado siendo un pobre esclavo del imperio–: Estudie, póngase en manos de los mejores maestros, instrúyase sobre política, artes, elocuencia, ¡ganará en sensibilidad!, podrá recitar los mejores poemas homéricos, lea con avidez, cuando lo haga verá el mundo como un lugar mejor, más digno y más bonito. Su padre lo ha preparado para reinar, le ha otorgado una experiencia militar pero se ha olvidado de instruir su mente, su intelecto, quizás así…
Dejó la cuestión en el aire. Quizás así se convierta en un ser humano de verdad, pensó, pero apreciaba el hecho de tener la cabeza sobre los hombros así que calló.
Varick pensó que podría hacerlo, así que buscó tutores en los mejores rincones del planeta. Tenía diecisiete años y la corpulencia de un hombre de treinta, pero su cabeza… su cabeza no servía para recitar, memorizar o aprender. Jamás sería un erudito. Frustrado el intento por refinarse siguió siendo Varick el áspero, Varick el terrible. Y el mundo perdió a un par de sus mejores filósofos y pensadores, quienes pagaron la ineptitud de su amo.
Era de esperar que un hombre de su calaña tuviera numerosos enemigos. A sus pocos años ya había sobrevivido a varios intentos de asesinato: flechas, venenos, asaltos, sigilosas bestias rastreras entre las capas de su lecho. Nada había podido acabar con él. Era invencible. Llevaba en su cuerpo la eterna señal de sus exitosas campañas. Cicatrices cruzaban sus brazos, huellas de viejas suturas adornaban sus musculosas piernas. Era un hombre afortunado, siempre lo había sido, desde el día de su nacimiento. Una historia que su madre, con frecuencia, relataba gustosa.
«Sobre el lecho en donde te traje al mundo con grandes esfuerzos se vio una araña ascendiendo en su hilo, signo inequívoco de fortuna y un buen augurio para las parturientas quienes concedieron que serías muy afortunado. Además, tu nacimiento coincidió con el triunfo de nuestro ejército sobre los Menohis con quienes llevábamos más de veinte años de dura contienda. Apenas unos minutos después de que llegaras al mundo los animales se volvieron locos, los lobos con su lamento aullaron a un cielo de estrellas lagrimeantes, las estrellas caían del cielo. Aquellas señales, consideradas increíbles augurios de un destino venturoso, nos hicieron creer que tú serías especial, y no nos equivocamos. Tú llevaras la gloria a nuestro imperio y estoy segura de que tu nombre nunca morirá en el olvido».
Si, concedió Varick, no puedo olvidar mi misión, mi destino. Seguiré luchando, seguiré extendiendo a mis legiones sobre la tierra y mi herencia será infinita. Después de todo  para esto es para lo que he nacido.

Crudos inviernos trascurrieron, asfixiantes veranos se sucedieron, estaciones que se mezclaban unas con otras alargaron la partida de Varick. Y durante cuatro largos años su empeño fue el siguiente: matar, devastar, aterrorizar, amedrentar.
Nuevas naciones, nuevos gobiernos, fusionar culturas, fijar alianzas, robar tesoros, cobrar erarios, dilapidar fortunas, aterrar a doncellas, intimidar a caballeros, pelear y ganar. Su vida era simple, no necesitaba nada más… pero seguía sintiéndose solo. Nada le calmaba, nada le saciaba; ¡ni el vino, ni el fuego, ni cabalgar a caballo! Las grandes bacanales eran orgías vacías, repletas de lujo y derroche. Los besos de las mujeres no eran sinceros, tampoco sus interesados afectos. Y Varick las despreció a todas, incapaz de decidirse a tomar una esposa.
–Por mucho que un hombre luche, por muchas riquezas que acumule, no puede estar solo para siempre, con alguien ha de compartir su vida –de esta manera habló un capitán de su guardia, animado por el acuciante efecto del vino–.  La gente murmura. Sin herederos, sin sucesores, ¿qué les esperará cuando sea emperador? Daría lo mismo que fuera usted quien ocupase el trono o que fuese una piedra quien lo hiciese…
– ¿Una piedra? ¡Tendría que cortarlos a todos por la mitad y colgarlos de las estacas más puntiagudas! ¿Una piedra? ¡Que un mal rayo les parta!
Los que le rodeaban sentados a su mesa se alarmaron al verlo tan enfurecido y temieron por el deslenguado capitán, perdido entre desvaríos:
–Elija una bonita ciudad de su vasto imperio y allí mande construir un digno palacio, en el establézcase, retírese de la vida militar, dedíquese a buscar la felicidad.
Con ojos turbios a causa de la borrachera, el capitán hablaba como si lo hiciera con un viejo amigo y confidente, aunque por supuesto no era así:
–De ser usted yo lo haría, no lo dudaría –abrazando con cariño al odre vacío su arenga se hizo todavía mas abrupta, mas excitada y hueca–. ¡Daría todo cuanto poseo por regresar a mi hogar! Aquel hogar en donde está mi vida, mi familia, mis hijos… Regresaría al campo, vería prosperar los cultivos, sé que no hay nada mejor, de ser usted…
            – ¡Se compara con el hijo de un rey! –bramó uno de los generales de Varick ofendido por tal atrevimiento– Que atrevido rufián…
Había desenvainado la espada, amenazante y dispuesto a cumplir con su deber, el deber de escarmentar a aquel imprudente por su imprudencia, pero Varick detuvo su mano y sus propósitos. Fue el primer acto de piedad y compasión que vieran sus hombres, el primero en toda su vida.
No podía revelar el por que pero no quería matar a aquel sujeto, ni cortarle la lengua, ni dejarle sin cabeza. Y había una razón: era la primera persona que le hablaba así, directamente, con cercanía, con sinceridad. La primera persona que no tartamudeaba o acataba una orden directa, sino que hablaba con libertad, desde el corazón, aunque fuera animado por los etílicos vapores de la bebida.
Aquel consejo le llegó al corazón, ese en donde creía que albergaba una piedra.
Se sorprendió pero decidió que eso era lo que necesitaba. Un hogar, un lugar para vivir, lejos de las obligaciones, lejos de los deberes y de los pesos de su estirpe.
Cabalgó durante dos semanas, viviendo de la naturaleza, bebiendo de los arroyos, cazando lo que encontraba, guiándose por el sol o las estrellas. Y una mañana tras un amanecer especialmente hermoso dio con un sitio. Las vibrantes montañas resplandecían luminosas, azules y lejanas, moteadas de fría nieve. Los valles verdes rebosaban plenitud, los campos vida, frutos, vid. La ciudad que halló en aquel lugar parecía placida, dormida a la sombra de altos árboles. Le agradó el clima, el frescor y las vistas.
Aquí me estableceré, decidió, me olvidaré de la sangre y la batalla, de su fantasmagórico recuerdo, de sus ruinas, de su silencio y su fragor, de la irrealidad inquietante de la guerra, de los deformados rostros y los maltrechos cuerpos, de su acre olor.
No necesitó de nadie, ni emisarios, ni sirvientes, ni los mejores constructores de palacios, ¡no iba a vivir en un palacio! Había decidido probar un tipo de vida diferente, después de todo pensó que eso es lo que haría un hombre sabio; compararía y decidiría, entonces concedería si aquel borracho capitán tenía razón. Si era aquella vida la que merecía la pena ser vivida.
Durante días hundió las manos en la tierra y extrajo piedras y raíces. Aquel trabajo le entretuvo, fortaleciendo su cuerpo aún más. De sol a sol taló árboles y los lijó, la constancia fue algo gratificante. Poco a poco fue levantando su refugio. Un hogar pequeño pero habitable en donde guarecerse de las tormentas y del duro sol.
Terminada su cabaña se sintió pletórico, realizado.
Ahora debo plantar algo, decidió, pero él no conocía nada sobre las plantas y no supo por donde empezar. Intentó buscar una nueva distracción, así que durante semanas trabajó la madera equipándose de todo cuanto pensaba que podía necesitar, cucharas, puertas, una mesa, unas cuantas sillas… ¿pero quien se sentaría en ellas?, maduró desconcertado.
Nadie porque estaba solo. 
Estaba acostumbrado a la soledad, siempre se había sentido solo a pesar de vivir rodeado de gente, pero el no ver a un alma en días le acongojó. Era extraño que profesara aquel abatimiento, nunca lo había sentido antes. Y empezó a tener sueños, pesadillas, inquietudes. Soñó con su abuelo, con su fuerte y dura voz, esa acerada voz recordándole lo de la debilidad. ¿Acaso él era débil? Y si era fuerte, ¿por qué demonios había escapado?
No le gustó aquel sueño y decidió regresar. Un príncipe no podía vivir como un mendigo, el hijo de un rey no podía olvidarse de su reino. Su ausencia de semanas había alarmado al rey, pero no sólo a él. Se decía que lo habían abatido, que le habían obligado a someterse, que estaba prisionero, que el territorio se quedaba sin heredero, que había muerto. Se decía que estaba vivo, pero que había desertado, que había traicionado a su padre, que se había vendido y cosas por el estilo. Se decía que ya no era el guerrero de antaño, capaz de dominar naciones, de esclavizar a pueblos, de tiranizar al mundo.

Varik contempló el horizonte. Ni siquiera cerró la puerta de su cabaña al dejarla atrás. Crispó los puños y con impulso subió a lomos de su caballo. Tenía los puños cerrados y el corazón encogido de comprender que había una guerra contra la que siempre perdía: el reclamo del deber, el ardor de la batalla, la llamada de la sangre. 


Música: E.S.Posthumus-Selisona Pi
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miércoles, 23 de abril de 2014

Flanagan

Nuestro protagonista es Juan Anguera, alias Flanagan, Johny Flanagan, un adolescente que ha montado una agencia de detectives en el almacén del bar de sus padres.
Vive en un barrio periférico de Barcelona, depauperado y algo peligroso. Según Flanagan sus padres tienen más vocación de camareros que de padres y eso le deja bastante libertad de movimientos. Su hermana Pili, que asume voluntariamente el papel de secretaria de la agencia, le ayuda en sus investigaciones.
Anguera tiene tendencia a enamoriscarse de las chicas que se cruzan en su camino: Clara Longo, Carmen, Nines...
Su mejor amigo es Ramón Trallero, alias Charche, Charcheneguer.
Con el pelo revuelto, se viste habitualmente con chándal y lleva zapatillas baratas (sus amigos suelen decir que más que vestirse, se tapa). A medida que crece se va refinando un poco y hasta se peina.
Empezó realizando pequeñas investigaciones para conseguir algo de pasta con que pagarse los caprichos que sus padres no le podían dar. Ahora, armado con un magnetófono, una cámara de fotos y con un Magnum (bueno, en realidad es un gran tirachinas metálico), elabora dossiers sobre las chicas y chicos más deseados del colegio y resuelve los casos que le encargan sus amigos y compañeros, desde encontrar perros desaparecidos hasta investigar hermanos problemáticos, pasando por recuperar bebés robados. A veces colabora con la policía o detectives privados para resolver casos de mayor envergadura.



Su primera aventura se desarrolla en el año 1986, Flanagan tiene 13 años y estudia 8º de EGB. Punkies y heavies, tecnos y breaks se reparten el barrio. Litronas, jeringuillas y navajas decoran el paisaje de fondo. Tocadiscos, cassetes y walkmans emiten la música de Hombres G y Billy Ocean.
En 2006 han pasado 20 años, pero Flanagan sólo ha crecido cinco, ahora tiene cámara digital, prismáticos de visión nocturna, móvil, ordenador e internet. La música de Lenny Kravitz suena en los equipos estéreo de los amigos pijos de Nines.

LOS AUTORES:

Andreu Martín (1949) comenzó a escribir guiones de tebeos desde muy joven, continuando esta labor en las editoriales Bruguera y Grijalbo tras licenciarse en Psicología en 1971. A lo largo de su carrera, además de guiones para tebeos, ha escrito teatro, guiones de televisión y cine, ha trabajado como director cinematográfico y ha colaborado en numerosos periódicos y revistas como por ejemplo Destino, Cambio 16 y El Jueves entre otras. Es bien conocido por su personaje Flanagan, en sus publicaciones de novelas policiacas juveniles escritas en colaboración con Jaime Ribera.
Es autor de novelas policiacas para jóvenes y adultos.
En 2001 obtuvo el premio La sonrisa vertical con Espera, ponte así y en 2002 fue el ganador del XXXIV Premio Ateneo de Sevilla por su novela Bellísimas personas.
Jaume Ribera (1953) Escritor y guionista comenzó su carrera realizando cómics para Bruguera. Tras realizar multitud de colaboraciones en revistas y tebeos, comenzó a trabajar con Andreu Martín en la serie de novelas juveniles protagonizadas por el detective Flanagan
Ribera ha ganado premios como el Nacional de Literatura Juvenil o el Columna Jove.

Los autores concibieron la serie de Flanagan durante una comida en el restaurante Esterri de Barcelona. Conversaban sobre las novelas policiacas y de aventuras de su juventud con protagonistas adolescentes y preguntándose que echaban de menos en estos libros comenzaron a escribir el guión de "No pidas sardinas fuera de temporada".

TÍTULOS DE LA COLECCIÓN:



-No pidas sardina fuera de temporada ((No demanis llobarro fora de temporada, 1987): Juan Anguera (alias Flanagan) es un detective privado. Muy privado. Privado, por ejemplo, de la libertad de movimientos de sus colegas adultos. ¿Tuvo Philip Marlowe alguna vez que retrasar la detención de un criminal porque tenía un examen? ¿Le ordenaba la madre de Sam Spade a su hijo, cuando éste estaba con un cliente, que se lavara las manos? Todo esto y más cosas le pasan a Flanagan.

-Todos los detectives se llaman Flanagan (Tots els detectius es diuen Flanagan, 1991): No se puede ser detective y llevar una vida tranquila. Si no, que se lo pregunten a Flanagan. El pinchos del instituto lo quiere obligar a conseguir fotos interesantes de una chica muy atractiva. Una compañera intenta robar para poder contratarlo... Muy pronto Flanagan se encontrará buscando un bebé desaparecido y enfrentándose a una red de delincuentes por un camino que va desde los peores barrios a las zonas más lujosas de Barcelona. Compañeras de viaje: la morenaza Carmen y la sofisticada y riquísima Nines. Las dos le gustan y escoger no es fácil... Todo junto, una serie de conflictos que le harán perder la tranquilidad, pero no el sentido del humor.

-No te laves las manos, Flanagan (No te'n rentis les mans, Flanagan, 1993): Hay ciertas bolsas de basura que contienen cosas realmente interesantes y Sibila, adivina que lee las manos y Flanagan lo saben. ¿Y recordáis a Carmen, la antigua novieta de Flanagan? Ahora le pide ayuda para un amigo suyo gitano que se ha liado en una historia de asesinato... y esta vez, Flanagan no se lava las manos.

-Flanagan de luxe (Flanagan de Luxe, 1994): Vuelve Nines, ¿la recordáis? Y más bella que nunca. Y dice "Flanagan, tienes que hacerme un favor" y Flanagan, claro, ¿qué tiene que hacer? Y ya volvemos: peligros en abundancia y carreras desesperadas. Una pareja de traficantes de drogas de diseño, una pareja de guardias civiles enfadadísimos, un grupo de pijos sin escrúpulos. Y Flanagan en una moto sin saber conducir (¡no lo probéis nunca!), y en velero sin saber cómo funciona... ¡y suerte que sabia nadar! Suerte, porque si no, no lo explica. En ésta aventura, os encontraréis a Flanagan en el peor momento de su vida. Garantizado: ¡es un Flanagan de luxe!

-Alfagann es Flanagan  (Alfagann és Flanagan, 1996): Son los Cuerpos diez: Blanca, Nieves y Vanesa. Un día, Nieves desaparece y su padre le pide a Flanagan que la busque. ¿Pero qué se esconde tras la desaparición? Enfrentado con la enérgica Blanca, asediado por la histérica Vanesa, entorpecido por un grupo de pequeñajos, perseguido por un Charcheneguer decidido a convertirse en su mejor amigo (aunque sea a mano armada) y asustado al descubrir cosas que tal vez hubiera preferido no saber nunca, a Flanagan sólo le faltaba que su propio padre le encargara otro caso.

-Flanagan Blues Band  (Flanagan Blues Band, 1997): Un detective profesional que le ofrece trabajo a Flanagan, una chica misteriosa que va de femme fatale, un asesinato terrible e incomprensible, que es como un eco en el presente de una historia espantosa que conmovió al barrio hace ya un montón de años... Y aún hay mucho más: Flanagan obligado a actuar con su incompetente Flanagan Blues Band delante del público más bestia de toda la historia del rock and roll.

-Flanagan 007  (Flanagan 007, 1998):  Aquel martes, primer día de clase después de la Semana Santa, no fui al colegio. Ni el miércoles, ni el jueves, ni el viernes. Estaba demasiado ocupado, salvando la vida de mi hermana. Pili se había enamorado y de rebote había decidido colaborar en una ONG. Hasta aquí todo coser y cantar. Después, Pili secuestrada, yo de agente secreto hacia Madrid a rescatar mí querida hermanita, y por el medio una fantástica pelirroja que huye de su familia.

-Flanagan, sólo Flanagan (Només Flanagan, 2000): Flanagan ha cometido un error: enfrentarse a Mateo Mas, compañero de clase, rebelde sin causa conocida, delincuente precoz y feroz decidido a quemar su vida como antes. Los compañeros de clase tiemblan de emoción imaginando la próxima pelea. Flanagan sabe que tiene las de perder. Pero al mismo tiempo, no puede evitar sentirse intrigado por las razones suicidas de Mateo...

-Los vampiros no creen en Flanagans  (Els vampirs no creuen en Flanagans, 2002): ¿Vampiros? ¡Venga ya! Flanagan no cree en vampiros. Por lo menos, cuando luce el sol y los pájaros cantan en los árboles. Pero... ¿de noche, solo en un castillo en ruinas, en un condado famoso por su cosecha de cadáveres desangrados? Añadid a esto una serie de crímenes desconcertantes, un pijo que le quiere quitar la novia, un bisnieto de vampiros, un chatero misterioso y un cursillo acelerado de esquí y entenderéis por qué, ésta vez, Flanagan necesitará mucho ingenio para salirse.

-El diario rojo de Flanagan (El diari vermell del Flanagan, 2004): Éste diario existe gracias a Carlota, una amiga que conocí en el metro. Me dijo: "¿Qué te parece si ponemos nuestras experiencias sexuales por escrito en un diario?". En aquel momento, yo no habría podido imaginar que aquella idea diera para tantas y tantas reflexiones. Éste no es un libro en el que se diga lo que tenéis que hacer, ¡Dios me libre! Éste es un libro que os invita a pensar en ello.

-Yo tampoco me llamo Flanagan  (Jo tampoc em dic Flanagan, 2005): Han llegado las vacaciones, las clases se han acabado y tanto Flanagan como Nines tienen ganas de descansar y preparar la noche de San Juan. Pero una visita inesperada del detective Oriol Lahoz acompañada de un encargo para encontrar a un niño magrebí desaparecido y el padre de Flanagan presionando para que lo ayude en el bar harán que el principio de las vacaciones sea todo lo contrario de lo que se imaginaba. Charcheneguer pidiendo ayuda porque se ha metido en un buen lío, la relación con Nines que parece que cuelga de un hilo, los pijos que no le dejan en paz y unas joyas robadas vuelven a poner a prueba al joven detective.

-Mucho morro, Flanagan, 2006 - Inédita en papel, disponible on-line. Sobre como fueron los inicios de Flanagan tal y como le conocimos, vendedor de versos y algo atracado con el dinero.

-Flanagan Flashback (Flanagan Flashback, 2009): En esta nueva entrega, laten todas las constantes que deberían hacer de Flanagan lectura imprescindible. El joven investigador busca al culpable de un asesinato, y con cada pista se sumerge en una trepidante aventura que coloca en una encrucijada su vida sentimental, familiar y profesional.

Para mí no existe saga de libros juvenil mas divertida que esta. En mi adolescencia Andreu Martin y Jaume Ribera me despertaron el amor a la lectura enganchándome al buen humor de sus letras.  A día de hoy todavía repaso los libros que tengo en mi estantería y los ojeo un poquito sólo para soltar alguna que otra carcajada. Y es que nuestro detective Flanagan se mete en unos líos muy divertidos y extravagantes.
Tras el humor se esconde toda una importante crítica social, con ricos, pobres, pijos, currantes, camellos, pederastas, chantajistas, secuestradores, maltratadores, inmigrantes y asesinos. Con usos de novela negra (aquí algo desteñida) esta colección hará pasar un gran rato a pequeños y mayores, especialmente si agradeces las situaciones cómicas.

¡Feliz día del Libro!

Fuentes:
Iflanagan.com y Espacio Flanagan
Lecturalia

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domingo, 20 de abril de 2014

Literatura en una palabra II

En Bohemio Mundi la literatura tiene peso. A veces el de una sola palabra.
Tajante, reveladora, descriptiva, un adjetivo que puntúe y evalúe las impresiones causadas. Una sola, sincera y escueta palabra, ¿necesitamos más?

Hoy, comparto contigo algunas de mis impresiones de estos libros:


“Relatos de los inesperado” de Roald Dahl. “Lolita” de Vladimir Nabokov. “La tercera muchacha” de Agatha Christie. “Lecciones de amor” de Elizabeth Bernard. “La naranja mecánica” de Anthony Burgess. “Chocolat” de Joanne Harris. “Cuentos Macabros” de Edgar Allan Poe. “Dientes blancos” de Zadie Smith. “Dónde los árboles cantan” de Laura Gallego. “El talento de Mr. Ripley”  de Patricia Highsmith. “El ángel perdido” de Javier Sierra. “Ira Dei” de Mariano Gambin. “La ladrona de libros” de Markus Zusak. “Flores en el ático” de V.C. Andrews. “Los hijos de la calle” de Lorenzo Carcaterra.





viernes, 18 de abril de 2014

Muere Gabriel García Márquez


Se nos ha ido uno de los grandes escritores de la literatura universal. Tenía 87 años y falleció a consecuencia de un cáncer, en México D.F.
El narrador y periodista colombiano, ganador del Nobel en 1982, es el creador de obras clásicas como 'Cien años de soledad', 'El amor en los tiempos del cólera', 'El coronel no tiene quien le escriba', 'El otoño del patriarca' y 'Crónica de una muerte anunciada'.
Nació en Aracataca y fue el creador de un territorio eterno llamado Macondo donde conviven imaginación, realidad, mito, sueño y deseo.

Gabriel José García Márquez, escritor colombiano y premio Nobel de Literatura, falleció este jueves a los 87 años de edad después de un lento declive de salud, agravado en las últimas semanas. Autor de la que es sin duda la más importante novela del «boom» latinoamericano, «Cien años de soledad», su muerte, aunque anunciada, ha teñido de luto al mundo entero.
García Márquez nació en Aracataca, una aldea perdida en el Caribe colombiano, «el domingo 6 de marzo de 1927 a las nueve de la mañana», como él mismo detallara en sus memorias. Criado por sus abuelos maternos, un coronel retirado y una mujer supersticiosa, que tanto marcarían su literatura, «Gabo» –apodo que le puso Eduardo Zalamea Borda, subdirector del diario «El Espectador», donde a los 20 años publica su primer cuento, «La tercera resignación»– cursaría estudios en Sucre y Barranquilla.

Sus primeros escritos en el periódico del liceo los firma con el seudónimo de Javier Garcés, hasta que en 1947 se matricula en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Bogotá. Por entonces comienza a colaborar con diarios como «El Universal», «El Heraldo» y, finalmente, «El Espectador», gracias a su amigo Álvaro Mutis. El rotativo lo envía en 1955 como corresponsal a Europa: Ginebra, Roma, (donde estudia cinematografía) y París.
Su primera novela, «La hojarasca», que refleja una fuerte influencia de William Faulkner, es editada ese mismo año. La trama se desarrolla en Macondo, pueblo imaginario que inmortalizará años más tarde en la novela que lo consagró universalmente: «Cien años de soledad». «La hojarasca» contiene algunas de las constantes de su obra, como la lluvia, la memoria, la guerra o la muerte.
Tras el triunfo de la revolución cubana en 1959, García Márquez se traslada a La Habana, donde nace una militancia de izquierda y una amistad con Fidel Castro que perdurarán hasta su último aliento. En 1961, en un viaje a Nueva York como enviado de la agencia Prensa Latina, protagoniza un incidente con un grupo de inmigrantes cubanos armados. En esas fechas publica «El coronel no tiene quien le escriba» y se traslada a México, país en el que residirá intermitentemente desde entonces y donde se dedica a escribir guiones cinematográficos junto a Carlos Fuentes. 
En 1966 se publican en revistas de Bogotá, Lima y París los primeros fragmentos de su obra maestra, cuya primera edición aparecerá un año después en Buenos Aires. «Cien años de soledad» le reportó un éxito inmediato y ese mismo año se traslada a Barcelona, donde residiría hasta 1975, año en que regresa a México. Desde entonces alterna su vida en el Distrito Federal con largas estancias en Cartagena de Indias.

La gran saga americana que describe «Cien años de soledad», encarnada en la familia Buendía, supuso la cumbre del realismo mágico y del «boom» de literatura latinoamericana de los sesenta. Después llegarían otras obras perdurables como «El otoño del patriarca» (1975), la preferida por su autor; «Crónica de una muerte anunciada» (1981), «El amor en los tiempos del cólera» (1987), «El general en su laberinto» (1989) o «Noticia de un secuestro» (1997).
Sus problemas de salud comenzaron en 1999, cuando tuvo que ingresar en una clínica de Bogotá para tratarse de un linfoma. El escritor padecía desde hace años un deterioro neuronal progresivo, según revelara su hermano Jaime, lo que le impidió continuar la publicación de sus memorias, que sólo vieron la luz en un primer volumen, «Vivir para contarla», en 2002.
Dos años después entregó a la imprenta su último trabajo, «Memoria de mis putas tristes», recibido con escaso entusiasmo por la crítica. En 2010 se editaría «Yo no vengo a decir un discurso», una selección de discursos que van desde el que pronunciara a los 17 años para despedir a sus compañeros de Bachillerato hasta el que leyese ante las Academias de la Lengua y los Reyes de España cuando cumplió los ochenta.
Le sobreviven su esposa, Mercedes Barcha, –con quien se casó en 1958 y a la que había conocido quince años antes– y sus hijos Rodrigo, cineasta, y Gonzalo, diseñador gráfico.

Libros inolvidables
García Márquez ha vendido más de 40 millones de ejemplares en más de 30 idiomas.
Novelas: La hojarasca (1955), El coronel no tiene quien le escriba (1957), La mala hora (1961), Cien años de soledad (1967), El otoño del patriarca (1975), Crónica de una muerte anunciada (1981), El amor en los tiempos del cólera (1985), El general en su laberinto (1989), Del amor y otros demonios (1994), Memorias de mis putas tristes (2004).
Grandes reportajes: Relato de un náufrago (1970), Noticia de un secuestro (1996), Obra periodística completa (1999). Primer tomo de sus memorias, Vivir para contarla (2002).
Cuentos: Ojos de perro azul (1955), Los funerales de la Mamá grande (1962), La irresistible y triste historia de la cándida Eréndira y de su abuela desalmada (1972), Doce cuentos peregrinos (1992).


Fuentes:
El mundo.com

El país. com

lunes, 14 de abril de 2014

Libros Censurados


Los mayores censuradores de libros de la historia servían en las filas de la Iglesia, tanto así que en 1559 crearon lo que llamaron “Index Librorum Prohibitorum”, una especie de lista negra a la que iban sumando títulos para la quema.
Baste decir que hasta 1966 estos perseguidores de brujas siguieron añadiendo títulos a su lista.
Imbuidos por un ardor purificador fueron muchos los personajes, sabios, lumbreras y excelsos pensadores que fueron vetados por estos celosos de la libertad. Nombres como Erasmo de Rotterdam, Giordano Bruno (que fue quemado vivo), Descartes, Francis Bacon, Stendahl, Víctor Hugo, Flaubert, Honoré Balzac (cuyas obras al completas fueron prohibidas), el marques de Sade y la Mística Doctora, entre otros.
Pero no sólo la Iglesia ha practicado la censura o la persecución. Las razones ideológicas, religiosas, morales o políticas, también pesaban para condenar a un libro. No podemos olvidar a Darwin y su tan cuestionada teoría de la evolución.
Así, numerosas generaciones fueron testigos de este atentado contra la libertad de expresión. Sin embargo la censura no es cosa del ayer. Este empeño enfático en poner cadenas a la libertad perdura, por eso no nos puede extrañar la cantidad de libros que a día de hoy no han podido ver la luz, quizá por inmorales, tal vez por inconvenientes, posiblemente por revolucionarios. Sea como sea parece que, antes y ahora,  siempre hay motivo para prohibir.

El origen de las especies. El origen de las especies fue el primer relato convincente y claro acerca de la teoría de la evolución y de la selección natural. La obra de Darwin estaba narrada en un lenguaje directo y coloquial, accesible a cualquier lector. En ella fue capaz de explicar en forma simple que las especies cambiaban como resultado de una necesidad nueva; que la lucha por la supervivencia eliminaba las variaciones desfavorables y sobrevivían las más aptas; que el número de individuos de cada especie permanecía más o menos constante; y explicó, por medio de descripciones minuciosas, cómo variaban en todos los aspectos las distintas especies según el entorno.

El diario de Ana Frank. Otto Frank transcribió el diario de su hija a máquina y lo tradujo al alemán. Después de muchas dudas, el señor Frank decidió publicarlo en 1947 con el título "Het Achterhuis" (la casa de atrás). Aunque omitiendo algunos fragmentos, pues consideraba que no eran de interés público. Así, desde el momento de su publicación, “El Diario de Ana Frank” se convirtió en uno de los testimonios sobre el Holocausto más famosos.
Sin embargo, este éxito no sentó bien a determinados grupos. Algunos defienden la idea de que el Diario de Ana Frank es falso diciendo: "El Departamento Criminal Federal afirmó que parte del manuscrito había sido escrito con bolígrafo, invento introducido en 1951... La perito calígrafa Minna Becker dictaminó que todos los textos del Diario provenían de una sola caligrafía y que por lo tanto, quien hizo el manuscrito añadió anotaciones con bolígrafo, lo que significa que Ana Frank no pudo ser la autora del diario... Además, David Irving, dice que contrastó dos documentos, uno con la caligrafía auténtica de Ana Frank, correspondiente a las cartas enviadas por ella en esa época, y otro con las anotaciones del diario. Llegó a la conclusión de que ambas caligrafías no eran de la misma persona".
Por su parte, la Fundación Ana Frank niega la veracidad de estos argumentos e incluso han tomado medidas judiciales obteniendo siempre sentencias favorables.

Las mil y una noches. Scherezade, hija del visir, urde un plan para evitar que el sultán Sharayar mate cada noche a una mujer con la que previamente se casa. Una determinación que adopta por despecho tras descubrir que su mujer le traiciona y, por ello, concluye que todas las mujeres son infieles. Para acabar con esta sangrienta decisión, Scherezade se ofrece como esposa del sultán, logra seducirlo contándole un cuento cada noche, interrumpido al alba con la promesa de continuar la noche siguiente. Mil noches y una después, el sultán la indulta y junto a Scherezade vive feliz.
Ninguna obra de la literatura oriental ha seducido a tantos lectores en todo el mundo como esta pero parece que en oriente, esta obra maestra con elementos de la India, Persia y el mundo árabe, es hostigada una y otra vez por sus pasajes eróticos. En el reino islámico de Arabia Saudí, "Las mil y una noches" se encuentra en "la lista". Para cierta sociedad egipcia algunos pasajes son indecentes y por tanto "dañan la moral pública".

Alicia en el país de las maravillas. Hay quien piensa que las mentes infantiles, más delicadas, más maleables, necesitan ser protegidas de estos libros que aparentemente fueron planteados desde la inocencia, y que algunos ven que precisamente no se escribieron desde ese enfoque. Si lo pensamos hay muchísimos cuentos que no esconden una maldad que raya el sadismo (hay mucha historia gore rulando por ahí). Pero no nos desviemos. Alicia en el país de las maravillas, prohibido en la provincia china de Hunan en 1931, es un caso de los casos de censura más estrambóticos. Fue el general Ho Chien, quien consideró inaceptable que los animales del libro hablaran y se comportaran como los seres humanos. Consideraba que colocar a humanos y a animales en el mismo nivel sería desastroso para China. Y menos mal que no cayó en sus manos Rebelión en la granja porque le habría dado un patatús. La ley que prohíbe leer el libro de Lewis Carroll se mantiene hasta nuestros días, por lo que en la zona se recomienda no leer el libro para evitar problemas con las autoridades.




El código Da Vinci. Hace años el cardenal de Génova Tarcisio Bertone instó al mundo católico a no leer ni comprar el libro Código Da Vinci,  por ser “un intento deliberado de desacreditar a la Iglesia Católica mediante falsificaciones absurdas y vulgares”. El cardenal italiano, ex miembro de la Congregación de la Doctrina de la Fe calificó el best seller como “un castillo de mentiras” y “un texto lleno de imprecisiones históricas”, que se enmarca en una estrategia para “divulgar por el mundo un castillo de blasfemias. Y todo porque el escritor norteamericano Dan Brown desarrolla en su novela la idea de que la Iglesia ha ocultado durante siglos que Jesucristo tuvo un hijo con María Magdalena, señalada como ex prostituta. Es este pasaje del libro el que ha indignado a muchos cristianos además de haber sido descartado por historiadores y teólogos.

Harry Potter. Otro caso célebre de libro infantil censurado es la saga de Harry Potter. Que las aventuras del joven mago sean censuradas en los Emiratos Árabes bajo la acusación de incentivar a la brujería quizá no sorprenda tanto como las numerosas batallas legales que el primer tomo de la saga tuvo que afrontar en sus comienzos en EEUU, el país de las libertades y de la doble moral. Esta censura se extendió a Canadá, donde una escuela exigió autorización a los padres para que los alumnos pudieran leer unas aventuras que para muchos eran apología no solo de brujería, sino también de magia negra y de satanismo. En Alamogordo, Nuevo México, varios cientos de miembros de la Iglesia de la Comunidad de Cristo incineraron una treintena de ejemplares mientras cantaban himnos religiosos. Para el Pastor Jack Brock Harry Potter era el demonio.

1984. Es una novela política de ficción distópica, escrita por George Orwell entre 1947 y 1948 y publicada el 8 de junio de 1949. La novela introdujo los conceptos del omnipresente y vigilante Gran Hermano o Hermano Mayor, de la notoria habitación 101, de la ubicua policía del Pensamiento y de la neolengua, adaptación del inglés en la que se reduce y se transforma el léxico con fines represivos, basándose en el principio de que lo que no forma parte de la lengua, no puede ser pensado.
El término «orwelliano» se ha convertido en sinónimo de las sociedades u organizaciones que reproducen actitudes totalitarias y represoras como las representadas en la novela. La novela fue un éxito en términos de ventas y se ha convertido en uno de los más influyentes libros del siglo XX.
Se le considera como una de las obras cumbre de la trilogía de las distopías de principios del siglo XX junto a la novela de Aldous Huxley Un mundo feliz y Fahrenheit 451 de Ray Bradbury. Todas muy criticadas por su contenido político.

El Decamerón. Fue la primera obra en prosa escrita en italiano, idioma romance. La iglesia católica, a través de la Inquisición, incluyó este libro entre los prohibidos. A pesar de esta inclusión en la nómina del Index librorum prohibitorum, la de Bocaccio constituyó una de las lecturas preferidas por los clérigos.
Quizá el secreto del éxito de la más representativa obra de la Edad Media se encuentre en algunos de sus fragmentos. Sus pasajes sobre la sensualidad, que resultaban escandalosas para muchos, eran divertidos para otros y en general daban una percepción del género femenino que no se ceñía con la realidad de aquellos tiempos. En alguna medida la obra contribuyó al control que se ejercía sobre la mujer y representa la mentalidad del hombre en la edad Media.

Fuentes:
Wikipedia.

Google imágenes.

viernes, 11 de abril de 2014

El guardián del tiempo


Una historia de vida, una historia de cómo el tiempo no es igual para todos, una historia que no deja indiferente a nadie. Sarah es una adolescente más y al mismo tiempo se siente fuera de lugar, no le gusta su vida, no le gusta la gente que le rodea, ni su familia, ni sus compañeros, es solitaria y además ha sufrido su primera ruptura amorosa. Víctor es un empresario de éxito pero el destino le ha jugado una mala pasada, tiene una enfermedad terminal. Ambas personas en principio no tienen nada en común, sin embargo, los dos quieren cambiar el tiempo que les queda de vida, Sarah quiere acabar con su vida de manera temprana y Víctor quiere seguir viviendo y disfrutar de la vida. El Padre Tiempo, que regula las horas y los días, quiere mostrarle a Sarah y a Víctor el verdadero sentido del tiempo y para ello baja a la Tierra. Una conmovedora historia en el que el lector puede apreciar la fragilidad de la vida, y estar agradecido con lo que hemos vivido y lo que todavía nos queda por vivir.

Mitchel David Albom (1958), se licenció en Sociología en la Universidad de Brandeis, en Periodismo en la Graduate School of Journalism de la Universidad de Columbia y en Administración de Empresas en la Graduate School of Business de la misma universidad. De joven, había estudiado piano, y estuvo durante su periodo de estudiante trabajando como cantante y pianista en diversos grupos musicales, tanto en Estados Unidos como en Europa. Se inició en el periodismo en el Queens Tribune, pasando más tarde a la revista Sport, especializándose en periodismo deportivo. Trabajó también para Sports Illustrated, GEO y The Philadelphia Inquirer, para pasar a ser columnista deportivo en The Fort Lauderdale News y Sun Sentinel y a continuación en Detroit Free Press.
Publicó su primer libro, una biografía deportiva, en 1989, al que siguieron otros de temática deportiva. En 1997, publicó Martes con mi viejo profesor, que le llevó a la fama, convirtiéndose en película de televisión y obteniendo cuatro premios Emmy. Ha trabajado y trabaja como locutor en radio y colaborador en programas deportivos en televisión. También ha hecho incursiones en el mundo del teatro.

–Algunas de sus obras–

“EL GUARDIÁN DEL TIEMPO”
Mitch Albom

¿Sabes lo que me pasó cuando me senté a leer este libro? Que las horas pasaron volando. A lo mejor el guardián del tiempo le dio al botón de acelerar.
Otra de las explicaciones posibles es que se trata de un libro corto, estructurado en capítulos  pequeños, redactado de una manera sencilla, franca, sin renunciar a la belleza de las palabras pero especialmente del mensaje. Escrito en tercera persona “El guardián de las palabras” se desarrolla sin complicaciones hasta su desenlace, algo precipitado y apenas bosquejado, quizá predecible. En conjunto es un libro bonito, que no cuesta leer, que te formula interrogantes, que te hace plantearte el valor que le damos al tiempo y las decisiones. Porque estamos hechos de esa materia, porque somos tiempo, no deberíamos perderlo. Sabemos la teoría pero tendemos a fracasar en la práctica. “Cuando nuestros días están contados cada uno de ellos es un regalo”, dice el autor, algo que no deberíamos olvidar.
Una buena historia. Te lo recomiendo.

“De niño, sentado en la arena, había predicho que mañana contendría un momento como el de hoy, y el día siguiente uno como el mañana. A partir de Dor, cada generación se desvivió para dar más precisión a su concepto y más esclavitud al cómputo que hacían de sus días.
Aparecieron los relojes de sol sobre las puertas. Se construyeron relojes de agua gigantes en las plazas. El paso a los diseños mecánicos –de pesas, catalina y foliot– dio lugar a los campanarios y los grandes relojes de pie, y finalmente en otros más pequeños que podían colocarse en una estantería.
Más tarde un matemático francés ató una cuerda  a un reloj, se lo fijó en la muñeca y el ser humano empezó a llevar el tiempo encima de su propio cuerpo.
La rapidez con que aumentó la precisión fue algo asombroso. Aunque hubiera que esperar al siglo XVI para que se inventase el minutero, en el siglo XVII los relojes de péndulo tenían un margen de error de un minuto diario, que en menos de un siglo se redujo a un segundo.
Del tiempo se hizo una industria. El ser humano dividió el mundo en zonas para que los transportes se ajustasen a horarios preestablecidos. Los trenes partían con exactitud. Los barcos forzaban la máquina para llegar a la hora estipulada.
La gente se despertaba al clamoroso toque de las alarmas. Las empresas se ceñían a . Cada fábrica tenía su silbato y cada aula su reloj.
< ¿Qué hora es?> se convirtió en una de las preguntas más comunes del mundo, presente en la primera página de todos los manuales para manejarse en otro idioma. < ¿Qué hora es?>
Por eso es lógico que cuando Dor, el primer hombre en formular realmente esa pregunta, llegó a su ciudad de destino –donde el viento traía y llevaba las voces que había detrás de y de – usara sus conocimientos para encontrar trabajo en el único sitio donde siempre estaría rodeado por el tiempo.
Una tienda de relojes.
Y esperó a que las manecillas se pusieran en su sitio.”

Fuentes:
Ed. Maeva.
Lecturalia.

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